Una de las más hirientes secuelas del debate Zapatero-Rajoy fue la argumentación del líder del PP sobre los inmigrantes, de la que, no sólo no se ha retractado (o, al menos, matizado) sino que ha profundizado en ella, quizá por auténtica convicción quizá por electoralismo de baja estofa. Y, desgraciadamente, Zapatero no entró a rebatirla. Se trata de la idea -lanzada ya con el “Contrato de integración” que tan lamentablemente defendió Arias Cañete- de que hay demasiados inmigrantes, que aquí no cabe nadie más, que abusan de los servicios médicos, que forman parte de peligrosas bandas de delincuentes, que están poco formados y son poco productivos, que no sirven el café como antes y que, como colofón, hacen peligrar los “superiores” derechos de los españoles. Y, claro, siempre estas declaraciones suelen concluir con un “pero yo no soy xenófobo”.
xenofobiaEl control de las fronteras forma parte de la ordenación del territorio y es necesario, por tanto, regular de alguna manera las entradas masivas, que siempre dificultan la buena integración. Pero también hay que entender el derecho de la persona, cualquiera que sea su país de origen, a buscarse para sí y para su familia el mejor sustento posible. Lo hicimos los españoles cuando emigramos a Europa o Latinoamérica el siglo pasado, cuando en nuestro país no se podía prosperar. Y ahora, ¿a qué viene esa postura de nuevos ricos de despreciar lo diferente? (lo pobre, claro, porque los millonarios futbolistas famosos no crean problemas, eh?). Yo mismo soy hijo de la inmigración interior: mis padres salieron de Quintanar de la Orden (Toledo) a principios de los años sesenta para buscarse una mejor vida en Barcelona, donde nací. Y la consiguieron. Y encontramos muy buena gente. De hecho, seguimos manteniendo contacto con nuestros vecinos y amigos (un abrazo desde aquí a Rosa, Josep, Rosa Mari y Josep Mari y demás familia).
(Del griego xenos, extranjero, y fobeo, espantarse)
1. f. Odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros.
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El esfuerzo de convivencia con la inmigración es duro, sobre todo cuando llega en tanto número y en tan poco tiempo, y cuando se agrupa en áreas muy densas y en barrios de clase media o baja, con deficiencias asistenciales de por sí. Por eso, es obligación de las Administraciones proveer de los medios suficientes para la integración y no mirar para otro lado o criminalizar a los inmigrantes, casi siempre más víctimas que culpables. Ellos trabajan, dotan a la Seguridad Social de dinero para nuestros mayores y necesidades. Tienen exactamente el mismo derecho que nosotros a recibir asistencia. Es más, con un cierto tiempo de residencia y papeles en regla (con unas condiciones que habrá que debatir), ¿por qué no pueden decidir a los gobernantes, que también son ya los suyos? Eso sí que es humillante: trabajar por poco salario y callar sin poder votar. Veréis cómo cuando los inmigrantes residentes consigan el voto, los políticos no dirán las lindezas de Rajoy y Arias Cañete, e incluso les harán jugosas ofertas electorales. Una iniciativa muy interesante en este sentido es la de VOTA POR MÍ.
1 comentario:
Los españoles siempre hemos sido racistas pero sin negros. Más bien clasistas. COSMIC.
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