jueves, 15 de abril de 2010

POLÍTICA / ¿Merece Garzón un castigo?

No voy a decir que el juez Baltasar Garzón sea un tipo absolutamente intachable y perfecto. Ante sus innumerables y, a ratos, grandilocuentes actuaciones, algunas veces he pensado que no había en España otro juez más que él, porque siempre asumía todos los casos más reconocidos. Algunos incluso en los que podía sospechar que primaba el afán de notoriedad que otra cosa. Su (ya lejano) flirteo con la política tampoco fue de mi agrado, aunque entiendo que fue más bien camelado por Felipe González para presentarse por las listas del PSOE. Pero, al mismo tiempo, le reconozco su incansable capacidad de trabajo y el riesgo de asumir casos importantes, pero también complejos y de relevante jurisprudencia. Eso de abrir causas al dictador Augusto Pinochet, a funcionarios de la dictadura argentina, al cuestionable Henry Kissinger... No puede por menos que tener todo mi apoyo, independientemente de las probabilidades de éxito que fuera a tener.

En el mismo plano incluyo su investigación para localizar a los desaparecidos bajo el dictador Francisco Franco. Puede ser un caso que le venga grande, que difícilmente encuentre ya a culpables, que logísticamente sea un cacao de dimensiones considerables... Pero luchar por la dignidad de los demócratas asesinados por la dictadura no puede sino volver a tener todo mi apoyo. Como así expresaría cualquier demócrata. En este sentido, quizá algunos dirigentes y partidarios derechistas deberían reflexionar sobre el hecho de que sus referentes políticos se encuentran en los sistemas constitucionales y no en los totalitarios. En la Constitución de la República de 1931, por tanto, y no en la dictadura franquista, que llevó a cabo 50.000 ejecuciones y metió en sus cárceles/campos de concentración a 270.000 personas. Cuando el PP termine de comprender cuál es el marco que debe defender, se acabarán las dudas sobre las intenciones de Garzón, que, por lo demás, no parece haber tenido mayor culpa que la de, quizá, intentar abarcar demasiado. Pero sus intenciones no pueden ser más nobles, y, por tanto, tienen todo mi apoyo. Nuevamente. Y, evidentemente, el PP bien haría de desligarse de uno de los promotores de la causa contra el juez: Falange. ¡Nada menos!

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