miércoles, 21 de agosto de 2013

VIAJES / Sureste de Francia (2): la Costa Azul

14 de agosto de 2013

Comenzamos nuestra incursión por la Costa Azul. Y empezamos por Toulon, la más occidental de las localidades de esta zona costera de aires míticos por las celebridades que han veraneado (y veranean) aquí. Desde luego lo que son míticos son los precios, pero siempre se puede encontrar alojamiento (no muy céntrico) y restaurantes de precio suficientemente razonable. Toulon cuenta con un importante puerto, dividido entre la dársena nueva y la vieja, así como un casco antiguo medianamente interesante. Proseguimos hacia Saint-Tropez, uno de los centros turísticos más importantes de la Costa Azul. ¡Vaya si se nota! Y aquí viene la trampa, porque para llegar a la localidad hay que desviarse unos 70 kilómetros de la autopista, por una carretera de un carril por sentido que, a partir de Sainte-Maxime, se convierte en una ratonera, dado que no hay vía de escape y es tal la acumulación de turistas que en pleno agosto se pueden tardar varias horas tanto para llegar como para salir, lo cual resulta insufrible. La localidad en sí misma tiene un cierto encanto, aunque hay playas mejores antes, en La Garonette o en La Nartelle, por ejemplo. Más atractiva, dinámica y con buenas playas es Cannes, destino al que le tenía especiales ganas por mi amor por el cine (ya sabéis que en la ciudad se celebra un festival internacional de cine todos los meses de mayo). Por tanto, un paseo por el Boulevard de la Croisette y la pertinente visita al Palacio de Festivales y Congresos, con su perenne alfombra roja, eran citas ineludibles. La ciudad es un puro bullicio por las noches pero por el día se puede estar en la arena sin demasiadas apreturas. Además, el pequeño casco antiguo, empinado sobre una colina, es muy agradable de pasear, mientras que las calles del (también pequeño) centro moderno están repletas de tiendas y restaurantes.

15 de agosto de 2013

Niza, la capital de la Costa Azul, tiene como principal atractivo su conocido paseo Promenade des Anglais, una larga avenida junto a la inmensa playa (de cantos), donde es una gozada caminar mientras se disfruta de bellas vistas de la ciudad, sobre todo al atardecer. Culminamos nuestro recorrido por la Costa Azul en un país distinto, la ciudad-estado de Mónaco, sinónimo de realeza y alto standing, ejemplificado en el famoso Casino de Montecarlo, en cuya puerta aparcan coches a cada cual más caro. El casino (visitable al público parcial y gratuitamente algunos días por las tardes) data de 1863 y su construcción se originó tras permitirse jugar en el principado, dando de hecho origen a la creación del propio barrio de Montecarlo. Todo Mónaco es un conjunto ordenado de edificios hechos la mayor parte con gusto, jardines bonitos y calles impecables. ¡Parece mentira que por sus estrechas vías circule el gran premio de fórmula 1! El puerto es, junto con el casino, el otro punto de animación de la ciudad, que ha crecido aupada sobre los montes que desembocan al mar casi abruptamente, por lo que no esperéis grandes playas.

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