Reconozcámoslo: esta tercera edición del Mad Cool tenía a Pearl Jam, uno de los referentes del grunge de los 90, como plato fuerte claro y evidente. Y aprovechando la legión de fans que iba a acudir al evento, la organización ha optado para aumentar las magnitudes del festival (algunos dirán que en exceso): un recinto enorme para 80.000 personas por día, mayor y más alejado de la ciudad que el anterior, la Caja Mágica. Nada que objetar a tal pretensión pero, claro, esta debe ir acompañada de las previsiones logísticas más elementales. Y esto es lo que ha fallado en el primer día del macrofestival: colas enormes para entrar por el ÚNICO acceso y cacao para acceder al entorno, tanto en coche como en transporte público. Porque, claro, si pretendes que 80.000 personas pasen por una misma entrada sin formarse un tremendo caos es como aquello del ojo de la aguja... Nada importaba que tuvieras previamente la pulsera o que, en cambio, necesitaras hacer el cambio in situ; todos íbamos por el mismo sitio. Normal que hubiera tiempos de espera (bajo el implacable sol de julio) de un par de horas solo para entrar. Y sobre la llegada al lugar no es de recibo que la medio solución se alcanzara solo unos pocos días antes del inicio del evento, y de aquella manera... Porque, claro, si no te avisan de que cierran al tráfico privado el área residencial cercana, pues te quedas con cara de a ver dónde aparco yo ahora. Y si eliges el transporte público y ves que se forma un tremendo atasco de taxis, cabifys y autobuses... Y si calculas que por la madrugada, a la vuelta, la apertura de la línea 8 es insuficiente (¿de Feria de Madrid a Nuevos Ministerios? ¿Y luego qué?)... En fin, para hacérselo mirar muy, muy atentamente...
Afortunadamente fui previsor, ya que me olía la tostada e iba en coche, y llegué sobre las 18 horas (momento a partir del cual empezaban los primeros conciertos). Entonces vi cómo la policía me cerraba el paso a donde pensaba aparcar, así que, improvisando, y con el consejo de amigos, di con el parking del Parque Valdebebas como lugar estratégico ideal, dadas las circunstancias. Luego tocaba caminar dos kilómetros hasta el recinto, pero visto lo visto fue la mejor opción posible. Después nos tocó hacer la infausta cola, aunque a esa hora tempranera apenas tuvimos que esperar poco más de media hora. En fin, ya dentro todo apuntaba bien, espacios anchos, abundante y muy accesible zona de restauración (fallo garrafal de pasadas ediciones), pero cuando todo se llenó de gente ya vimos que era misión imposible pillar bebida en las horas punta: insuficiencia de barras (aunque se agradecieron los grifos de agua gratuita). Por no hablar de que se les cayó el sistema de pago con tarjeta. Chapuzas varias... Y luego, claro, lo lógico de un macrofestival: que puedes acabar viendo al grupo desde 100 metros. Es lo que pasó con el cabeza de cartel, Pearl Jam. Pero hay que decir que el resto de bandas se pudieron ver (y oir) bastante bien. La técnica funcionó estupendamente. ¡Por lo menos! Eso sí, hay algún caso de escenarios que están más o menos cerca y, con conciertos simultáneos, pueden llegar a solaparse los sonidos: por ejemplo, entre el Koko Stage y el Radio Station Stage.
Entrando en lo meramente musical, el día comenzó con los estadounidenses Eels, encabezados con ese personaje en sí mismo que es Mark Oliver Everett. El caso es que fue una actuación bastante brillante, en la que la banda dio buena cuenta de su variado estilo de rock alternativo, que abarcó desde una versión de Prince a momentos más oscuros y otros más íntimos. Siempre originales y muy efectivos en directo. Luego turno del gallego Iván Ferreiro (una de las pocas actuaciones españolas importantes), que se mostró solvente con su rock emotivo y de letras sentidas. Después dio tiempo de escuchar algo de los sets de los angelinos Fidlar, con su excitante descarga punk, y del texano Leon Bridges, con su animosa receta soul. Tiempo para cenar un poco y preparados para lo fuerte. Primero, los australianos Tame Impala, que ofrecían su primer concierto en lo que va de año. ¡Y qué concierto! Una puesta en escena impactante, en la línea con su estilo musical de rock psicodélico, de ese con el que levitas. y eso más o menos es lo que experimentamos. Un cancionero estupendo, en solo dos discos (preparan el tercero), que alcanzó grandes alturas por momentos.
Y llegaron Pearl Jam. La banda de Seattle, encabezada por el carismático Eddie Vedder, vino dispuesta a darlo todo, a demostrar que siguen mandando en el panorama mundial del rock. Y a fe que lo consiguieron. Con una entrega digna de los grandes, desde el minuto uno hasta las más de dos horas y cuerto que duró la actuación, hicieron vibrar a todos los presentes con un repertorio magníficanete elegido. Hubo momentos para todo: canciones sentidas, temas energéticos, actitud rockera, momento de concienciación (Luis Tosar y Javier Bardem en vídeo contra los abusos a mujeres) y un Vedder que se marcó algo más que unas cuantas palabras en español para agradecerlo todo. Chapó. El equilibrio en el setlist también se expresó en las canciones, tanto antiguas como nuevas, tanto delicadas como exultantes, aunque, lógicamente, su primer álbum, el glorioso "Ten" (1991), acaparó siete temas, por tres del siguiente, "Vs." (1993) y dos del posterior, "Vitalogy" (1994). Pero también hubo tres del muy interesante "Lightning Bolt" (2013), su último trabajo hasta la fecha, así como de otros discos y un par de versiones: "Eruption", de Van Halen, y "Rockin' In the Free World", del venerado Neil Young. Muy buen sonido, mucha, mucha actitud y un repertorio perfecto. ¿Qué más se puede pedir?
Setlist de Pearl Jam en el Mad Cool 2018.
¿Y qué quedaba tras esto? Bueno, pues algunas propuestas interesantes. El rock divertido de los ingleses Kasabian, el contundente garage punk de los canadienses Japandroids, el magnetismo del pop psicodélico de los estadounidenses MGMT y, sobre todo, la garra rockera de los neoyorquinos The Last Internationale, una pequeña-gran sorpresa. Supieron conectar con el público, la cantante tiene una voz prodigiosa y realizaron un set intenso y muy efectivo.
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