Un sitio ideal para el verano es la costa de Cádiz porque puedes encontrar enormes y estupendas playas y disfrutar de un clima suave, con calor soportable (nada que ver con la asfixia pegajosa del Mediterráneo), agua fresquita (o fría para algunos) y un vientecillo la mar de agradable (a veces más fuerte) y que propicia que sea también destino preferido por los surfistas. En concreto, Tarifa se sitúa en el extremo más meridional de la Península Ibérica y que hace de frontera entre el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo. Se trata de un pueblo de unos 18.000 habitantes, cuya población, lógicamente, se multiplica en verano. Su caso antiguo es ideal para pasear, visitar sus apreciables monumentos (la muralla, el Castillo de Guzmán el Bueno, la iglesia de Santiago o el Castillo de Santa Catalina), comer algo en sus variados restaurantes y tabernas (sobre todo pescado de la zona, por supuesto) y tomar unas copas en sus animadas callecitas, donde destacan sitios como La Tetería (magnífica terraza de verano) y el Soul Café (estupenda selección musical).
Sobre playas, la de Los Lances es la más cercana al pueblo y es muy amplia, como todas las de por aquí, por lo que no hay problemas de aglomeraciones. Siguiendo la carretera de la costa, hacia el noroeste, la playa de Valdevaqueros es la elegida por los amantes del kitesurf, así que, desde la distancia ya se pueden apreciar decenas y decenas de cometas que arrastran a los surfistas de un lado para otro de la playa. Aunque hay espacio para los bañistas, si bien sería deseable una limitación más clara de por dónde debe andar cada uno para que no ocurran accidentes. Tomando la salida de Punta Paloma se llega por encima de la suna de la playa, donde se tienen unas vistas fantástivas. Y, siguiendo por esa carretera, más adelante nos encontramos con el restaurante El Mirlo, situado en una localización excepcional en Punta Paloma y que ofrece una comida local muy buena desde sus distintas terrazas y balcones. Eso sí, conviene ir pronto o reservar. Si volvemos a la carretera de costa y seguimos subiendo, se llega a la playa de Bolonia, también muy amplia y dotada de duna, pero, en este caso, su precario acceso hace que se formen colas kilométricas, así que hay que madrugar. Todas estas playas, pertenecientes al término de Tarifa, tienen además el aliciente de estar enclavadas en el denominado Parque Natural del Estrecho, por lo que debemos apreciar (y respetar) la belleza que la naturaleza nos ofrece por estas tierras. Más al noroeste, la playa de El Palmar, ya en el término de Vejer de la Frontera, es considerada una de las mejores en España para practicar el surf, Claro que en otoño-invierno, cuando el oleaje permite disfrutar mejor de esta actividad. El verano, en cambio, es el momento ideal para aprender. Y, por cierto, se pueden dar clases en el Nexo Surf House, un establecimiento que es fábrica de tablas, escuela de aprendizaje de surf, alojamiento y restaurante. Todo en uno.
Ya que estamos en la zona es aconsejable dar el salto a África, pues nos separan apenas 15 kilómetros por el paso más corto del Estrecho. Inter Shipping y FRS son las compañías de ferry que hacen las rutas en 35 minutos desde Tarifa hasta Tánger, ciudad de 1 millón de habitantes que en décadas pasadas atrajo la atención de artistas de la talla de Paul Bowles, William Burroughs, Jack Kerouac, Tennessee Williams, Francis Bacon, o Mick Jagger (The Rolling Stones). El viaje individual de ida y vuelta cuesta alrededor de 65 euros y es necesario el pasaporte. No obstante, sólo con el DNI, se puede hacer una excursión cerrada que sale incluso más barata, 50 euros. Eso sí, cuidado al llegar al puerto de Tánger, porque os encontraréis con guías turísticos que os dirán ser "oficiales" pero no lo son y os cobrarán un extra al final (seis u ocho euros por persona debería bastar, aunque os pedirán más, ya sabéis, el ancestral regateo). Pero podéis aceptarlo porque os podrán enseñar más cosas de lo que el recorrido oficial señala. La elección es vuestra. El caso es que, para una primera visita, es muy importante tener a alguien que os guíe por esa maraña de calles que es la medina, el zoco, la casbah, etc. A pesar de que el recorrido es de unas pocas horas, queda asegurado el impacto cultural de un país tan distinto (y, a la vez, tan cercano) como es Marruecos. Y, por supuesto, id preparados para regatear en los comercios (la mitad de lo que os pidan es un buen acuerdo) o sed fuertes para decir no cuando no os interese algo.
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