lunes, 25 de mayo de 2015

POLÍTICA / Las fuerzas de cambio e izquierda desbancan al PP de su poder

El 15-M tomó forma política y expulsó al PP del inmenso poder municipal y autonómico que había acumulado. Este es el resumen de lo que ocurrió ayer en las elecciones del 24-M. El descontento social y una nueva forma de entender la política se ha trasladado desde la calle hasta el corazón de las instituciones más cercanas al ciudadano. Demasiados años de hartazgo, potenciados por los perversos efectos de la crisis y sus recetas injustas, así como la ineficacia de las alternativas políticas hasta ahora establecidas, han derivado en que nuevas fórmulas de representación recién nacidas, básicamente Podemos, pero también Ciudadanos, hayan capitalizado un inusitado éxito entre los votantes más activos (principalmente de ideología de izquierda), frente a la pasividad de otra parte del electorado que, al menos, ha permitido el cambio absteniéndose frente al obsceno escenario de corrupción protagonizado sobre todo por el PP, pero también por el PSOE, y por CiU en Cataluña. La casta definida por Pablo Iglesias era esto, esa camarilla de políticos que ha hecho de sus cargos públicos un medio de enriquecimiento personal, de expolio del bien de todos y, finalmente, de vergüenza y mofa de la democracia.

Pero todo ese sentimiento de frustración no se ha quedado meramente en el pataleo. Algunas personas valientes han dado un paso adelante y han dicho basta. Y han montado una alternativa de reconstrucción y de recuperación de nuestra dignidad perdida. Una alternativa frágil y todavía por definir. Pero una alternativa viable. Y varios millones de personas más han respondido. Sobre todo los votantes de Podemos (y otras propuestas similares, sean Ganemos, las Mareas, Compromís, etc.), como más puros representantes de aquel 15-M que queda ya en el origen de tantas cosas buenas para este país, espoleados desde el sentimiento de lucha y cambio que siempre ha calado en mayor medida entre la izquierda, ahora más limpia de las imperfecciones y rigideces del clásico ideario, y ampliada sanamente en su espectro ideológico para ser paraguas de las demandas de muchos más. Pero también ha tomado la voz el votante de Ciudadanos, desde una visión más moderada pero enfocada a la regeneración. Y el del PSOE renovado que pretende recuperar la ética perdida. Y el de una IU siempre noble y digna que ha tropezado consigo misma demasiadas veces. Y el de una UPyD cegada por una líder inepta. Y el del PP que protestó contra su propio partido quedándose en casa... Todos ellos han hecho posible el inicio de una nueva España mejor. Es el primer paso, pero un primer paso muy grande y muy importante. La metáfora ha sido ver las ciudades de Madrid y Barcelona, protagonistas últimamente de una inquina malsana y ajena a la voluntad mayoritaria, hermanadas a través de sus (previsiblemente) futuras alcaldesas, representantes del nuevo cambio: Manuela Carmena y Ada Colau. Ha sido emocionante. Ahora, corazón... y cabeza.

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