Dentro del carácter decididamente abierto, orgulloso y extremadamente amable de las gentes de Texas, aunque con su conocido lado oscuro en cuanto al perfil político conservador y la querencia por las armas, la ciudad de Austin (capital del Estado) destaca como un oasis cultural y de actitud progresista. Su amplia red de transporte público de autobuses (inusual en estos lares donde el coche privado domina los usos y costumbres), su centro urbano lleno de vida (cuando en la mayor parte de las ciudades estadounidenses los downtown suelen ser abandonados por la clase media para irse a vivir a las áreas residenciales de los suburbios) y, especialmente, su festival de música, cine y medios interactivos South by Southwest, que se celebra todos los años desde 1987 en estas fechas, le convierten en la vanguardia absoluta de Texas y de más allá del país. No en vano es conocida como la capital mundial de la música en directo, apelativo que se ha ganado a pulso con justicia.
El festival se vuelca totalmente con sus abonados, que tienen preferencia de pase para los numerosísimos eventos que en 2015 se desarrollan entre el 13 y el 22 de marzo. Aunque los precios no son precisamente baratos. Según el tipo de abono (badge) y la antelación con la que se adquiera, las tarifas van de 525 a 1.745 dólares. Claro que puedes comprar también una muñequera por 90 dólares. La cuestión es que el acceso a los recintos se hace por riguroso orden de preferencia: primero los Platinum Badges (acceso completo a todo), luego los de cada uno de los tres tipos de eventos (cine, música e interactivos), luego otras categorías inferiores, luego las pulseras y, finalmente, si aún queda espacio, se pueden comprar tickets individuales. En el caso de las películas, los precios individuales oscilan entre 10 y 14 dólares. En nuestro caso, tuvimos suerte. Asistimos a la proyección del documental "Bounce: How The Ball Taught The World To Play", del director Jerome Thelia, en el Marquesa Theater, justo enfrente de nuestro hotel Travelodge Austin, completamente gratis, dado que la organizaba la asociación de amigos del cine de la ciudad. Bastante interesante la peli, por cierto, una reflexión antropológica y social sobre la necesidad del ser humano de jugar y, concretamente, del uso que para ello se hace de ese objeto esférico omnipresente que es la pelota, ya sea para el fútbol europeo (soccer), americano, etc.
Por lo demás, el ambientazo en las calles estos días es total. La gente pasea y se divierte sin límites. Acuden masivamente a los bares, restaurantes y salas, pero hay tantos que no hay sensación de masificación. Aunque los espectáculos se reparten por todo el centro, la 6th Street es el meollo del festival. Aquí se puede comer en el "Bikinis", restaurante sports-bar donde las camareras van precisamente en bikini, y luego tomar copas hasta reventar en el "Coyote", donde las chicas acaban bailando provocativamente en la barra. Hay una actitud bastante desinhibida por parte de muchas chicas texanas que convierten las pelis americanas de juergas en puro neorrealismo.
Otra principal atracción de Austin es su Capitolio, el más alto de Estados Unidos (por encima del de Washington). Su visita es gratuita y permite contemplar el orgullo con el que los texanos miman sus instituciones y le dan pleno acceso a la gente. El edificio es bello, majestuoso y enorme. Dentro, los retratos de todos los gobernadores del estado (y de los presidentes en la época en que Texas fue independiente), así como las salas del Congreso y del Senado, ambas en la segunda planta. Desde fuera se puede divisar en la fachada los escudos que han ejercido soberanía histórica sobre estas tierras: España, los Borbones franceses, México, periodo independiente, la Confederación y la Unión. En este sentido, llama la atención el monumento a los muertos en la Guerra de Secesión por parte de los estados sureños, entre ellos Texas, que propugnaban mantener la esclavitud. Enfrente, un homenaje a los caídos en El Álamo, en su lucha por independizarse de México. Ya digo, orgullo de su historia y sus tradiciones, aunque algunas sean más que cuestionables.
Por lo demás, la ciudad no tiene mayores lugares de interés histórico (es un estado muy nuevo, claro), pero su vitalidad cultural y su urbanismo amigable hacen de Austin un sitio absolutamente visitable y muy recomendable. Ahora tenemos que dejar la ciudad para poner rumbo a Nueva Orleans...
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