viernes, 31 de agosto de 2012

DEPORTES / Segunda Supercopa de Europa para el Atlético de Madrid

Con una superioridad pasmosa, apabullante, el Atlético de Madrid ha desarticulado desde el minuto 1 al Chelsea y le ha superado en todas y cada una de sus líneas. De hecho, el claro marcador de 1-4 ha resultado casi hasta corto para la tremenda goleada que el conjunto inglés podría haber encajado de parte de un equipo colchonero que salió con la victoria en la mirada. Pero no de forma alocada, sino con la clara conciencia de lo que tenía que hacer: defender y presionar para salir al contragolpe y, entre medias, mover la pelota con habilidad para canalizar mejor el juego.

Y le salió redondo. Desde la hoy inexpugnable defensa de Miranda y Godín a la desbordante capacidad goleadora de Falcao (su triplete le ha aupado definitivamente al Olimpo mundial de delanteros del momento), pasando por el magnífico control del equipo (con gran incisividad) a cargo del quinteto Mario Suárez-Gabi-Koke-Arda Turan-Adrián y sin olvidar la fluida salida por los laterales a cargo de Filipe Luis y Juanfran. Todo ha funcionado a la perfección y, por eso, el Atlético de Madrid es el merecedor campeón de la Supercopa de Europa 2012, el segundo título de este tipo en tres años (el primero llegó en 2010 ante nada menos que el Inter de Milán, que demostró algo más que este decepcionante Chelsea, en el que ni Torres tuvo una oportunidad clara). Dos Supercopas de Europa y dos Europa League en el periodo 2010-12 convierten al conjunto rojiblanco en el actual dominador europeo. Pero hay que completar esa distinción con una Champions. Si mantenemos a Falcao y se refuerza un poco más el equipo todo puede ser, pero primero hay que ganarse el puesto en la Liga.

El glorioso equipo supercampeón de Europa 2012:

PORTERO: Courtois
DEFENSAS: Juanfran, Miranda, Godín y Filipe Luis
CENTROCAMPISTAS: Gabi, Mario Suárez, Koke (Raúl García, m. 81), Arda Turan y Adrián (C. Rodríguez, m. 56)
DELANTERO: Falcao (Emre, m. 87)

martes, 28 de agosto de 2012

DEPORTES / XXX Juegos Olímpicos de Londres 2012: las mujeres mantienen el tipo

Salvados por las mujeres. Éste puede ser el balance unas Olimpiadas que empezaron discretitas y acabaron en una posición aceptable: puesto 21º del medallero con 17 medallas (3 de oro, 10 de plata y 4 de bronce), igualando el resultado global de Atlanta 1996 (aunque con menos oros) y consiguiendo, por tanto, el quinto mejor mejor resultado de España en unos Juegos Olímpicos. Aceptable pero insuficiente para un país del tamaño y la importancia del nuestro, que debería lograr mejores resultados con más y mejores deportistas y en un mayor número de disciplinas. Cierto que los demás no son mancos y que llegábamos con bajas importantes, como las de Rafa Nadal en tenis o Samuel Sánchez en ciclismo, más que probables medallas, pero parece que el salto de nivel conseguido desde Barcelona 1992 no puede volver a superarse. Ya se sabe, son necesarios medios, es decir, dinero; y de eso se anda hoy en día escaso.

Destacable ha sido el papel de las mujeres, cuyo esfuerzo colectivo ha supuesto la consecución de 11 de las 17 medallas. Todo un hito en el olimpismo español. Por deportes, el taekwondo (con tres medallas de tres participantes), la vela (con dos, ambas de oro), el piragüismo (con tres), la natación (con cuatro, incluyendo las dos de Mireia Belmonte, que por fin explotó) y las disciplinas de equipo (con tres, a cargo de baloncesto masculino y waterpolo y balonmano femeninos, aunque sonrojó el fracaso de los chicos del fútbol) han sido nuestros cotos de mayor éxito. Pero ahí está el erial del atletismo. Y nuestra debilidad en muchas otras disciplinas. Demasiadas. Hay que tomar nota ya.

Las medallas de España en Londres 2012:

ORO (3)
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- Marina Alabau: Vela RS:X
- Joel González: Taekwondo 58 kg
- Támara Echegoyen, Ángela Pumariega y Sofía Toro: Vela Elliott 6 m

PLATA (10)
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- Mireia Belmonte: Natación 200 m mariposa
- Mireia Belmonte: Natación 800 m libres
- Ona Carbonell y Andrea Fuentes: Natación sincronizada dúo
- David Cal: Piragüismo C-1 1.000 m
- Saúl Craviotto: Piragüismo K-1 200 m
- Brigitte Yagüe: Taekwondo 49 kg
- Nicolás García Hemme: Taekwondo 80 kg
- Javier Gómez Noya: Triatlón
- Marta Bach, Andrea Blas, Ana Copado, Anna Espar, Laura Ester, Maica García, Laura López, Ona Meseguer, Lorena Miranda, Matilde Ortiz, Jennifer Pareja, Pilar Peña y Roser Tarragó: Waterpolo
- José Calderón, Víctor Claver, Rudy Fernández, Marc Gasol, Pau Gasol, Serge Ibaka, Sergio Llull, Juan Carlos Navarro, Felipe Reyes, Sergio Rodríguez, Víctor Sada y Fernando San Emeterio: Baloncesto

BRONCE (4)
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- Maialen Chourraut: Eslalon K-1
- Maider Unda: Lucha 72 kg
- Clara Basiana, Alba Cabello, Ona Carbonell, Margalida Crespí, Andrea Fuentes, Thais Henríquez, Paula Klamburg, Irene Montrucchio y Laia Pons (reserva): Natación sincronizada equipos
- Macarena Aguilar, Nely Carla Alberto, Jessica Alonso, Vanessa Amorós, Andrea Barnó, Mihaela Ciobanu, Verónica Cuadrado, Patricia Elorza, Beatriz Fernández, Begoña Fernández, Marta López, Marta Mangué, Carmen Martín, Silvia Navarro y Elisabeth Pinedo: Balonmano

martes, 21 de agosto de 2012

VIAJES / Rusia (y 3): Moscú, la megaurbe más rusa

Si en San Petersburgo todo parece más occidentalizado, dada su historia (ciudad creada específicamente para ser una puerta a Europa) y su situación geográfica (a sólo 150 kilómetros de Helsinki pero a 650 de Moscú), lo que se demuestra en que está plenamente preparada para el turismo, en la capital moscovita uno se da cuenta de que se encuentra inmerso plenamente en la cultura más tradicionalmente rusa (y soviética). Los más de 20 años de capitalismo (y semidemocracia), aunque han llenado de comercios, restaurantes y negocios privados las calles de la macrourbe de 12 millones de habitantes, no han supuesto, por ejemplo, la traducción de los nombres de las calles y de las estaciones de metro, que siguen estando escritas en un (para el foráneo) incomprensible galimatías cirílico, lo que complica los movimientos del viajero. Pero, con un poco de paciencia, uno se acostumbra y, aunque al principio tiende a perderse tanto en el subterráneo como en la superficie, acaba pillando la traslación a caracteres occidentales del alfabeto ideado por los santos Cirilo y Metodio en el siglo IX. En cuanto al carácter de la gente, mucho se suele hablar acerca de su brusquedad y trato poco amable pero no es exactamente así. Quizá pueda estar enraizado en el histórico aislamiento de su sociedad (acrecentado por los más de 70 años de bloque soviético) pero se trata de una cuestión aparente que se acaba diluyendo si sueltas alguna palabrilla en ruso o estás rodeado de unas buenas cervezas (a pesar de que se habla realmente poco inglés). Así fue el encuentro con el líder del partido monárquico ruso, con el que, en un bar de la plaza de la Revolución y con bebidas por delante, pasamos un buen rato de charla (manejaba un inglés bastante correcto fruto de una educación privada de lujo). Eso sí, su ideario era de lo más extravagante: antiliberal, antidemócrata, partidario de la vuelta al poder de la familia Romanov (los últimos zares)... Un cuadro, vaya. Menos mal que (aún) no tienen representación en la Duma (el parlamento). Y es que, tras la caída del comunismo, parecen haber surgido ideologías de lo más extremistas en el sentido contrario. Una mujer nos abordó en la calle (en un aceptable español, por cierto) diciendo literalmente que el Gobierno de España debería estar en la cárcel por permitir que los homosexuales adopten niños. Por otro lado, también resulta lamentable que los actuales comunistas tengan más presente como referencia al tirano Stalin que al aperturista Gorbachov o al revolucionario Lenin.

En cuanto a la ciudad en sí, lo que claramente destaca más de Moscú es el centro, con el Kremlin, la Plaza Roja y la catedral de San Basilio. Un conjunto que ya por sí solo merece su visita. Al acceder a la plaza no se puede evitar recordar los desfiles que la nomenklatura soviética organizaba en plena Guerra Fría, con sus misiles, carros de combate y demás parafernalia. No hace tanto de ello. Ahora está inundada de turistas que entran y salen del centro comercial de lujo GUM (antiguos almacenes comerciales estatales). En cuanto al Kremlin, está rodeado de una muralla de 2 kilómetros con forma triangular (se dice que es el corazón de Moscú), trufada de nada menos que 20 torres, y en su interior se encuentran diversos palacios e iglesias de destacable belleza, junto con un parque y amplias calles por las que el visitante debe circular sin salirse del carril marcado, pues si lo hace se expone a la reprimenda de la policía. La entrada básica al recinto, que da derecho al paseo y contemplación, es de 350 rublos (menos de 9 euros) y si además se quiere entrar en la Armería, plagada de todo tipo de objetos de uso de los zares, son 700 rublos (17,5 euros). De vuelta a la Plaza Roja (denominada así no por motivos políticos, sino porque "roja" en ruso es equivalente a "bella"), merece la pena la entrada a la preciosa catedral de San Basilio, por 250 rublos (poco más de 6 euros).

Pero también en Moscú hay otros puntos de interés, como la catedral de Cristo Salvador, reconstruida en los años 90, pues fue derruida durante el estalinismo, y que ahora es famosa porque el grupo musical femenino de punk Pussy Riot irrumpió dentro para cantar una canción-protesta contra Putin, hecho por el cual han sido condenadas a dos años de cárcel. Muestra de que la democracia está todavía lejos de estar consolidada en Rusia. Es destacable que, a pesar de 70 años de comunismo, todavía perviven muchas iglesias por la capital moscovita y parece haber resurgido un sentimiento religioso (hay que ver con qué afán reza y se santigua la gente en sus templos) que alcanza aproximadamente al 65% de la población, que se declara creyente. Por su parte, la herencia comunista se puede contemplar en diversos edificios de estilo clasicista, los más importantes de los cuales son las llamadas "Siete Hermanas", siete impactantes y enormes rascacielos de diseño similar entre sí (Stalin quiso hacer más pero no le dio tiempo) diseminados por la ciudad y que hoy albergan dos hoteles (entre ellos el Hilton en el que estuvimos alojados), dos edificios de oficinas gubernamentales, la universidad pública y el resto, viviendas. Asimismo, cabe destacar la Biblioteca Nacional (antigua Biblioteca Lenin), la mayor del mundo con cerca de 30 millones de volúmenes, y el Mausoleo de Lenin, en plena Plaza Roja, a los pies de las murallas del Kremlin, que se puede visitar gratuitamente de 10 a 13 horas todos los días menos los lunes y los viernes. Acudid pronto porque las colas son de aúpa, aunque como sólo se puede estar apenas un minuto dentro todo va muy ágil. No se permiten cámaras ni móviles con cámaras, por lo que las tendréis que dejar en las taquillas. Descoloca contemplar el perfectamente conservado cadáver del padre de la Revolución Rusa. En cuanto al metro, además de barato (28 rublos o 0,70 euros el viaje sencillo, que aprenda Esperanza Aguirre en Madrid), está construido con un buen gusto estético y una decoración artística apreciable (guiado por la idea de levantar el Palacio del Pueblo, como decía el Gobierno comunista), sobre todo en estaciones como Komsomolskaya, Kropotkinskaya, Mayakovskaya, Novokusnetskaya, Novoslobodskaya o Ploschad Revolutsii. Moscú es una de las ciudades más caras del mundo y eso se nota en las tiendas de objetos de lujo que la pueblan. Estos años de capitalismo han disparado el precio de las cosas, incluida la vivienda, que puede llegar a costar 40.000 euros/m2 en el barrio más selecto. Sin embargo, los sueldos no han subido ni mucho menos al mismo ritmo. ¿Os suena la historia? En la capital es donde más se gana de toda Rusia, con sueldos medios de unos 1.000-1.500 euros al mes. No hay más que añadir. Sin embargo, como gran urbe que es, hay de todo, y si se busca bien uno puede encontrar sitios decentes y con precios realmente asequibles donde comer platos típicamente rusos (no sólo fast food), como las sopas borshch o solianka, los blinis, los pinchos de carne shashlik, la ensalada Olivié (especie de ensaladilla rusa, aunque algo diferente a la de España) o el beef Stroganoff.

miércoles, 15 de agosto de 2012

VIAJES / Rusia (2): San Petersburgo, la belleza y la realidad

Estar en San Petersburgo y encontrar la belleza es algo inmediato. Sólo recorrer sus calles, Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco, es suficiente. Pero, además, resulta que aquí se encuentra el museo del Hermitage, una de las mayores y más completas pinacotecas del mundo, con más de tres millones de obras que abarcan desde antigüedades romanas y griegas a cuadros y esculturas de la Europea Occidental, arte oriental, piezas arqueológicas, arte ruso, joyas o armas. De hecho, su visita (400 rublos, es decir, 10 euros) puede convertirse en una locura si uno no selecciona mínimamente el objeto de su interés. En mi caso, me interesaban las extensas representaciones de las pinturas holandesa-flamenca (Rubens, Van Dyck, Rembrandt), italiana (Tiziano, Da Vinci, Rafael, Miguel Ángel), francesa o española. Del país galo destaca la soberbia representación de impresionistas, con importantes obras de Cezanne, Van Gogh, Gauguin, Pissarro, Monet o Renoir, por lo que si os gusta este estilo estáis en el sitio adecuado. Y de España podemos encontrar tres cuadros de El Greco, además de otros de Murillo, Zurbarán, José de Ribera, Velázquez o Goya. Una maravilla, vaya.

Del mismo modo, la recomendable visita al Palacio de Peterhof es otro punto de encuentro con la belleza. A pesar de su carácter austero, al zar ruso Pedro el Grande le acabó convenciendo su segunda esposa, Catalina, para que le construyera un recinto para el veraneo de proporciones descomunales e inspiración versallesca. El Palacio de Peterhof es un conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad que incluye un megapalacio y dos parques (el alto, de 4 hectáreas, y el inferior, de 102 hectáreas), se encuentra en la orilla meridional del Golfo de Finlandia, a unos 29 kilómetros de San Petersburgo y fue residencia oficial de los zares hasta que la Revolución de 1917 acabó con esta casta real. El palacio es una sucesión de salones a cuál más exquisitamente decorado, con estilos que abarcan el barroco y el neoclásico, e incluye una iglesia. Por su parte, los parques están hechos principalmente al estilo francés y el mayor de ellos, el inferior, está repleto de rincones magníficos, esculturas y fuentes, algunas de ellas con jocosas trampas: existen chorros ocultos que son activados a distancia para sorpresa del paseante. De hecho, para hacer ver cómo funcionaban, hay empleados del recinto que, escondidos tras los arbustos, realizan un trabajo que consiste en pulsar dichos chorros para remojar por sorpresa al visitante. ¡Os lo juro!

Pero dentro de la belleza subyace una realidad social innegable. Es imposible dejar de percatarse de que, si paseas por las afueras de San Petersburgo, los edificios no son tan bonitos ni la gente vive tan bien (mientras en el centro se construyen nuevas casas de lujo a 15.000 euros/m2, junto al estadio del Zenit). En la época comunista, la prioridad fue ofrecer alojamiento a buen precio y para todo el mundo. Así, a la gente le bastaba con pagar de adelanto un 5% del valor de la vivienda, de precio barato debido a su tamaño ajustado, dentro de edificios colmena y sin ningún tipo de valor artístico, y el resto en 25 años, aunque no se trataba de una compra sino de un alquiler de por vida. El resultado era un derecho cumplido de acceso de la vivienda pero en unas condiciones técnicas y artísticas deficientes. ¿Qué es más importante? Ésa es una cuestión a debate. Ahora, en cambio, el ruso medio, ése que gana unos 500-700 euros al mes, se ve abocado a abonar el 50% del precio del piso, a niveles muchas veces escandalosos, y el resto mediante una hipoteca bancaria al 12% de tipo de interés. Como resultado, cada vez más rusos se ven obligados a vivir en las afueras y/o en los mismos edificios que se construyeron en la época comunista, que siguen siendo baratos. Asimismo, también es obvia la desigualdad social en las calles, donde podemos ver cochazos de alta gama y limusinas al lado de vehículos supervivientes de los años 80 e incluso 70, unos Lada que se caen a pedazos. Cuando le pregunto si se vive mejor ahora o antes, me dice una rusa: nos han quitado el bozal y aflojado la correa pero la cuerda ha quedado muy corta y no alcanzamos a la comida; eso sí, podemos ladrar día y noche todo lo que queramos. Pues eso.

lunes, 13 de agosto de 2012

VIAJES / Rusia (1): San Petersburgo, la ciudad planeada al detalle

La llegada a San Petersburgo supone un fuerte impacto por su desbordante monumentalidad, su belleza y buen gusto en todos los detalles, desde los edificios, palacios e iglesias a los canales y parques que la pueblan. No en vano fue creada por el zar ruso Pedro el Grande en 1703 con plena conciencia de lo que quería: de forma genérica, una salida al mar de su país para acercarse a la Europa Occidental y, de manera más concreta, inspirándose principalmente en el arte francés (aunque edificada por siervos alemanes), soñaba con la construcción de la ciudad perfectamente planificada sobre unos terrenos inicialmente pantanosos, con rectilíneas y amplias avenidas, edificios majestuosos de estilo neoclásico y con alturas limitadas para no entorpeceder las vistas, más de 300 puentes sobre sus numerosos canales... Mientras el propio Pedro el Grande prefería vivir austeramente en una modesta casita. Y lo consiguió, aunque sus deseos originales contemplaran más canales aún de los que existen. La arteria principal de la ciudad es la Avenida Nevski, una de las mayores del mundo con sus 4 kilómetros de longitud, que une la Plaza de los Decembristas, entre el Almirantazgo y el Palacio de Invierno del Museo del Hermitage, con la Fortaleza de Alejandro. Está repleta de cafés, restaurantes, tiendas, gente... Vida. Su recorrido a pie es altamente recomendable, aunque el magnífico transporte público de la ciudad (metro, autobuses y trolebuses) permite una ayuda cuando el cansancio llega. A lo largo de la avenida podemos contemplar puntos de interés como el Palacio Rastrelliesque Stroganov, la neoclásisa catedral Kazán, media docena de iglesias y un enorme centro comercial del siglo XVIII, un monumento a Catalina la Grande, la Biblioteca Nacional Rusa, el puente Anichkov con sus estatuas de caballos o el café-librería Singer.

Son formidables las iglesias, especialmente las ortodoxas con su creativa estética, como es el caso de la catedral de San Isaac, San Nicolás y Vladimir. Pero especialmente destaca la iglesia del Salvador de la Sangre Derramada o iglesia de la Resurrección, construida sobre el lugar donde el zar Alejandro II fue asesinado, víctima de un atentado el 13 de marzo de 1881, aunque ideada con un estilo arquitectónico propio del arte puramente ruso del siglo XVIII, colorista y brillantemente recargado. Una maravilla. También San Petersburgo cuenta con amplios y bien diseñados parques, especialmente el Jardín de Verano, uno de los más antiguos y en los que se nota claramente la inspiración francesa, con sus paseos bien definidos y sus múltiples fuentes. La Fortaleza de Pedro y Pablo es otro de los puntos claves de interés, además del buque de guerra Aurora, que sigue anclado como testigo del inicio de la Revolución Rusa de 1917. La visita al metro no sólo es recomendable como mera ayuda para conocer bien todos los rincones de la ciudad, sino para poder comprobar lo perfecto de su funcionamiento. Pulcritud por todos lados, puntualidad incontestable (frecuencias de 95 segundos en horas punta y de 3-4 minutos el resto) y precio supereconómico: 27 rublos el viaje sencillo (unos 67 céntimos de euro, que aprenda Esperanza Aguirre en Madrid). Aunque no luce tanta belleza como el de Moscú, el metro de San Petersburgo cuenta con algunas estaciones (las más antiguas) decoradas a conciencia. Pero, sobre todo, lo destacable es el enorme trabajo de ingeniería en su construcción, dado que al encontrarse -como toda la ciudad- en tierras pantanosas, sus túneles debieron excavarse a una media de 60 metros de profundidad, lo que lleva a escaleras mecánicas con bajadas de vértigo (claro que siempre hay entre una y dos escaleras mecánicas adicionales paradas y preparadas para casos de avería de alguna de las dos que siempre funcionan, además de estar todas ellas vigiladas permanentemente por personas a través de cámaras de seguridad). Sin embargo, uno de los momentos mágicos (aún más) que ofrece San Petersburgo es el levantamiento nocturno de los principales puentes (para permitir el paso de embarcaciones de gran tamaño) que se realiza diariamente a partir de las 1:25 horas. En perfecta coordinación, uno a uno, se van abriendo en un espectáculo realzado por las luces de la noche.

sábado, 11 de agosto de 2012

VIAJES / Cantabria: del mar a la montaña

Los poco más de 5.300 km2 de superficie que ofrece Cantabria brindan, dentro de una tierra sempiternamente verde y llena de bellas poblaciones con historia, una variedad paisajística que permite comenzar de buena mañana en la alta montaña de los Picos de Europa, proseguir por alguno de sus ondulados valles y acabar el día descansando plácidamente en una de sus numerosas y magníficas playas. Ésta es una de las muchas rutas posibles dentro de esta comunidad del norte de España.

Castro Urdiales

La preciosa villa de Castro Urdiales es un magnífico sitio para pasar unas vacaciones tranquilas, con la playa de Brazomar con vistas al Castillo-Faro, a la Iglesia de Santa María de la Asunción y, detrás, unos bonitos montes poblados de árboles. En sus calles del casco antiguo se respira su historia, vinculada a la pesca, y en su zona más actual se encuentran las inequívocas huellas de ser el punto de veraneo oficial de la burguesía vizcaína. En relación con esto, su explosión demográfica se ejemplifica en el siguiente dato: su población residente ha pasado de 18.719 habitantes en el año 2000 a 32.256 en 2010. Un pequeño consejo gastronómico: no os perdáis los pinchos de tortilla (entre otros) del bar La Fuente.

Laredo

Siguiendo por el litoral hacia el oeste llegamos a Laredo, una población claramente orientada al turismo de mar con unas playas realmente gloriosas, enormes y de una arena fina y compacta, perfectas para el baño y aderezadas con dunas. Alojado cerca de la playa Salvé (la principal) uno parece estar en cualquier sitio del Levante español, por algunos edificios de pisos-colmena, tiendas para turistas y ambiente playero, si no fuera porque las temperaturas aquí no son nada sofocantes, claro. Pero Laredo también cuenta con un centro histórico por el que merece la pena pasearse y cuya actividad comercial ha quedado circunscrita a algunos restaurantes y bares de copas. Un aliciente de estar por esta zona es acercarse al Puntal y tomar un pequeño barco (3 euros ida y vuelta) para llegar a Santoña, donde se pueden degustar sus famosas anchoas, aunque todas las que se pueden consumir en Cantabria son excelentes.

Parque de la Naturaleza de Cabárceno

Si nos cansamos de la playa es el momento de adentrarse en la naturaleza y disfrutar de los animales del Parque de Cabárceno, a sólo 15 kilómetros de Santander, donde conviven en semilibertad muchas especies, desde elefantes a leones, desde rapaces a leones marinos. La entrada de adulto es de 21 euros y es aconsejable dedicar al menos cuatro horas para vivir con detalle lo que este recinto de 750 hectáreas ofrece y por el que uno se mueve con facilidad con coche. El horario de verano es de 9 h. a 19 h.

Santillana del Mar, Comillas y San Vicente de la Barquera

De vuelta al litoral, y siguiendo la ruta hacie el oeste, llegamos a Santillana del Mar, uno de los pueblos que mejor conservan su pasado y que se puede ver en sus calles empedradas y todos sus edificios históricos, como la Colegiata de Santa Juliana o los diversos palacios que la componen. De hecho, fue declarada conjunto histórico-artístico nada menos que en el año 1889. No muy lejos se sitúa Comillas, conocida por su famosa Universidad Pontificia, además de por albergar edificios como el Palacio de Sobrellano y El Capricho, realizado por Gaudí. Su playa es buena y está bastante concurrida, por lo que la población muestra un perfecto equilibrio entre el turismo playero y el monumental. Más adelante, ya en el límite con Asturias, se encuentra el pueblo de San Vicente de la Barquera, al que se accede por el conocido Puente de la Maza sobre la ría. Su ambiente, aunque más bullicioso, sigue conservando la tradición pescadora de la zona y en cualquier restaurante de sus calles porticadas se pueden degustar ricos pescados.

Potes y Fuente Dé

Qué mejor manera de terminar este viaje que en plena montaña, en medio del Parque Nacional de los Picos de Europa, un auténtico paraíso natural. La carretera que nos lleva por el desfiladero de La Hermida es sin duda una de las más bonitas de España. Discurre por el estrecho hueco que deja el río Deva y sus serpenteantes 21 kilómetros son una bendición para los sentidos. Una vez en Potes parece que uno vuelve siglos atrás en el tiempo, ya que es un pueblecito de 1.500 habitantes (lógicamente, su población se multiplica en verano) con un conjunto muy bien conservado, una belleza dentro de un valle rodeado de cumbres (y también caluroso en el estío). Siguiendo en dirección a Fuente Dé nos encontramos el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, donde el Beato de Liébana dejó los primeros escritos acreditados en Cantabria, concretamente los comentarios al Apocalipsis de San Juan. Ya en Fuente Dé, se accede al famoso teleférico que nos llevará (por 16,50 euros ida y vuelta) desde los 1.090 metros de la base hasta 1.850 metros de altitud, desde donde podremos realizar paseos y excursiones sintiendo toda la grandiosidad de los Picos de Europa.

jueves, 2 de agosto de 2012

ARTE / Edward Hopper en el Thyssen

Hasta el 16 de septiembre se puede disfrutar de una estupenda exposición del pintor estadounidense Edward Hopper en el Thyssen de Madrid. Se trata de una iniciativa muy meritoria, ya que, con 73 obras, es la más amplia que se ha realizado en Europa, aunque no exhaustiva (falta la obra maestra "Noctámbulos" -1942-, entre otros cuadros). El artista, nacido en Nyack, Nueva York en 1882 y fallecido en Nueva York en 1967, desarrolló el expresionismo abstracto y levantó acta de la soledad humana dentro de las propias ciudades creadas por el hombre. Son archiconocidos sus retratos de gente solitaria, inexpresiva, atrapada entre los edificios de hormigón en escenas normalmente soleadas o bien nocturnas con bellos contrastes de luz e influencia de técnicas cinematográficas. Entre las pinturas presentes en la exposición temporal destacan "Gasolina" (1940) -en la imagen-, "Habitación de hotel" (1931) o "Sol de mañana" (1951), de la que se ha hecho una recreación tridimensional sobre la que los visitantes pueden hacer fotografías y sugerir en Twitter el pensamiento de la mujer protagonista del lienzo.