Pero, cuando se vislumbra la recuperación, irrumpe la segunda crisis, la de la deuda. Por una ley, supuestamente escrita o dictada por los mercados y sustentanda por la Unión Europea (con Alemania a la cabeza), en la que se impide el endeudamiento y el déficit excesivos. Una herramienta que, por cierto, le sirvió a los Estados Unidos de Roosevelt para salir de la crisis generada por el crack (financiero también) de 1929, gracias a las inversiones públicas en infraestructuras, que dieron empleo masivamente y levantaron al moribundo sector privado. Claro que por aquel entonces la economía la guiaba Keynes y no los neoliberales de hoy en día que buscan enfermizamente la reducción del Estado del Bienestar que tanto les molesta para poder hacer pìngües negocios con la sempiterna excusa del "dinero para todos bajando los impuestos". Ya no se lo cree nadie. Total, que, a pesar de la situación excepcional de una crisis provocada en buena medida por ellos mismos, los mercados chantajean para que se cumplan sus normas y así seguir ganando cantidades indecentes de dinero, como unos vulgares (y poderosos) extorsionadores, que es lo que son. Y, claro, las políticas de protección social e inversión estatal para hacer revivir la economía no están bien vistas. España tiene que recortar sus gastos. Amén.
¿Y realmente tenemos tanto endeudamiento? En 2009, la deuda la teníamos en el 53,2% sobre el PIB, cuando la UE establece el límite en el 60%. Bien. Pero el déficit se nos disparó al 11,2% (al conjugarse menores ingresos impositivos por la caída de la actividad y mayores gastos por el insoportable aumento del paro), frente al 3% máximo que se exige. ¿Y Alemania cómo estaba en ese momento? Pues con una deuda del 73,2% y un déficit del 3,3%. De hecho, el país germano es el que, desde 1999, más ha incumplido el denominado Pacto de Estabilidad de la UE: ocho años sobrepasó la barrera de la deuda y cinco años la del déficit. ¡¡Y su PIB bajó un 5% el año pasado!! Pero en su caso no pasa nada. Nadie le exige nada. En cambio, España ha sido de los más rigurosos: un único incumplimiento de la deuda en 1999 y dos del déficit en 2008 y 2009. Ahora, en cambio, paradójicamente, Alemania paga mucho más barata su más abultada deuda, porque los mercados han decidido concederle la confianza, mientras que rebaja a España la calificación de su deuda. Standard & Poor's, primero, de AA+ a AA (de sobresaliente a notable). Y luego Fitch, de AAA a AA+ (de matrícula de honor a sobresaliente). Pero Moody's nos sigue dando AAA. Así que, ¿qué criterio tan fiable tiene esta gente? ¿Y quiénes son para jugar de esta forma con los millones de parados y el futuro de los países? Es decir, ¿quién vigila a los (supuestos) vigilantes?
Afortunadamente, la UE está preparando la creación de un supervisor supranacional que verifique tanto a esos calificadores como la verdadera confianza de los países. Lo que nos lleva al principio: la crisis de la deuda nos obliga a hacer recortes presupuestarios cuando parecía que la economía estaba saliendo del bache y, ya que se tiene que hacer un ajuste, ¿sobre quién ha de hacerse? No sobre los trabajadores y pensionistas. No. Sigamos la pista de Alemania, que, sin tener obligación especial de ajustar sus gastos, ya ha aprobado medidas para prohibir la especulación en los mercados. Esa es la idea. Y no la de la reforma laboral, que ya sabemos lo que significa: abaratar el despido. ¿Pero alguien se cree que hacer que se despida más barato es la solución a esta crisis?
No hay comentarios:
Publicar un comentario