viernes, 14 de agosto de 2020

DEPORTES / Atlético de Madrid 2019/20: una temporada mediocre

El balance del Atlético de Madrid en esta extraña temporada 2019/20, marcada por el coronavirus, solo puede calificarse como mediocre. De acuerdo que hemos acabado terceros en la Liga, con lo que mantenemos la mejor racha del club y sumamos ocho años consecutivos dentro de las tres primeras plazas (el año pasado segundos). Pero viendo las muchas deficiencias de Real Madrid y Barcelona, en realidad, hay que considerar un fracaso no haber podido pelear la victoria en la competición. Los números, además, empiezan a encender algunas alarmas: solo se han logrado 70 puntos (tras cosechar nada menos que 16 empates), seguimos bajando en el cómputo goleador, con 51 tantos, y por primera vez desde la temporada 2014/15, no somos los menos goleados, sino los segundos con 27 tantos encajados.

Inaceptable tal cual fue la eliminación en dieciseisavos de la Copa del Rey ante la Cultural Leonesa. Y, en la Champions, tras haber hecho la machada de dejar fuera al Liverpool (actual ganador), caemos en cuartos sin muchos argumentos ante el Leipzig, un equipo teóricamente inferior. Y eso que, tras la reanudación de las competiciones después del parón por el covid-19, el Atlético se mostró más entonado que el resto de la temporada y en la Liga remontó de la sexta a la tercera posición. Pero, en el partido decisivo de la Champions, no mostró la ambición debida.

¿Las responsabilidades? Se reparten claramente en muchos frentes. Por un lado, el Cholo Simeone, un entrenador al que hay que agradecerle todo pero que debe considerar seriamente que llegó a su fin de ciclo. Sin ideas frescas y con pocas alternativas tácticas, debería dejar paso a otro. Ciertos jugadores no han mostrado el compromiso requerido: desde la inexplicable presencia de Lemar en la plantilla a un Diego Costa decepcionante (con solo 5 goles en Liga), del bajo nivel de Lodi, Trippier o Herrera a la intermitencia de Koke, Saúl, Vitolo, Morata (a pesar de ser el pichichi rojiblanco, con 12 goles en Liga) o Joao Félix. El portugués, que costó nada menos que 120 millones, demuestra calidad, pero la ha dosificado tanto que no compensa en sus resultados. Le necesitamos más. Como también necesitamos que sus compañeros suban un peldaño de calidad y que el equipo haga buenos fichajes. Porque el otro responsable, recordémoslo, es la propiedad del club (la familia Gil y su representante, el presidente Enrique Cerezo), que ha parecido más interesada en los últimos tiempos por vender que por incorporar con tino para estructurar un equipo de alto nivel, como nuestra categoría exige.

lunes, 3 de agosto de 2020

TEATRO / 66º Festival de Teatro Clásico de Mérida: "Anfitrión"

En estos tiempos excepcionales, marcados por la pandemia, hay que intentar retomar la vida de la forma más "normal" posible y seguir disfrutando de esos pequeños placeres que lo hacen todo más llevadero. Es el caso del teatro clásico que todos los años (ya 66) ofrece la ciudad de Mérida en su espléndido teatro romano, marco incomparable. En esta ocasión se trataba de la obra "Anfitrión", de Molière, obra, sí, del siglo XVII, pero basada en la comedia clásica de Plauto.

Dirigida por Juan Carlos Rubio, la adaptación vista en el festival funciona con su humor chispeante gracias a las estupendas actuaciones de todo su elenco. Seis actores que están brillantes y que, con sus diversos matices, aportan para hacer de la obra un estupendo espectáculo. Si Pepón Nieto, Paco Tous y Fele Martínez apuestan por el gracejo, Toni Acosta y María Ordóñez llenan el escenario de intensidad, mientras que Dani Muriel sorprende con su tono paródico.

La comedia es muy resultona, tiene pasajes tronchantes y muchas veces brilla en altos niveles. Además, la historia de dobles personalidades, engaños e infidelidades es bien aprovechada para buscar siempre la risa inteligente. Dice el director que se ha buscado el paralelismo con la sociedad actual cegada por las redes sociales. Bueno, quizá. A mí me parece que funciona más como reivindicación del papel femenino de la nobleza de los criados con respecto a los caprichos de los señores (o de los dioses). Quizá se echa en falta esa crítica política que tanto Plauto como Molière introducían en sus textos para resaltar la hipocresía de los poderosos. En cualquier caso, magnífica representación.