lunes, 27 de octubre de 2008
CINE / La Seminci de los despropósitos
Javier Angulo, responsable de la Seminci
Absolutamente vergonzoso e indignante lo que está ocurriendo este año en el Festival Internacional de Cine de Valladolid, la Seminci. Y no me refiero precisamente al contenido de las películas proyectadas, sino a la (des)organización del evento. ¿Cómo es posible que se vendan más entradas que butacas? ¿Cómo es posible que falle el sonido en, al menos, dos proyecciones? ¿Cómo es posible que no funcionen bien los subtítulos en, al menos, otras dos sesiones? Pues todo esto ha ocurrido este fin de semana en la Seminci. Y me imagino que seguirá ocurriendo porque el nuevo director del festival, Javier Angulo (co fundador de la revista Cinemanía) no parece hacer nada al respecto y sólo ayer pidió unas breves e insuficientes disculpas. Y es que parece que todo esto puede tener relación con la decisión de privatizar la organización de la Seminci, al externalizarla con una empresa (¿Telecyl? ¿Eulen?), que habría prescindido de dos cines con experiencia como los Roxy y los Mantería, para añadir los Manhattan y Broadway a los ya clásicos Teatro Calderón y cines Casablanca.
Rebelión en la sala 1 de los cines Manhattan...
Foto: G. Villamil (El Norte de Castilla)
Pero vamos al relato concreto de los hechos, según la experiencia sufrida por mí mismo y mis amigos. Todo se empezó a torcer cuando empezó a retrasarse la venta anticipada de entradas por internet, a cargo del desastroso sistema de Entradas.com. El jueves 23 de octubre estuvo caída la web cada dos por tres, imposibilitando una compra normal, y sólo en escasos momentos de suerte pude hacerme con parte de lo que queríamos, mientras que el resto aparecía como agotado y las entradas para el Calderón directamente desaparecían de internet. Hasta un cineclub chapucero de barrio habría dado mejor imagen. El sábado 25 comprobamos, en pleno festival, que se reservaba un cupo de entradas para su venta directa por taquilla, así que procedimos a hacerlo para la cinta canadiense "Surviving My Mother", sesión de las 19,30 h. en la sala 1 de los cines Manhattan. Nunca la vimos. Porque algún listo no calculó lo que se había vendido por internet (numerado) y por taquilla (sin numerar). Y, claro, sobre un aforo de 364 butacas, se vendieron unas 50 más. Y, así, no sólo sobraba gente (todos con su billete pagado), sino que unos sin numerar ocupaban asientos numerados, la gente se levantaba y cambiaba de sitio, nadie entendía nada... Un caos. Y, claro, entre que si se cancelaba la proyección o si algunos accedían bien a marcharse (con devolución de dinero, claro) bien a volver al día siguiente a otra sesión adicional, aquello a punto estuvo de acabar en rebelión. Debería. Por nuestra parte, decidimos abandonar la sala y, según nos contaron, se llegó a proyectar el filme una hora y media después.
Allí estuvimos (de izqda. a dcha.):
Jesus, Álex y servidor, vuelto de lado
y tapado por la mano (¡mierda!) de
Paco Heras, dueño de los Manhattan
Pero no, eso no fue todo. El domingo 26 asistimos a la película "4.000 euros", en los Broadway, en la que hacia el segundo tercio empezó a fallar el sonido, con un zumbido que imposibilitaba el buen visionado. Tras varios intentos por arreglarlo y, ante la comprensible vergüenza del director, se decidió finalmente cambiar a otra sala para terminar la película. Otra chapuza. Y la última que vivimos se dio de nuevo en la sala 1 de los Manhattan, como si una maldición se hubiera apoderado definitivamente de ese espacio. Fue con la nórdica "Los momentos eternos de María Larsson", en la que falló algo tan elemental como el subtitulado. Resulta que la proyección en sala de subtítulos en español se superponía con los subtítulos en inglés ya insertados en la película. Y como no había una minipantalla específica para añadir la traducción española hubo que subir la película dentro de la pantalla (con lo que se perdía la parte de arriba de la imagen). No sé si me explico bien. Pero, vamos, entre surrealista y lamentable.
Que un festival de carácter internacional y de la talla de la Seminci, con nada menos que 53 ediciones a sus espaldas, sufra estas humillaciones por parte de una organización inepta y caótica es más que condenable. Merece consecuencias: ¡¡JAVIER ANGULO, DIMISIÓN!!
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6 comentarios:
Nada más que añadir, perfectamente descrito lo ocurrido; una lástima, la Seminci no se merecía esto y espero que en todo lo que queda de semana se haya corregido y no vuelva a ocurrir en el futuro.
Un abrazo,
Alex
Solo una puntualización. Quien se lleva eldinero por destrozar el festival no es Eulen es Telecyl. Privaticemos el patrimonio de todos para que se le lleven unos pocos.
Otro despropósito más: la proyección de la restauradísima "Metrópolis" se hará en una sala con aforo para 1700 personas... y sólo se han puesto 194 entradas a la venta. O sea, que las 1506 butacas restantes son para periodistas, invitados, abonados y enchufados. Yo flipo.
Álex, de acuerdo en que la Seminci no se merecía esto. Por eso pienso que hacen falta dimisiones.
Anónimo, tomo nota de lo de Telecyl. De otra fuente me habían dicho lo de Eulen.
César, una auténtica vergüenza lo que cuentas de "Metrópolis". ¿Para quién es el festival, para el público o para los invitados y acreditados?
Saludos a todos!!
¡Horror,terror y pavor! estando los de TELECYL detrás ya me voy explicando el desaguisado, juas juas de lo que se entera uno.
Estos PePerufos al final lo logran ein, se cargan la Semana.
Saludos.
Más información sobre Telecyl:
www.telecyl.es
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