Soria es una provincia injustamente olvidada. Y es una pena, porque el norte de la provincia es un auténtico paraíso, pues contiene la masa de pinares más grande toda Europa, amén de albergar sierras espléndidas (los Picos de Urbión es el mejor ejemplo), circos glaciares con lagos impactantes como la Laguna Negra o el embalse de La Cuerda del Pozo, que no solo está rodeado de espesa vegetación (pinos, robles, etc.), sino que cuenta con dos zonas perfectamente habilitadas para el baño: Playa Pita y Playa Gamella. Establecidos en Vinuesa, un pueblo encantador de apenas 1.000 habitantes a medio camino entre el embalse de La Cuerda del Pozo, la Laguna Negra y las sierras de Urbión y de Cebollera, es un magnífico punto de partida para visitar la zona. Primero nos decidimos por el playeo, así que fuimos, primero, a Playa Pita, situada entre Abejar y Molinos de Duero. Siguiendo el camino señalizado no hay pérdida. Se aparca (gratuitamente) y a disfrutar de un día entre pinares y una serie de pequeñas playas con arena muy fina y espacio para adentrarse en el agua (hasta cierto punto) sin peligro. Agua fresquita, muy agradable para estos días de agosto, donde aquí rondamos los 30 grados. La otra playa del embalse es Playa Gamella, ubicada cerca del pueblo de Herreros. En este caso son los robles los que nos protegen del sol y la zona de baño cuenta igualmente con estupenda arena fina.
De vuelta a Vinuesa parte la ruta para el norte, hacia la Laguna Negra (1.753 metros de altitud). Al llegar hay que pagar 4 euros por el parking y, para recorrer el último tramo hacia la laguna, se puede bien subir andando un empinado camino (o por la carretera) bien tomar un autobús por 1,20 euros la ida y vuelta. A los pies de la Laguna Negra, una pasarela nos permite recorrer una parte, pero luego podemos tomar caminos por los alrededores. Incluso se podría subir y acceder a la Laguna Helada y, con dos horas más de camino, alcanzar el Urbión.(2.228 metros). Pero, ya si eso, otro día... Hay que recordar que el precio del parking incluye una visita a la Casa del Parque, centro de intrepretación de la zona, bastante interesante.
Valle de Arán
El Valle de Arán es una comarca situada en los Pririneos del noroeste de Lleida, tradicionalmente mejor comunicada con el departamento francés del Alto Garona que con el resto de Cataluña y España. Por ello, conserva una lengua propia (el aranés), unas costumbres específicas y una especial relación con los vecinos franceses. La llegada al valle ya impresiona cuando, tras atravesar el túnel de Viella, llegamos a la capital de la zona con un descenso que nos permite contemplar la majestuosidad del valle. Desde Viella partimos hacia una de las rutas emblemáticas: Uelhs deth Joèu. Para ello seguimos rumbo noroeste la carretera del valle, hasta Las Bordas y de ahí seguimos el camino señalizado como Uelhs deth Joèu y Artigas de Lin. Tras unos kilómetros de camino forestal asfaltado se accede al aparcamiento (gratuito) y se puede empezar ya a caminar o bien tomar un trenecito que tiene dos paradas. Lo más sencillo es bajarse en la segunda, en el refugio de Artiga de Lin, y así todo es llano o cuesta abajo. El camino es impresionante, a los pies mismos de altas montañas por un valle todo verde. Empezamos estando a los pies del Coll de Toro, detrás del cual está el Pico Aneto (3.404 m.), pero no se ve. Seguimos una ruta sencilla de menos de 3 kilómetros bajando junto al río Joèu, que es un rebrote 4 kilómetros después del Aigualluts (en el Valle de Benasque, en Huesca), originado en el propio Aneto. Al final del circuito, el Joèu forma unas bonitas cascadas y ya se da por concluida está espléndida experiencia. Como nos hemos quedado con ganas de ver el Aneto, vamos a Vilamós, la población conocida por ser el mirador oficial de la montaña más alta de los Pirineos y la segunda de la Península Ibérica.
Precisamente, es un disfrute visitar los pequeños pueblos del Valle de Arán, como el citado de Vilamòs (1.255 m.) o Bossòst (712 m.), ya en el valle. Este último recuerda mucho a otros vistos en los Alpes suizos, con sus casas de vigas de madera vista y tejados negros picudos para evitar que se pose la nieve en invierno; en este caso, con su puente sobre el río Garona, que baja con fuerza y donde se practica rafting. Encantador. Un poco más al norte llegamos a Bausen (931 m.), desde donde se hace la ruta del Bosque de Carlac, un hayedo precioso. Antes, a la salida del pueblo, nos encontramos con la tumba de Teresa, que protagonizó una historia de amor con final trágico a principios del siglo XX. Cerca hay un banco al borde del precipicio para contemplar una de las más impactantes vistas del Valle de Arán. De vuelta a Viella, y continuando hacia el este, merece la pena visitar la iglesia románica más antigua del valle (siglo XII), en Escunhau. Y llegando a Baqueira, la carretera sube hacia Montgarri (1.655 m.), un pueblo hoy prácticamente abandonado y desde el que se accede a una altiplanicie y a un recorrido muy interesante por la zona.
Dejamos el Valle de Arán con una mezcla de pena y alegría por lo que hemos visto. Pero queremos poner un gran punto y final con la visita al Congost de Mont-rebei, un desfiladero formado por el río Noguera Ribazorçana, en el límite de las provincias de Lleida y Huesca. Para ello salimos desde Viella y viajamos hacia el sur por la N-230, hasta Puente de Montañana. De ahí tomamos un camino asfaltado de varios kilómetros, hasta llegar a una zona de parking, que cuesta 5 euros. Pero nosotros optamos por dejar el coche a un lado del camino. Luego la ruta consiste básicamente en caminar por el desfiladero. La opción más corta son 3 kilómetros de ida (y los mismos de vuelta) por un camino que atraviesa un puente colgante y una parte excavada en la roca auténticamente impresionante. Las vistas son de vértigo y la experiencia, inolvidable. Se podría seguir más adelante, hasta los 10 kilómetros, por unas escaleras situadas en la parte aragonesa del desfiladero y con unas pendientes importantes, pero eso ya lo dejamos a los más valientes.
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