En estos tiempos excepcionales, marcados por la pandemia, hay que intentar retomar la vida de la forma más "normal" posible y seguir disfrutando de esos pequeños placeres que lo hacen todo más llevadero. Es el caso del teatro clásico que todos los años (ya 66) ofrece la ciudad de Mérida en su espléndido teatro romano, marco incomparable. En esta ocasión se trataba de la obra "Anfitrión", de Molière, obra, sí, del siglo XVII, pero basada en la comedia clásica de Plauto.
Dirigida por Juan Carlos Rubio, la adaptación vista en el festival funciona con su humor chispeante gracias a las estupendas actuaciones de todo su elenco. Seis actores que están brillantes y que, con sus diversos matices, aportan para hacer de la obra un estupendo espectáculo. Si Pepón Nieto, Paco Tous y Fele Martínez apuestan por el gracejo, Toni Acosta y María Ordóñez llenan el escenario de intensidad, mientras que Dani Muriel sorprende con su tono paródico.
La comedia es muy resultona, tiene pasajes tronchantes y muchas veces brilla en altos niveles. Además, la historia de dobles personalidades, engaños e infidelidades es bien aprovechada para buscar siempre la risa inteligente. Dice el director que se ha buscado el paralelismo con la sociedad actual cegada por las redes sociales. Bueno, quizá. A mí me parece que funciona más como reivindicación del papel femenino de la nobleza de los criados con respecto a los caprichos de los señores (o de los dioses). Quizá se echa en falta esa crítica política que tanto Plauto como Molière introducían en sus textos para resaltar la hipocresía de los poderosos. En cualquier caso, magnífica representación.
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