lunes, 21 de febrero de 2022

VIAJES / La Palma, isla de volcanes

Siempre me había atraído conocer la isla de La Palma, sobre todo después de visitar la mayor parte de las Canarias (Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura). Pero, precisamente, echaba en falta los paisajes frondosos y quebrados de la zona más occidental. La reciente erupción del Cumbre Vieja me devolvió las ganas pero preferí esperar a que la tierra se calmara. No me apetecía ir de turista de tragedias. Ahora, con la reconstrucción, tiene más sentido ayudar aunque sea con gasto vacacional. Para el alojamiento elegimos la preciosa Santa Cruz de la Palma: los apartamentos Calle Real, en la muy céntrica, peatonal y comercial calle O'Daly; e, importante, junto al parking público y gratuito del puerto. Porque nos hemos movido en coche, algo altamente recomendable para poder visitar en pocos días los máximos puntos de interés de la isla.

La Palma es un conjunto de volcanes (como todo el archipiélago canario) y, por tanto, esta no ha sido ni la primera ni la última erupción. Antes se habían dado las de los volcanes Teneguía (1971), Hoyo Negro, Duraznero y Llano del Banco (1949), El Charco (1712), o San Antonio (1677-78), por citar algunos. Aunque Cumbre Vieja ya ha cesado (si bien actualmente sigue humeando) impresiona verlo a cierta distancia (más cerca desde el mirador de Tajuya y más lejos, con mejor perspectiva, desde el mirador de El Time) y contemplar los terribles daños causados a tantas casas y plantaciones de plátanos que tanto abundan en la zona de Tazacorte. Una pena, la verdad.

Pero, más allá de esto, La Palma guarda grandes maravillas por descubrir. La joya es el Parque Nacional de La Caldera de Taburiente (también Reserva Mundial de la Biosfera). Hay múltiples rutas para descubrirlo en su interior. Pero la mejor visión se tiene desde lo más alto de la isla, el Roque de los Muchachos, que, con 2.426 metros de altitud, es el techo de La Palma. Se llega a él por carretera, un serpenteante recorrido que te deja la boca abierta por los paisajes que ofrece a la vista (diversos miradores se encuentran a lo largo del recorrido). Y, cuando llega a la cumbre, por encima de las nubes y con esos montañones tan verdes... no hay palabras. También se pueden ver Tenerife (y el majestuoso Teide), La Gomera y El Hierro. Ahí también se encuentra el Observatorio Astrofísico, que puede visitarse pero no tras las emisiones del volcán.

En la ruta este de la isla hacia el norte podéis encontrar la Cascada de El Tilo, a la que se llega con coche, dentro de bosque espeso y maravilloso. En el lugar hay un merendero y un restaurante de deliciosos platos caseros locales, Casa Dionisio. De vuelta a la costa, otra visita ineludible es el Charco Azul, una piscina natural que es una zona de baño realmente espectacular y muy bien equipada. Lo abrupto de La Palma hace que apenas tenga playas lisas y amplias (salvo la de Santa Cruz), sino más bien pequeñas calas. En la parte noreste está el faro de Punta Cumplida, que no se puede visitar si no eres cliente ya que es un alojamiento.

El mismo día que subáis al Roque de los Muchachos luego podéis seguir y bajar por el lado oeste para descubrir una zona más escarpada y con plantaciones de vid, pues en la isla se hace buen vino (nosotros probamos el blanco afrutado de uva albillo y nos encantó). De la parte noroccidental me sorprendió sobremanera la visita a la Cueva Bonita, en Porís de Candelaria, un minipueblo alojado en una cueva a los pies de un impresionante acantilado, junto al mar, al abrigo de las rocas. La llegada tiene su aquel porque se desciende por una carreterilla de múltiples curvas cerradas y muy empinadas hacia el parking inferior (hay otro anterior pero vosotros seguid hasta el final). Desde luego, tened los frenos bien a punto y templanza en la conducción. Después de aparcar, hay que seguir bajando algo más a pie y llegaremos a este lugar mágico donde podéis daros un baño al atardecer. ¡Pero que no se os haga de noche que hay que volver a subir lo bajado!

La capital contiene algunos lugares muy agradables. Ya la vista general de Santa Cruz de La Palma, con casas de colores, da una idea de su historia como puerto de mar. Lo escarpado de su situación se puede solventar con un ascensor público que hay junto a la oficina de correos (frente al puerto) y permite subir para tener mejores vistas. La citada calle O'Daly es el centro neurálgico de la actividad de la ciudad. Por ahí se llega a la hermosa Plaza de España, donde son protagonistas la Parroquia Matriz de El Salvador y el Ayuntamiento. Más adelante alcanzamos el Museo Naval con forma de barco. Y, volviendo por la Avenida Marítima, podemos contemplar los típicos balcones de madera.

El punto final al viaje lo ponemos al sur, en el faro de Fuencaliente (bueno, son dos), junto a las salinas donde se puede ver el proceso de obtención de la sal del mar. Justo al lado tenéis el restaurante Jardín del Mar (incluido en la lista Bib Gourmand de la Guía Michelin) por si queréis daros un homenaje. Todo ello está en un paisaje bastante árido de tierra negra volcánica, lo que nos recuerda que estamos en la falda del Teneguía, que erupcionó hace 50 años y cuya huella aún queda claramente en el terreno. No olvidemos que la bien llamada Isla Bonita guarda fuego en su interior.