La Bolsa de Madrid, junto con las del resto del mundo, se ha pegado un buen batacazo en enero. Y yo digo... ¿y qué? ¿A quién le importa? ¿Quién gana y quién pierde realmente con esto? Seamos claros: la Bolsa es un lugar de apuestas, una especie de Bwin o, por ser más clásicos, una “porra” de cifras exorbitantes. No es racional, no siempre (o casi nunca) tiene relación con la economía real y más bien se caracteriza por ser un medio de alto carácter especulativo. Luego, ¿a quién le conviene que vaya bien? A los especuladores, desde la clase financiera hasta “insensatos” o “confiados” trabajadores o pensionistas que esperan multiplicar sus sueldos sin volver a doblar el lomo. Pero, ¿a quién le conviene que de vez en cuando vaya muy mal? A los grandes especuladores, que necesitan reducir las magnitudes bursátiles cada cierto tiempo para que esos “insensatos” o “engañados” tengan pánico, vendan, pierdan y ellos vuelvan a ganar... Como siempre.
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