lunes, 21 de noviembre de 2016

CINE / 54º Festival de Gijón (y 2)

"Death In Sarajevo" [****], de Danis Tanovic (Sección Oficial)
Ambiciosa, imaginativa y necesariamente pesimista visión de Danis Tanovic sobre el futuro de su país y por extensión del de Europa, al establecer un evidente paralelismo entre el hotel que ya vivió sus momentos de gloria durante los JJ.OO. de invierno de Sarajevo en 1984 y ahora apenas se sostiene, lastrado por los conflictos laborales entre los trabajadores (que convocan una huelga porque llevan tiempo sin cobrar justo el día que puede ser la última oportunidad para la supervivencia del negocio) y una dirección mafiosa y gangsteril oculta en los sótanos (que no hace falta detallar qué métodos utiliza para evitarla), con la propia Bosnia-Herzegovina, que sin duda conoció tiempos mejores y ahora está sumida todavía en las disputas y diferencias que la terrible guerra civil que asoló los Balcanes ha dejado como herencia. Sin olvidar la extrapolación que hace al conjunto de Europa con el macguffin del centenario del asesinato del archiduque Francisco Fernando, espoleta para toda una serie de reflexiones sobre en qué momento murió la idea de un continente unido por un ideal común (a pesar de los sucesivos intentos por retomarla). Brillante tanto a nivel conceptual como narrativo (sorprende por su fluidez y agilidad) y también en la armonía de una puesta en escena teatral con una composición de planos realmente meritoria.

"The Birth Of A Nation" [***½], de Nate Parker (Sección Oficial)
La última ganadora en el festival de Sundance es lo que aparenta, la visión contraria al filme del mismo título de 1915 de D.W. Griffith, un rabioso alegato contra el racismo y la esclavitud articulado en torno a la historia del predicador (y también esclavo) Nat Turner, que, utilizado por los amos sureños para apaciguar los conatos de rebeldía a través de la palabra de Dios, acabó liderando una sangrienta revuelta contra ellos a la vista de las atrocidades e injusticias que sus semejantes padecían. Poderosa en imágenes y bien contada, solo un exceso de efectismo en los momentos más melodramáticos y su nula sutilidad en el planteamiento pueden minorar el valor de lo que, en general, es un notable filme.

"Migas de pan" [***], de Manane Rodríguez (Sección Oficial)
Son de sobra conocidas las dramáticas consecuencias de los regímenes dictatoriales que coparon el Cono Sur americano en los años 70 y 80 del siglo pasado, aunque quizá el uruguayo siempre ha pasado más desapercibido que el argentino y el chileno, incluso que el paraguayo. Y para eso nace este personal proyecto de la directora Manane Rodríguez, para dar visibilidad a las mujeres que sufrieron secuestros, violaciones y encarcelamiento por sus ideas políticas en el país charrúa; es el caso del personaje que encarnan en dos espacios temporales Cecilia Roth y Justina Bustos, la fotógrafa exiliada en España que tiene que ajustar cuentas con su pasado y aquéllos que se lo arrebataron mientras tiene que vencer todavía la incomprensión de su propia familia. No aporta nada nuevo, quizá le falte mayor carga dramática ante la dureza de la historia, pero está correctamente filmado y cumple su función sobradamente.

domingo, 20 de noviembre de 2016

CINE / 54º Festival de Gijón (1)

"The Handmaiden" [****½], de Park Chan-Wook (Gran Angular - Ficción)
Brillante a todos los niveles es el resumen más adecuado para el nuevo trabajo de Park Chan-Wook; si visualmente es una delicia, con una serie de planos deslumbrantes, narrativamente no se queda atrás, con una articulación en tres capítulos muy apropiada y un uso magistral del flashback para engarzarlos. Y con todo, lo mejor es ese tono atrevido, perverso y juguetón que busca constantemente la complicidad del espectador para que afloren en él las mismas bajas pasiones, deslealtades y demás sentimientos oscuros que revisten esta historia, pero también el amor verdadero y el sentido del humor. Un cóctel explosivo, rematado con el inevitable toque violento y gore denominación de origen del cine coreano, para conformar sin duda uno de los títulos imprescindibles del año.

"Layla M." [***], de Mijke de Jong (Sección Oficial)
Un ejemplo práctico de lo que podemos escuchar y ver en cualquier telediario hoy en día sobre el problema yihadista en Europa. El de una joven nacida en Ámsterdam en segunda generación de inmigrantes musulmanes, que ante los incrédulos ojos del resto de su familia que ha entendido que deben integrarse en las costumbres del país que les ha acogido, se va radicalizando de forma progresiva hasta el punto de abandonar los estudios, relacionarse con lo que ya podemos denominar como terroristas, casarse con uno de ellos y escapar a Oriente Medio (en este caso, Jordania). Y todo para acabar dándose cuenta de que el papel de la mujer para estos islamistas radicales es el de ver, oír y callar, y que morir por Alá en la lucha contra el infiel quizá no sea tan buena idea. Todo correcto y necesario, rodado de forma sobria y convincente, pero que a mí particularmente tanto apego a la realidad actual nunca me agrada en exceso, para eso prefiero los documentales...

"The Neon Demon" [**], de Nicolas Winding Refn (Géneros Mutantes)
Aceptando el particular estilo de filmar de Nicolas Winding Refn, tan atmosférico con esas musiquitas y esas luces de neón que pretenden ser tan cool, e incluso valorando que un esteta como él proponga una crítica despiadada sobre la frivolidad, la futilidad y lo etéreo de la belleza y las industrias que la trabajan, lo que no es de recibo es que un alarde de excesos en los últimos veinte minutos de metraje arruinen todo lo anterior y provoquen la risa vergonzosa del espectador ante el nulo sentido del ridículo que demuestra, sin duda el síntoma infalible de que el castillo de arena se ha venido abajo. Y todo por dar cabida a esa violencia gore que parece le obsesiona y que digo yo que no siempre será necesaria...

miércoles, 16 de noviembre de 2016

POLÍTICA / ¿Quién es el populista?

Mucho se habla últimamente del populismo, en tono peyorativo, claro, y como algo propio del partido justo de enfrente, no del de uno mismo. Pero, ¿qué es el populismo? Según, la Real Academia de la Lengua Española, es la "tendencia política que pretende atraerse a las clases populares". No encuentro el tono negativo por ningún lado, porque, lógicamente, las clases populares son las mayoritarias de cada sociedad; por lo tanto, si se pretende trabajar por la mayoría esto es la esencia misma de la democracia. Claro que luego conviene analizar la aplicación práctica del concepto para darse cuenta de los riesgos que ha supuesto: desde el nazismo y el comunismo hasta Jesús Gil y Donald Trump, en el sentido de llevar a cabo políticas que lo único que pretendían era captar el voto masivo mediante medidas demagógicas para beneficio particular y de las élites. Pero, ¿acaso todas las ideas políticas no acaban siendo corrompidas en alguna medida por la realidad de su aplicación y la perversión de sus defensores? ¿Por qué más el populismo que la tecnocracia? No tiene lógica. La tendencia a repudiar de primeras el populismo sólo se puede explicar por el arcano temor a las masas incontroladas, utlizadas como marionetas por los caudillos, derivado de una concepción de la sociedad y del ser humano realmente triste y muy inexacta. A mí particularmente me genera mucho más miedo estar dirigido por "profesionales" de la política que sólo dicen "verdades" que hay que acatar y que, en última instancia, sólo favorecen a las minorías.

En cualquier caso, ni una cosa ni otra. Ningún exceso es bueno, por supuesto, sólo el de la defensa a ultranza de los valores sociales y democráticos. Pero me decanto claramente por un partido que abogue por políticas para la mayoría. Sin duda. Y sin engañar al votante con falsos "caramelos" e ideas simplistas. Esta es una mala faceta del populismo y que le resta la credibilidad que gana cuando se presenta como adversario del elitismo y la tecnocracia. Veamos algunas de las propuestas más populistas (en el peor sentido de la palabra) que se han llevado a cabo en nuestro país últimamente:

-La eterna bajada de impuestos. Bajar impuestos siempre es bueno, siempre es lo mejor y nunca hay límite, el dinero es mejor que esté en los bolsillos de la sabia gente que en los del malvado Estado. A poco que se analice esta idea se observa su absurdez. Un sistema de derechos sociales como el que tenemos no se puede mantener sin impuestos. Obviamente, no queremos que ese dinero se quede por el camino ni que se malgaste, y, sobre todo, deseamos una recaudación eficiente, que paguen todos los que tienen que pagar de forma justa.

-Los regalitos a los jubilados. Qué tentador es para el Gobierno de turno decir que siempre sube el salario a los jubilados, con el fin último de tratarlos como un granero de voto cautivo, claro.

-El miedo/odio a los inmigrantes. Durante los pasados años de crecimiento, muchos puestos de trabajo (normalmente de baja cualificación) quedaban vacantes por parte de los nacionales y fueron ocupados por inmigrantes. Entonces eran buenos. Con la crisis, cambiaron las tornas y ahora son malos. Salvo si son futbolistas, por supuesto. La miopía de esta idea es que no se da cuenta de que el futuro de una España cada vez más envejecida será traer gente de fuera. Tan inevitable como lógico, si no queremos que colapse nuestro sistema.

Pues bien, el Partido Popular de Mariano Rajoy ha puesto en práctica con profusión estas tres ideas populistas (en el peor sentido). Se hartó de decir en la campaña electoral de 2011 (y de nuevo en las de 2015 y 2016) que había que bajar los impuestos, cuando en un momento de crisis era necesario mantener los ingresos. Luego subió el IVA, claro. Y cuando se acercaban otras elecciones bajó impuestos. A quién, cómo y cuánto, poco importaba. Lo fundamental era regalar los oídos a los votantes. ¿Que se descuadraban las cuentas? Ya nos haremos los remolones ante la Unión Europea cuando nos elijan...

Todos recordamos cómo Rajoy criticaba ferozmente que Zapatero congelara (sólo un año) las pensiones (después de haberlas subido más que nadie en los años anteriores). Ahora, Rajoy se jacta de subirlas siempre, eso sí, unas miserables decimillas. Y si luego no hay dinero, se tira de ese fondo tan majo de las pensiones que dejó Zapatero con 66.815 millones de euros y me lo pulo en cinco años dejándolo en 25.176 millones en 2016 (en 2017 ya se habrá agotado). ¡Eso es ser un gran gestor, claro que sí!

¿Que hay mucho paro y no quiero que me echen a mí las culpas? Pues se las echo a los inmigrantes, hombre, que nos quitan el trabajo de los es-pa-ño-les. Ese trabajo de tanta calidad, donde el empleado (merced a esa gran reforma laboral de Rajoy) es un mero muñeco en manos del empresario (ese empresariado cuyos representantes están pasando por la cárcel, no sé si sabéis...). Así que va Rajoy y quita el derecho de atención sanitaria a un millón de inmigrantes. Y refuerza las vallas de Melilla con cuchillas. Fácil y barato. Y ganas votos que es una pasada... Lo mismo que con el terrorismo. Cuando desgraciadamente ETA estaba activa, ¿el Partido Popular en la oposición le tendía la mano lealmente al Gobierno del PSOE? No, chico, no, lo utlizaba como arma arrojadiza... Puro electoralismo populista.

Luego, ¿quién es el (mal) populista aquí? Así que cuando Donald Trump habla a algunos que se sienten culpables les parece que suena a Podemos, pero en realidad es un calco muy aproximado del Partido Popular. ¡Lo tenemos aquí mismo! Y ya sabemos el resultado final de sus políticas: corrupción y desigualdad social.

domingo, 6 de noviembre de 2016

CINE / 13º Festival de Cine Europeo de Sevilla (y 2)

"Jamais contente" [***], de Emilie Deleuze (Selección EFA)
Tras un inicio dubitativo con amago de ser la típica pedantería pretenciosa que a veces se gastan los vecinos franceses, no cuesta acabar empatizando con la rebelde adolescente sin más motivo para serlo que pasar inadvertida por estar en el medio entre la hermana mayor ya casadera y la pequeña brillante en los estudios, insatisfecha con todo lo que la rodea. Bastará un profesor que la motive para interesarse por la literatura y su entrada como cantante en un grupo de música, con todos los demás miembros chicos, para que su existencia empiece a tener sentido y se reconcilie con su familia en particular y el mundo en general. Película correcta, con momentos más divertidos que otros, que entretiene lo suficiente, pero que evidentemente no es de las que perduran en la memoria...

"Le fils de Joseph" [*], de Eugène Green (Sección Oficial)
Todavía dudo si es peor aburrirse en una sala de cine o salir con la incómoda sensación de que no te has enterado del todo de la película porque el director es un genio y no has sabido estar a su altura. Lo segundo es lo que me ocurre con esta ¿fábula? o ¿comedia? excesivamente simbolista que parece querer reivindicar la espiritualidad como medio para llegar al conocimiento y a la felicidad. Sí parece claro que hay que estar ducho en las Antiguas Escrituras para interpretar los diferentes capítulos en los que está dividida esta por lo general incomprensible cinta, en la que los protagonistas miran de frente a la cámara mitad en posición rígida mitad como si estuvieran iluminados como si de verdad fueran los miembros de la Sagrada Familia ???. Cine endogámico hecho hacia dentro y no para el espectador, eso sí lo tengo claro...

sábado, 5 de noviembre de 2016

CINE / 13º Festival de Cine Europeo de Sevilla (1)

"A War" [****], de Tobias Lindholm (Selección EFA)
Curioso que las dos últimas cintas elegidas por Dinamarca para optar al Oscar a mejor película de habla no inglesa sean de carácter bélico, con la prolija producción que tiene el país nórdico. Esta que nos ocupa consiguió la nominación el año pasado de forma merecida (ya veremos qué suerte corre en la próxima edición la notable "Land Of Mine" -Martin Zandvliet, 2015-), tal es la cantidad de reflexiones que provoca en el espectador sobre la responsabilidad que conlleva el mando, incluida la de proteger a los tuyos, la dificultad de tomar decisiones bajo todo tipo de presiones, con el añadido de estar lejos de tus seres queridos, y la exposición a ser juzgado por las consecuencias que acarrean. Todo eso soporta el protagonista, un oficial al mando de una unidad en Afganistán que acaba procesado en su propio país por crímenes contra civiles cuando él solo pretendía proteger a su hombres en una situación de conflicto. El director es valiente a la hora de emitir el veredicto, pero no se olvida de dejarnos claro con todo tipo de detalles que ese hombre ya llevará para toda la 
vida en su conciencia la penitencia o el castigo que él mismo se quiera autoimponer. Y es que ya sabemos que todo es gris en esta vida y que la línea que separa lo correcto de lo que no lo es apenas es visible...

"Dogs" [***½], de Bogdan Mirica (Las Nuevas Olas - Ficción)
Si algo llama la atención en este thriller-western rumano, además del mensaje cuasi filosófico de enfrentar a la gran urbe, la modernidad y los aires de cambio con el medio rural, la tradición y el inmovilismo, es la admirable capacidad de su director Bogdan Mirica en el uso de la elipsis como recurso narrativo, para dejar fuera de plano la explicitud de una violencia soterrada siempre latente que se adueña del relato desde el principio y obligar al espectador al sano ejercicio de avanzar con él y no esperar que se lo den todo hecho. Algo que parece simple como vender unas tierras heredadas se irá complicando hasta límites insospechados en esta opresiva, sobria y sorprendente cinta, una pequeña joya que, como suele ocurrir, se quedará lejos del alcance del espectador medio...

"Une vie" [*½], de Stéphane Brizé (Sección Oficial)
Reconociendo la dificultad de adaptar un texto literario del siglo XIX a un medio como el cine respetando la esencia del mismo, he de decir que el intento de Stéphane Brizé resulta cercano al tedio. La historia de la joven que se aparta de la vida en un convento por amor con la esperanza de vivir una vida plena y feliz junto a su esposo pronto se convierte en todo lo contrario, una desgraciada y frustrante existencia provocada por los continuos engaños y traiciones que sufre por parte de casi todos sus seres queridos, desde el cónyuge infiel 
hasta su propio hijo, y por la rigidez de los convencionalismos de la época. Un verdadero drama que se ve diluido ante la profusión de planos fijos tan poéticos y silenciosos como interminables y una extraña afición a alternarlos con otros en los que la estridencia sonora, bien de diálogos subidos de tono o de ruidos provocados tanto por los elementos meteorológicos como por los protagonistas, rompe la supuesta armonía y provoca un efecto bastante molesto. En definitiva, un estilo de rodar que no es de mi agrado...