martes, 1 de abril de 2008

ECONOMÍA / El ocaso de la construcción


Hay muchas voces quejosas estos días que proclaman cual profetas del desastre la crisis del sector de la construcción (inmobiliario y todos sus adyacentes), con los supuestas consecuencias nefastas que ello tendrá sobre la economía española: el parón empresarial, el desempleo galopante, la reducción del superávit estatal, etc. Para evitarlo, muchos magnates del ladrillo (sempiternos defensores del libremercado a ultranza) no dudan en reclamar ahora ayudas al Estado en forma de rehabilitaciones y nuevas promociones de vivienda protegida (sí, las mismas que hasta ahora ellos despreciaban cegados por el afán de lucro).

Seamos claros, vivimos en una economía cíclica, donde todo lo que sube, baja y viceversa. Y la construcción ha subido muchísimo. No se puede esperar razonablemente que el ritmo de vivienda nueva se mantenga siempre en las 760.000 que se iniciaron en 2006. Por mucho que el españolito se muera por el ladrillo en propiedad no es posible tanta ansia (ni somos tantos). Ni es buena cosa. Todos sabemos lo que se ha ganado en la última década: los empresarios con formidables promociones especulativas, los usuarios con reventas del doble, el triple o más en muy poco tiempo, las entidades financieras con créditos escandalosos, las Administraciones Públicas con suculentos ingresos por recalificaciones, IVA, etc.

Pero se ha perdido mucho también: una economía escesivamente vinculada a la construcción es pan para hoy y hambre para mañana, aporta muy poca productividad y es caldo de cultivo excepcional para la corrupción. Todos conocemos muchos casos. Y más que no aflorarán nunca. Los precios hace mucho que se pusieron imposibles, con lo que aumenta la brecha de desigualdad en un derecho fundamental como es el acceso a la vivienda, especialmente para jóvenes y gente con pocos recursos. Mientras, los Gobiernos, especialmente el segundo de Aznar, pero también el primero de Zapatero, han mirado vergonzosamente para otro lado. Claro, como todos los niveles habituales de la economía neoliberal crecían, a ver quién se atrevía a poner el cascabel al gato. Poco importaban las mordidas y el medioambiente, el caos urbanístico y el enfermizo olor a dinero fácil que nos ha recorrido a todos en los últimos años. Este modelo ha de caer, ya lo está haciendo: los precios de los pisos van a la baja y es el primer aviso. Pero hay que sustituirlo por otro más razonable. Esa es la responsabilidad de todos y del Gobierno, el primero.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

No se pueden negar la especulación y la corrupción en la construcción en los años del "boom". Pero, para bien o para mal, ha sido el motor de la economía española en los últimos años y ahora no se puede parar de golpe, porque las consecuencias serán nefastas para todos los sectores. Aunque no subvencione a "los señores del ladrillo", el Gobierno tiene que tomar medidas inmediatas para frenar la caída. Estas podrían ser desde la promoción de todo tipo de obra pública a incentivar la vivienda protegida o llevar a cabo una reforma fiscal. Tiempo habrá para intentar que la economía tenga unas bases más firmes que la industria de la construcción, pero de momento el corazón no puede pararse.

Pacman dijo...

Totalmente de acuerdo, Charo. Hay que tratar de controlar al máximo las consecuencias negativas de la crisis, pero las nuevas bases tendrán que ser más sanas, porque si no siempre volveremos a pasar por la misma situación.

Un abrazote y otro para Laura!!

Juanjo dijo...

Me gustaría destacar el efecto tan nefasto que va a tener el desplome del sector construcción sobre los "pequeños especuladores", que tanto daño han hecho con su entendible avaricia acumulativa. ¿quién no conoce a alguien que ha comprado algun inmueble con la intención de venderlo a muy corto plazo y obtener unos suculentos beneficios?
Quienes a última hora se hayan subido a la ola especulativa se habrán dado cuenta que no se sacan de encima sus compras si no es rebajando sustancialmente el precio, y con ello el previsible beneficio.
Si alguno de estos "pequeños especuladores" se arruina, no seré yo quien les llore.

Pacman dijo...

Se me revuelve el estómago cada vez que paso por una urbanización recién construida con bastantes carteles de "se vende" o "se alquila" luciendo ya en sus nuevos y flamantes pisos. ¡A especular mientras que a los que realmente lo necesitan no les alcanza!

Buena reflexión, Juanjo.

Saludos!!

Anónimo dijo...

Pues yo no estoy de acuerdo con Charo. Si las constructoras e inmobiliarias hubieran provisionado pérdidas futuras, o hubieran diversificado, o vendido activos a tiempo, sabrían como afrontar el problema. Se trata de hacer una buena gestión empresarial.

Anónimo dijo...

Tobías

Las grandes constructoras han diversificado hacia el sector energético y han salido al exterior. Además, buena parte de su negocio está en la obra pública, que seguramente se mantendrá.

Las constructoras especializadas en residencial lo tienen peor, porque su negocio se ha reducido y se están viendo arrastradas por los impagos de sus clientes promotoras. Pero, trasladar su negocio hacia la obra pública es muy difícil, porque este es un "coto" de las grandes.

Las promotoras también han salido al exterior y están diversificando hacia los sectores terciario e industrial, además del patrimonio en renta. El problema está en la deuda que tienen por compra de suelo (que por efecto de la nueva ley del suelo ahora vale menos que cuando lo compraron) y, sobre todo, en las empresas que han cambiado de dueños en los últimos años. Aquí está el grupo de cabeza, en el que los accionistas entraron con financiación externa y ahora el negocio no da para pagar. Aquí si se puede hablar de falta de previsión, pero en el resto yo creo que no.

Anónimo dijo...

Yo creo que el que hace una buena gestión es el que sabe adaptarse a las circunstancias. Si en tiempos de bonanza, las constructoras e inmobiliarias no generaron recursos propios, pensando que el crecimiento de los precios y las ventas iba a ser siempre alto, es que no supieron prepararse. Fallaron en sus predicciones e invirtieron mal y en exceso. Y el que compró suelo rústico pensando que todo se recalifica, pues que le vamos a hacer, se equivocó. Se dejó llevar por una práctica que a otros les fue bien anteriormente, pero a la que se le tenía que poner límite. Hay una máxima en las inversiones que dice que rentabilidades pasadas no garantizan ganancias futuras. Esto es como la fábula de la cigarra y la hormiga. El que ha hecho los deberes bien, y diversificó, recogió beneficios a tiempo y destinó parte de ellos a recursos propios, pues pasará mejor el invierno que se ha echado encima.

Pacman dijo...

Muy interesante este último debate entre Charo y Tobías.

Enhorabuena por el nivel y gracias por participar!!

Anónimo dijo...

Sacado de una noticia de "El Pais".
Si esto no es sangrante, que venga Dios y lo vea:

Vende un piso de 109 metros cuadrados en el que nunca pensó vivir. "Lo compré como una inversión. Tengo otros dos chalés en Madrid. Le pagué a El Pocero los 3.000 euros de entrada y una letra de 645 euros al mes durante tres años, pero ahora el banco no me concede la hipoteca para pagar lo que me queda porque dice que tengo dos casas más y con mi nómina no se arriesgan", explica.

También tiene tres casas Ian, de 41 años. En las dos que ha comprado en el residencial Francisco Hernando acaba de poner un cartel: Se alquila o se vende. Él vive con su mujer y sus dos hijas en Rivas Vaciamadrid. "El ático, de 210 metros cuadrados, y el piso, de 164, los compramos por 45 millones cada uno. Ahora vendemos por 54 porque la promotora los vende por 55. Todos pensábamos que esto era el chollo del siglo. Hay gente aquí que ha comprado 10 pisos. Yo compré estos dos para que mis hijas pequeñas tengan la vida solucionada".

Pacman dijo...

Impresionante documento, J.J. Gracias!!