(*)¿Habla usted inglés?
Conclusión para el viajero: en Japón no se habla inglés, y si se habla parece japonés, así que seguimos en las mismas. Ni siquiera la gente joven, ni siquiera en establecimientos internacionales o de supuesta afluencia turística (qué pocos turistas occidentales se ven, por cierto), como McDonald's o Starbucks Coffee, los empleados son capaces de engarzar una mínima frase en otro idioma que no sea el suyo. Y de comprenderte, poco, a no ser que uno utilice el idioma universal de los gestos. Pero lo que peor llevo es cómo entender la comida de los restaurantes, cuando muy pocos de ellos (sólo algunos en las zonas más transitadas) tienen carta traducida al inglés. Afortunadamente, contamos con la cortesía y buena voluntad sin límites de los japoneses, que se desviven por explicarte las cosas de la forma que sea: esa chica que nos acompañó varios kilómetros hasta encontrar la estación de Shibuya, esa dependienta (la única que hablaba inglés fluido) a la que se le pusieron los ojos como platos cuando vio la oportunidad de practicar con nosotros la lengua de Shakespeare...
Pero lo que es un tremendo quilombo es el metro. No sólo porque casi todo esté en japonés, sino por la cantidad de líneas que hay, cada una operada por una empresa privada diferente. Calcular lo que puede costar el trayecto es más una tarea más de chinos que de japos, aunque todo es más fácil si pilláis el truquillo de localizar en el tablero (justo encima de las máquinas de tickets y rezad por que venga en caracteres occidentales) el precio de la estación de destino. Y si seguís sin entenderlo, mi recomendación es la siguiente: pagad la tarifa más baja para cualquier trayecto, que luego a la salida podréis abonar la diferencia en las máquinas (adjust fare). Eso sí, estad muy atentos a que, en estaciones grandes (enormes) como Shinjuku, la salida que toméis coincida con la de la línea de la que venís, que hasta en eso distinguen.
Lo más llamativo que voy descubriendo en las zonas de Shinjuku y Shibuja, aparte de su ambientazo continuo, son los rincones o sitios especiales. Casi en cualquier lado puedes encontrar tiendas multiproducto bastante baratas, además de supermercados (Lawson y Family Mart, sobre todo), que uno diría que no cierran nunca. Merece la pena pasarse por el Yakitori-Yokocho, una red de callejuelas viejunas (tipo Blade Runner) en la salida oeste de Shinjuku, junto a las vías, llenas de pequeños bares (izakayas) especializados en pinchos a la plancha de carne y verdura, riquísimos y a muy buen precio (unos 1.000 yenes -7,3 euros- la ración), aunque hay bastantes por todo Tokio. Aquí se ven, como en otros bares a última hora de la tarde, a trabajadores con traje que se ponen hasta el culo de sake tras finalizar su interminable jornada laboral (¡a las 11 de la noche siguen saliendo trabajadores de las oficinas! ¡y a las 12 de la noche siguen atestados los vagones de metro de gente que se duerme de pie!). Y para reposar relajadamente, nada como pasarse un rato por un santuario, como el sintoísta Hanazono de mediados del siglo XVII, en la inacabable avenida Meiji Dori (cerca de Yasukuni Dori), que se ofrece como remanso arbolado de paz dentro del ajetreo de la ciudad. Eso sí, de día no te libras en los parques de la incesante matraca de las chicharras, lo que junto al paisaje de muchos barrios con los postes de la luz al descubierto, da un aire total a Evangelion (para quien haya visto este gran anime).
En cuanto a tiendas, ya voy creando mi lista. Si os gusta la fotografía y la electrónica, Yodobashi Camera es vuestro sitio, en la salida oeste de Shinjuku. Si es la música, en Disk Union (salida este de Shinjuku) podréis encontrar de todo, desde indie hasta jazz, pasando por el rock y el pop, internacional y japonés, nuevo y de segunda mano, ediciones especiales... De ropa, desde luego, podéis encontrar absolutamente de todo en todas partes (esas zapatillas Converse edición Pixies (sí, el grupo de música) que estuve a punto de pillar por 9.000 yenes -65 euros-). Otra cosa no, pero en moda (extravagante) no les gana nadie a estos japoneses (por no hablar de los pelos que llevan los tíos, ¡madre mía!). En restaurantes, me estoy aficionando a la cadena Pronto (hay bastantes en Shinjuku y Shibuya), de estilo italiano, aunque no hay que dejar de ir a los locales tradicionales japoneses, por supuesto, porque, a pesar de las dificultades del idioma, te acabas entendiendo.
Y si hay un rincón que realmente me ha fascinado ha sido el famoso cruce de Shibuja (con la efigie del perro Hachiko en la plaza), donde da gusto dejarse llevar por la marea humana que atraviesa la calle en todas direcciones, eso sí, siempre en perfecto orden. En general, toda el área de Shibuya, repleta de restaurantes, garitos y tiendas, es absolutamente fascinante. Como veis, no dejo de salir de mi asombro en esta maravillosa ciudad de Tokio.
2 comentarios:
Alberto Q.
www.lacoctelera.com/traslaspuertas
Qué bueno!!!
Estás logrando transmitirnos un poco todo lo que se vive por allí. Genial, Paco, en serio.
Aprovecha y disfruta de la cultura hasta que podamos hacerlo (ojalá) algún día otros...
Un abrazo desde Madrid
"de la cultura nipona" (me comí una palabra).
:)
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