lunes, 16 de agosto de 2021

VIAJES / Galicia: Ribeira Sacra y Rías Baixas


En un agosto de calor asfixiante como este nada mejor que irse al fresquito que normalmente ofrece Galicia, amén de sus maravillosos parajes naturales y estupendos valores culturales y gastronómicos. Desde Madrid es un viaje relativamente largo que da pie a varias paradas también de alto interés. Es el caso de Astorga (León), cuyo patrimonio histórico-artístico más destacable se compone de la catedral, el Palacio Episcopal (obra de Gaudí), la casa consistorial y la ergástula romana, todos ellos declarados Bien de Interés Cultural. Poco más adelante (siguiendo la autovía A-6) nos encontramos con Ponferrada (León), capital de la comarca de El Bierzo y bañada por el río Sil (que nos encontraremos luego en el cañón que forma en la Ribeira Sacra), donde destaca el castillo templario, la renacentista Basílica de la Encina y mozárabe Iglesia de Santiago de Peñalba. Si se prefiere entrar a la comunidad gallega por la A-52 tenemos Puebla de Sanabria (Zamora), donde sobresale el imponente Castillo de los Condes de Benavente (siglo XV) y la románica Iglesia de Santa María del Azogue. También merece la pena Allariz (Ourense), declarada Conjunto Histórico Artístico, donde es un placer pasear por sus calles empedradas y visitar su románica Iglesia de Santiago.

Iniciamos este recorrido gallego hacia la Ribeira Sacra (área que comprende el sur de la provincia de Lugo y norte de la de Ourense) empezando por la ciudad de Lugo, de origen romano (Lucus Augusti) y fundada en el año 25 a. C. Su herencia se muestra especialmente en la muralla romana, única en el mundo, que conserva todo su perímetro y que es Patrimonio de la Humanidad, además de en las termas y en uno de sus puentes. Todo un placer pasear por su casco antiguo, tan tranquilo y bien conservado. Cerca, fuera de la muralla, el parque de Rosalía de Castro es muy disfrutable y proporciona unas espléndidas vistas sobre el río Miño y toda la comarca. Hacia el sur nos encaminamos a Portomarín, un coqueto pueblo que domina desde lo alto el Miño en un paraje frondoso y bucólico. El pueblo tuvo que "subirse" al Monto do Cristo cuando en 1962 se construyó el embalse de Belesar. Incluso la contundente y románica Iglesia de San Nicolás tuvo que ser trasladada piedra a piedra. Más al sur, merece una visita Chantada, sobre todo por ser un importante núcleo de bodegas de la D.O. Ribeira Sacra, cuyos viñedos se reparten dramáticamente por las empinadas laderas de la comarca, como veremos durante todo el viaje. Así, comimos en el mesón-bodega Do Veiga, donde degustamos unos platos exquisitos (a destacar la ternísima ternera) regados por vino de la tierra. Cuesta llegar hasta aquí, adonde se accede por unas carreterillas bien estrechas y sinuosas, pero vale muchísimo la pena, no solo por la comida, sino también por las gloriosas vistas desde lo alto y sobre el río Sil [foto 2].

Como ruta de naturaleza, es obligada la visita a la Fervenza de Augacaída [foto 3], una cascada (salto de agua de 40 metros de altura) formada por el río Aguianza en su desembocadura al Miño. Se encuentra más al sur, cerca de la aldea de Marce, y se accede por carreterillas en un estado digamos que bastante regulero. Tras dejar el coche en una zona de parking, se inicia una senda de 1,4 kilómetros para llegar a los pies de la cascada. El camino es de dificultad suave en general, pero hacia el final nos encontramos con una bajada bastante empinada. Pero bien vale el esfuerzo. La capital de la Ribeira Sacra es Monforte de Lemos, que tiene un centro paseable y de cierto interés, atravesado por el Cabe, el otro río importante de la comarca, afluente del Sil. Uno de nuestros alojamientos más destacables del viaje es el hotel-balneario Iberik Augas Santas, situado dentro del municipio de Pantón, pero ubicado en plena naturaleza, completamente alejado del mundanal ruido. Un sitio ideal para desconectar y disfrutar de sus aguas como referente que es del termalismo gallego. Luego nos dirigimos a Os Peares para abordar el recorrido más característico de la Ribeira Sacra: el Cañón del Sil. La curiosidad de Os Peares es que se trata de un municipio repartido entre dos provincias, Lugo y Ourense, y acoge la confluencia de tres ríos: el Sil desembocando en el Miño y el Búbal terminando en el Miño.

La importancia como enclave de confluencias que es Os Peares nos lleva a iniciar desde aquí la ruta del Cañón del Sil, para el que se pueden acometer dos rutas: una remontando el Sil por abajo y otra por arriba. La parte superior nos lleva a ver aldeas típicas de la zona y maravillosos miradores de vistas impactantes [foto 1]. Acerca de los miradores, hay tantos que es mejor seleccionar (algunos están cerca de la carretera, otros suponen un pequeño paseo). Para mí, los mejores son el Mirador de Vilouxe [foto 1], Mirador de Pé do Home, Balcones de Madrid y Mirador de Cabezoá. Asimismo, en este recorrido por lo alto podemos visitar el emblemático Monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil, que también es Parador. De forma gratuita se pueden visitar sus tres claustros de diferentes estilos (románico, gótico y renacentista) que dan fe de su belleza y majestuosidad. Por su parte, la ruta por abajo es frondosa y se mantiene cerca del río Sil, culminando con la presa de San Estevo y su mirador. Las dos rutas confluyen en el Embarcadero de Santo Estevo [foto 4], desde donde se contratan viajes en barco por el Sil (12 euros por persona, reserva obligada en estas fechas) para obtener la imagen contraria que desde los altos miradores: desde abajo, por el río, entre altas paredes y laderas empinadas con algunos viñedos imposibles en el lado lucense y mucha frondosidad en la parte orensana.

Tras la Ribeira Sacra nos dirigimos, siguiendo el curso del Miño, a la ciudad de Ourense, caracterizada por sus múltiples puentes y las aguas termales, y disfrutamos de un agradable paseo por las calles del centro. Antes de salir de la provincia orensana visitamos Ribadavia (localidad en la ribera del Avia), donde destacan su castillo y su antiguo barrio judío. Ahora nos adentramos en la provincia de Lugo y nos va llegando ya el aroma del océano Atlántico y se nota el microclima templado de las Rías Baixas. La primera parada es Vigo, la mayor población de toda Galicia, cuyo casco antiguo (y su Concatedral de Santa María) nos sorprendió agradablemente y donde nos dimos nuestra primera comilona de mejillones y otras delicias costeras. Pero nuestro destino es Sanxenxo y seguimos hacia el norte. Antes, paramos en Combarro, un pueblo particularmente bello por su curioso recorrido de hórreos (antiguos almacenes de piedra para conservar el grano). Llegamos finalmente a Sanxenxo, localidad típicamente vacacional de Galicia; de hecho, las costas de las Rías Baixas son el destino gallego por excelencia de sol y playa, y su litoral a veces recuerda a la Costa Brava o a la Mallorca más frondosa. No obstante, nuestro alojamiento se sitúa lejos del pueblo, concretamente en la magnífica y amplísima playa de A Lanzada [foto 5]. Aparte del relajado y merecido descanso playero, para completar la visita a las Rías Baixas recorremos en coche la península de O Grove (incluyendo visita al Mirador de Siradella), en cuyo puerto se pueden realizar múltiples excursiones marítimas, la isla de La Toja (su famoso balneario y poco más), la bonita población de Cambados y la exhuberante isla de Arousa, donde hacemos día de picnic cerca de la playa de La Secada.