lunes, 11 de noviembre de 2019

CINE / 16º Festival de Cine Europeo de Sevilla (y 2)

"El joven Ahmed" [****], de Jean-Pierre y Luc Dardenne (Selección EFA)
Implacable retrato de un adolescente radicalizado, tan seguro de sus "principios" que trata de llevar a cabo con sistemática y medida naturalidad todos sus objetivos. Y estos no son otros que imponer por cualquier medio su visión de la vida (en este caso, el islamismo extremo) a los demás, incluyendo su familia, su propia profesora o su primer amor, a quienes no duda en supeditar a sus propios intereses religiosos, perdiendo así todo atisbo de humanidad. Y decimos implacable retrato porque el seguimiento de la cámara sobre el muchacho es constante hasta desembocar en un final, con tono de thriller y absolutamente demoledor, que simboliza los graves peligros de la alienación humana. Mensaje alto y claro de los hermanos Dardenne.

"Gloria Mundi" [***], de Robert Guédiguian (Sección Oficial)
El cine social de Guédiguian se viste en esta ocasión de duro pesimismo para retratar la completa insolidaridad entre las propias clases bajas, condenadas no solo a la precariedad laboral general sino a la cruel competencia entre sí. Ni los lazos familiares se salvan del triste panorama. Solo un sacrificio final argumentalmente excesivo y una pincelada de esperanza en las generaciones futuras salvan la obra del más negro de los fatalismos. Cierto que un filme no tiene por qué ofrecer salidas a los problemas que plantea, desarrollados en cualquier caso con solvencia e interés, pero se agradecería alguna alternativa...


"It Must Be Heaven" [**], de Elia Suleiman (Sección Oficial)
Demasiado irregular en su surrealismo como para enganchar, con esa sucesión de escenas chocantes que tienen por objeto mostrar lo absurdo del comportamiento humano en todo el mundo, sea Palestina, París o Nueva York, la película acaba por ser un conjunto deslavazado con solo algunos momentos acertados. Eso y el papel bastante "tatiesco" (de Jacques Tati) del director y protagonista es lo más salvable de una obra que podría haber resultado mejor si se hubiera hilado fino.

domingo, 10 de noviembre de 2019

CINE / 16º Festival de Cine Europeo de Sevilla (1)

"Madre" [***½], de Rodrigo Sorogoyen (Sección Oficial)
Ya nos dejó muy intrigados Rodrigo Sorogoyen hace dos años con su corto homónimo, que le valió el Goya al mejor cortometraje de ficción y el mérito de estar nominado para el Oscar. Su planteamiento era impactante: una madre descubre que su hijo de corta edad se ha quedado solo, a cientos de kilómetros de distancia y en peligro inminente, a través de una llamada de teléfono de tensión fílmica brutal. A modo de prólogo, el largometraje ahora presentado recupera el corto en su inicio y prolonga la acción en un tono radicalmente distinto. Ya no es un thriller, sino un más pausado acercamiento, diez años después, a la vida traumatizada de esa mujer y cómo aquella pérdida le impide rehacer su existencia en muchos aspectos. La historia se complica cuando conoce a un chaval que podría ser su hijo. O no. Desde luego, no es una película fácil y bordea la corrección política en varios momentos. Pero su valentía, su elegante dirección y, especialmente, la emotiva actuación de Marta Nieto otorgan mucho cuerpo a un filme que da para una buena reflexión.

"La mafia ya no es lo que era" [***], de Franco Maresco (Las Nuevas Olas)Un documental por momentos tan increíble que parece una ficción: esos personajes esperpénticos, esas situaciones surrealistas... Y el caso es que todo ello se acaba pegando a la retina y permanece en la memoria este retrato costumbrista-expresionista de esa gente de Palermo que lleva la mafia en la sangre como algo cultural y tradicional más, y se niega una y otra vez a condenar sus asesinatos (la famosa ley del silencio). Mientras, asistimos asombrados a la vida de ese organizador de eventos de lo más ridículos en un entorno de pobreza, marginalidad y (falso) orgullo.

"Sons Of Denmark" [***], de Ulaa Salim (Selección EFA)
El auge de la ultraderecha xenófoba es el hilo argumental de este filme político-social realizado a modo de distopía: se sitúa solo unos pocos años en el futuro y pinta un panorama gravísimo, en el que un partido extremista está a punto de llegar al poder en las elecciones de Dinamarca mientras un grupo de inmigrantes tratan de defenderse alimentados por el victimismo y radicalizados religiosamente. El argumento (no exento de algún exceso inverosímil) evidencia un hecho claro: ambas tendencias se retroalimentan y ninguna nos lleva a una situación mejor, sino claramente peor, y aun así la gente vota lo que vota. El debate está servido...