
El camino debe ser trabajar menos, para, por un lado, dejar paso a nuevas generaciones de trabajadores, no taponarles su acceso al mercado laboral, y, por otro, disponer del tiempo necesario para dedicar a la familia, generar otras actividades (quizá empresariales o productivas) o, simplemente, disfrutar de la vida y, eventualmente, poder consumir más (lo que redundaría en el crecimiento de la economía). Y el camino también debe ser trabajar mejor, por supuesto, de forma y con medios más productivos, que lleven a la eficiencia del sistema. Pero los gobiernos europeos, apremiados por una crisis que ellos mismos consintieron y por unos mercados que dictan sus normas (por cierto, si los mercados dicen lo que hay que hacer, ¿para qué elegimos gobiernos?), van a lo fácil: que pague el pato el trabajador, doble víctima de las empresas que han dado el pelotazo y ahora despiden a mansalva, y de los gobiernos débiles que acometen recortes sociales por no haber tomado medidas adecuadas mucho antes.
Pero no, en Francia dicen no. Y los trabajadores no piensan pusilánimemente "¿cuánto me quitarán de la nómina?" o "hacemos daño a la economía". En cambio, en España algún empresario (?) crecido todavía dice eso de "hay que trabajar más y ganar menos". Tu madre.
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