Comenzamos la primera jornada con los australianos DMA's, llamados por algunos los nuevos Oasis. Y sí, su música está anclada en la banda de Manchester, e incluso sus poses, su vocación chav, la imagen mimética que lucen el cantante y el guitarrista... Todo conduce a ellos. Pero, por encima de todo, DMA's enseñan un cancionero de calidad, dinámico y que funciona muy bien tanto en disco (su álbum de debut, "Hills End") como en directo. Luego, turno de las madrileñas Hinds, que enseñaron su especie de pop-punk, a veces dicharachero, a veces rabioso, por momentos desatado y por momentos contenido y elaborado con cambios de ritmo muy agradecibles. "Son simpáticas", comentaban algunos. "Y algo más", añadiría yo. Una promesa de algo mayor.
Y llegan las palabras mayores: los británicos New Order, herederos de Joy División que trazaron el camino entre el post-punk y la electrónica, del ensimismamiento depresivo al baile hedonista. Hoy, los de Manchester son considerados por méritos propios unos clásicos y, con temas como "Ceremony", "Bizarre Love Triangle", "True Faith", "Blue Monday" o "Temptations", se convierten en imbatibles en directo. Incluso sus nuevos temas (fruto de su último disco, "Music Complete" -2015-) encajan perfectamente: "Singularity" (con la que abrieron), "Academic", "Tutti Frutti" y "Plastic".
Y, hablando de palabras mayores, los canadienses Arcade Fire. Reconozco que nunca les había visto en directo ni prestado atención especialmente a sus discos. Pero en los últimos tiempos me he enganchado a su música a través principalmente de "The Suburbs" (2010) y "Reflektor" (2013). Y, precisamente, estos dos álbumes conformaron la primera parte del concierto, que luego profundizó en el resto de su discografía, con cumbres como "No Cars Go" o "Wake Up". Una maravillosa experiencia la de estos chicos en vivo, sólidos, creativos... Artistazos. Se juntan ciento y la madre en el escenario, con sección de vientos y múltiple de rítmica incluidas, y terminan disfrazándose de ellos mismos y lanzando confetti, demostrando que la calidad y la diversión pueden (y deben) ir de la mano.
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