miércoles, 2 de septiembre de 2009

POLÍTICA / Subir los impuestos

A nadie le gusta que le suban los impuestos porque sí, sin un motivo de suficiente peso. Pero la visión debe cambiar necesariamente cuando estamos atravesando una crisis tan profunda como ésta, en la que el 18,5% de los trabajadores ha dado con sus huesos en las filas del paro y el tejido empresarial, a diferencia de otros países, no parece en estos momentos capaz de generar empleo. Quizá ciertos empresarios desearían más bien medidas tan solidarias como recibir subvenciones públicas para volver a competir en el "mercado libre", obtener ventajosas rebajas fiscales en las cotizaciones para mantener bajos los salarios o ejercer el despido libre para poner en la calle a otro millón más de personas.

Ya que afrontamos momentos difíciles habrá que asumir el esfuerzo de mantener unos niveles mínimos de renta de los ciudadanos que no encuentran trabajo. No parece nada descabellado. ¡Pero nadie pide caridad! Los 420 euros/mes que el Gobierno (afortunadamente, tras corregir su chapucera primera propuesta) acaba de aprobar retroactivamente desde el 1 de enero para aquellos que hayan agotado todas las prestaciones (por debajo del 75% del salario mínimo) son sencillamente la ayuda mínima que nos ahorra la vergüenza de abandonar a su suerte a 700.000 personas. Pero hay que asegurar que el trabajador se forma y se prepara para atender trabajos futuros. Dignos, claro. Porque los empresarios deben darse cuenta de que el salario aquí sigue estando muy por debajo de la media europea, mientras que el nivel de vida ha subido de forma escalofriante desde la introducción del euro. Sólo hay que viajar un poco y compararnos con otros países.

¿Y cómo mantener esos gastos sociales necesarios, no sólo para los parados, sino para los ancianos, la sanidad, la educación, etc., si el sector privado no genera ahora mismo cotizaciones suficientes? Obteniendo ingresos públicos, es decir, subiendo los impuestos. ¿Pero a quiénes? No parece razonable que la vía sean las rentas del trabajo, que son las que más están sufriendo la crisis. Si acaso algún margen se puede obtener de las mayores, superiores a los 60.000 euros anuales, por ejemplo. Y es que el IRPF todavía puede hacerse más progresivo, incidiendo en los niveles altos y aliviando los bajos. No en vano, el nivel impositivo español (37,9% del PIB en 2007 y 32,8% en 2008) también sigue por debajo de la media europea (40,9% en 2007). Pero el capital, origen precisamente de esta crisis (inicial y principalmente financiera) debería ser el objetivo prioritario: recuperar el recientemente eliminado impuesto sobre el patrimonio, pero que sea realmente eficaz, con una legislación inteligente como en Holanda, y aumentar las tasas sobre operaciones financieras especulativas. Y mejorar el sistema recaudatorio para acabar con el fraude de los listillos. Nada de esto es sencillo, pero una sociedad avanzada no es la que es más rica en términos macroeconómicos, sino la que sabe atender las necesidades de todos sus ciudadanos con justicia social.

Más información:
EL GASTO SOCIAL DE ESPAÑA, POR DEBAJO DE LA MEDIA DE LA UE

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