lunes, 3 de agosto de 2009

VIAJES / Japón (1): el impacto

Después de un viaje agotador (dos horas de Madrid a Amsterdam + cuatro horas y media de espera en la capital holandesa, donde olvidé en un restaurante la mochila con los pasajes, por lo que a punto estuvo la aventura de fracasar antes de empezar + doce horazas de vuelo hasta Tokio, eso sí, en un aparato de Japan Airlines donde tenías a tu disposición una amplia oferta audiovisual, incluyendo pelis aún inéditas en España, como "He's Not That Into You", con Jennifer Aniston, Scarlett Johansson y Jennifer Connelly, que, bueno, digamos que no está mal), en fin, después de todo esto, llegó el impacto.

El impacto de sumergirte de repente en un mundo extraño, llamativo, surrealista... Donde eres prácticamente el único físicamente distino. ¡Apenas hay turistas occidentales (no digo ya españoles,aunque éramos unos siete u ocho en el avión) en esta macrourbe superpoblada, de casi 13 millones de habitantes, que es Tokio. Donde, más que observar, eres observado como algo todavía exótico. Nuestro hotel, el Sunroute Higashi Shinjuku, es relativamente barato (nos ha salido por unos 8.000 yenes -cerca de 60 euros- la doble al día) y sus habitaciones son cómodas, amplias para lo que esperaba y están magníficamente equipadas: baño típicamente japonés con chorritos diversos en el inodoro, detalles como un pijama de manga corta tipo camisón y zapatillas (estoy más mono), superpantallón de televisión plana LCD y... ¡¡conexión a internet gratuita y por cable LAN a 54 Mbps!!

Nuestra ubicación, junto al metro Higashi Shinjuku y a 15 minutos de la enorme estación de Shinjuku (donde circulan 2 millones de personas ¡¡cada día!! y eso se nota en el caos controlado que se vive), nos sitúa en pleno barrio de Shinjuku, donde hacia el oeste puedes estar entre los mayores rascacielos de la ciudad y hacie el este adentrarte en el área de entretenimiento Kabukicho. Optamos por ésta en la primera noche: sencillamente espectacular muestrario de neones y ajetreo en las calles, tomadas por nipones (muchos jóvenes de indumentarias extravagantes) que acuden a restaurantes, karaokes, garitos de diverso pelaje, incluyendo night clubs y los llamados hoteles del amor, ensordecedoras salas de juego de Pachinko, donde parecen actuar hipnotizados... Una zona entre electrizante y decadente. Puro Tokio.

Eso sí, enseguida decidimos adentrarnos sin miedo en la cultura japonesa: cenamos en un restaurante tradicional, donde nadie sabía ni papa de otro idioma que no fuera el suyo, salvo un camarero, con el que pudimos apenas entendernos para pedir lo que queríamos, señalando los platos de plástico que lucían en el escaparate. Tomamos unos combos que incluían sopa de miso, ensalada, arroz y, en mi caso, unos pastelitos de carne con verduras. Todo muy rico, la verdad, y por sólo 790 yenes (unos 5,7 euros), aparte de una refrescante cerveza "Sapporo", por 250 yenes (1,8 euros). ¿Quién ha dicho que Tokio es caro? A eso añadimos una conversación surrealista con un señor mayor de la mesa de al lado, que trató de enseñarnos (en japonés, claro) a usar los palillos para comer. Hacemos lo que podemos...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Alberto Q.
www.lacoctelera.com/traslaspuertas

PACOOOOO geniales crónicas. Te seguiré por aquí en todo tu periplo japonés!! A cuidarse...

J.J. dijo...

Mañana mismo salgo para Munich y periplo por Austria. No es lo mismo que Japón, la verdad.

Creo que te envidio.

Espero que lo pases bien y haz miles de fotos y anota las cosas por si alguna vez se me ocurre darme una vueltecita por allí

Sayonara