martes, 6 de abril de 2010

VIAJES: De las Tablas de Daimiel al Parque de Cazorla

Muchos lo daban por perdido, pero el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, en la provincia de Ciudad Real, ha resucitado gracias a las lluvias de este invierno y ha asegurado su continuidad merced a la entrada en funcionamiento del trasvase desde la cuenca alta del Tajo al Cigüela, el río del que se nutre este humedal, un pequeño gran milagro de 1.700 hectáreas (inundadas al 100%) de agua en plena llanura manchega. La lástima es que las aves que visitaban el entorno masivamente hace unas décadas ya han perdido la costumbre con tantos años de sequía por la sobreexplotación humana de los acuíferos. Pero ya volverán, ahora tiene motivos. Actualmente se pueden contemplar sobre todo patos, somormujos y fochas, pero pronto regresará el tráfico habitual de garzas, carriceros, ánades, etc. Los recorridos por el parque a pìe están claramente señalizados y el más común es el que pasa por la Isla del Pan, incluyendo el aviario de la Laguna de Aclimatación, donde podemos contemplar una muestra bien representativa de las aves del parque.

La cercana Daimiel es una bonita localidad que cuenta con algunos monumentos interesantes, como las iglesias de Santa María La Mayor y San Pedro Apóstol. Además, cuenta con un centro coqueto y bien conservado, con la Plaza de España (y su olivo milenario) como corazón de esta villa de 18.500 habitantes. Hacia el sur, se extiende la camarca del Campo de Calatrava, que tiene en Almagro su particular capital. Esta población, bien conocida por su festival de teatro clásico (celebrado en julio), está plagada de casas señoriales e iglesias, muestra de su importante pasado. En el siglo XVI de la mano de los banqueros alemanes Fugger, que se asentaron en la zona, y en el siglo XVIII, cuando Almagro apoyó la llegada como rey del borbón Felipe V. Sin duda, la Plaza Mayor y su Corral de Comedias es el punto más emblemático de la villa. Merece la pena tomarse aquí unas buenas raciones de platos tradicionales manchegos, como asadillo, pisto, migas, duelos y quebrantos...

Siguiendo el camino hacia el sur, ya en la provincia de Jaén, nos encontramos con las ciudades patrimonio de la humanidad Úbeda y Baeza. La primera, de mayor tamaño con sus 36.000 habitantes, cuenta con 48 monumentos notables básicamente renacentistas, como la céntrica Plaza Vázquez de Molina. Por su parte, Baeza, con poco más de 16.000 habitantes, tiene un paseo bien disfrutable alrededor de la Catedral de la Natividad de Nuestra Señora, hacia la Plaza del Pópulo (o de los Leones), pasando por el Palacio de Jabalquinto, el Arco de Jaén y la antigua Universidad, donde impartió clases de francés durante siete años el poeta Antonio Machado (1912-1919). Por cierto, no le gustó nada su estancia, como él mismo dejó escrito.

La culminación de este viaje llegó en el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Un auténtico vergel de 214.300 hectáreas, con alturas como el Cerro las Empanadas (2.127 metros) o el Cabañas (2.027 m.) y donde nacen los ríos Segura y Guadiana. Hay muchas rutas para caminar, las más importantes y asequibles de las cuales son la de la Cerrada del Utrero y la remonatada del río Borosa. Ambas con espléndidas vistas. En cuanto a fauna, destacan las poblaciones de ciervos, cabras, jabalíes, muflones y gamos, además de buitre leonado, águila real y quebrantahuesos. Muchos de ellos pueden contemplarse fácilmente en el magnífico Parque Cinegético habilitado a tal efecto.

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