Muy inteligente este Obama. El presidente norteamericano ha logrado convencer a sus compatriotas de la necesidad de la cobertura sanitaria universal utilizando dos ideas muy claras, que han dado la vuelta al tradicional temor de un pueblo que siempre ha considerado la seguridad social como un ataque directo a su libertad (de elegir su propio médico privado). Sí, bueno, es una actitud difícil de asumir que en una sociedad avanzada se permita abandonar a su suerte a 50 millones de no asegurados, pero de alguna forma estaba tan enraizada como ese nefasto derecho a portar armas. Así de irracionales e implantadas están las tradiciones... Pero, con argumentos, coyuntura favorable y medidas adecuadas, ahora se han vuelto las tornas: dos terceras partes de los norteamericanos aprueban esa nueva cobertura sanitaria (aún sin definir, por cierto). Eso sí, ahí siguen los lobbys de presión y los reductos de neoliberales de la salud, pero ahora son minoría y van a la defesiva.
Y esas dos ideas básicas del planteamiento de Obama que han logrado convencer al personal son bien inapelables. La primera, que la protección sanitaria es, sobre todo, un problema de las clases medias. No sólo de un puñado de supuestos marginados que se han buscado su aislamiento y no merecen que el Estado derroche en ellos. Este planteamiento ha sido el dominante durante mucho tiempo, pero la realidad lo ha roto: la codicia de los seguros médicos privados al negar cobertura, no a pobres sino a trabajadores y profesionales (algo muy bien denunciado por el cineasta Michael Moore en "Sicko"), mientras que desde 2002 sus beneficios han crecido un 428% (según la revista Harper's), se lo ha puesto en bandeja de plata al presidente. Y el segundo gran argumento es aún más sólido, porque apela al bolsillo: Estados Unidos gasta "una vez y media más por persona en sanidad que cualquier otro país, pero no por eso tenemos mejor salud" (Obama dixit). Además, el plan costará 900.000 millones de dólares en 10 años, procedentes del ahorro del despilfarro económico actual, una cifra muy inferior al tinglado militar que Estados Unidos tiene montado en Oriente Medio. Y al estadounidense le hablas de corregir el gasto ineficaz y ya te los has ganado. Jugada maestra, jaque y mate en dos movimientos. Ahora, queda por delante algo no menos complicado: materializar el plan y aunar los apoyos suficientes en el congreso. Pero la luz verde ya está dada. Muy inteligente este Obama.
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