lunes, 12 de agosto de 2013

VIAJES / Las mil caras de Londres

¿Qué se puede contar de un viaje a Londres? Es tanta y tan conocida la oferta cultural y de ocio que ofrece la capital británica que cualquier narración necesariamente debe ser personal para poder aportar algo diferente. Sí, ahí están los edificios históricos (el Big Ben, las Casas del Parlamento, la Torre de Londres, el Tower Bridge, la Abadía de Westminster, la Catedral de Saint Paul), las áreas modernas (la City, Southbank), los magníficos y gratuitos museos (National Gallery, British Museum), los míticos mercadillos (Camden Town, Portobello), las zonas de marcha (SoHo, Camden), la cultura de pubs (hasta las 23 horas) y de clubs (a partir de esa hora)... Todo eso y mucho más es Londres, pero éste ha sido mi (concentrado) viaje de cuatro días.

Aunque estén vistos, siempre es un placer pasear junto a la torre del Big Ben y el Parlamento, un bellísimo conjunto monumental  neogótico (reconstruido en 1834 tras el gran incendio que destruyó la práctica totalidad del original), así como la cercana Abadía deWestminster. Luego se puede disfrutar de tranquilos paseos a lo largo de Hyde Park o Regent's Park, los más famosos y grandes parques de la ciudad, aprovechando para comer fish and chips, el plato típico inglés, regado con buena cerveza fresca (para ello hay que pedir cerveza rubia, bien patria -Carling- bien extranjera -Foster's, Stella Artois-, porque las autóctonas son servidas al gusto nacional: temperatura ambiente, vamos, calentorras.

Londres ofrece muchos contrastes, tal es el paseo que lleva a recorrer el centro financiero de la ciudad, la City (que cuenta con alcalde propio), y luego terminar en el East End, que tan oscuras reminiscencias nos deja al recordar los crímenes de Jack El Destripador. En este sentido, os consejo dejar volar la imaginación en el pub Ten Bells, el auténtico en el que la última víctima del asesino en serie tomó su última cerveza. Claro que hoy ya no son los suburbios deprimentes que eran en el siglo XIX. De hecho, se ha convertido en una zona de moda más donde la gente de pasta se ha comprado lofts y la rehabilitación del barrio ha elevado (aún más) los precios de todo, aunque su escena cultural tiene un enfoque decididamente alternativo. En cambio, la City supone recorrer los prioncipales resortes del poder económico británico y mundial: el Banco de Londres, la Bolsa, la nueva (y estéticamente criticada) sede de Lloyd's y de muchas entidades financieras y de negocios más o menos sucios... Y también la visita a la Swiss Re Tower, o Pepinillo, como popularmente se conoce el rascacielos de Norman Foster por su forma, en cuyo bar de abajo se puede refrescar uno mientras contempla a los ejecutivos en momentos poco prudentes.

Esto nos lleva a adentrarnos en el maravilloso mundo de los pubs, esos sitios donde te puedes pasar todo el día bebiendo, compaginando puntualmente el bebercio con (a veces) el desayuno, el lunch y la cena. Eso sí, a las 11 de la noche, finished! (salvo contadas excepciones). Algunos de estos lugares interesantes pueden ser el Sherlock Holmes (por Trafalgar Square), que lógicamente nos remite a uno de los emblemas (ficticio) de la ciudad; o el Elgin (por Notting Hill), que ofrece buenos conciertos a partir de las 20-21 horas. Pero es Camden Town la zona que concentra mejor oferta de estos establecimientos: el Elephant's Head, que opta luego por pinchar rockandroll clásico; el World's End, un enorme espacio donde se suele escuchar rock duro; y, sobre todo, el Dublin Castle, que agasaja al cliente con la mejor música indie-rock tanto de fondo como en forma de conciertos (Blur y Amy Winehouse, entre otros, han pisado su escenario). Camden Town es sin duda mi barrio favorito de Londres, no sólo por su legendario mercadillo (el de Portobello está bien, pero no tanto como éste) en el que se puede encontrar y comer de todo, sino por su animado ambiente a todas horas, hasta culminar por la noche, en la hora de los clubs, con la sesión de Borderline en el Jazz Cafe.

Un buen final a esta visita podría llevarnos a un calmado paseo por la renovada orilla del Southbank, con abundantes restaurantes y galerías comerciales, desde el Tower Bridge hasta el Millenium Bridge, culminando con una visita optativa a la Tate Modern, museo de arte moderno. Pero yo me quedo con el clasicismo de la National Gallery (y su vasta y variada oferta), especialmente en Renacimiento italiano, holandeses del XVII y algunos (pocos) españoles, sobre todo 'La venus del espejo', de Velázquez. Y, cómo no, el British Museum y su robada colección de arte griego, merced al expolio perpetrado por Thomas Bruce, séptimo Conde de Elgin, que a principios del siglo XIX saqueó a su gusto el Partenón. En cualquier caso, el disfrute del museo es máximo, tanto por su colección de arte griego, como egipcio y, en menor medida, asirio y romano, entre otros. En cualquier caso, no dudéis en sumergiros en la fascinante y múltiple oferta de Londres. Os atrapará. Y no dudéis en utilizar el metro, es la mejor manera de abarcar una ciudad tan grande, aunque cierra a las 24 horas. El pase por siete días os sale por 30 libras (más 5 libras de depósito que se os reintegran al devolver la tarjeta) y se amortiza muy, muy rápidamente.

2 comentarios:

Daniel Prado dijo...

A mí también me encantó londres y tambíen me he currado una mini-guía de viajes....

Os dejo el enlace, ya que supongo que le pueda venir bien a algún lector.

Guía turística de Londres

Saludos

Pacman dijo...

Una guía muy completa, sí señor. Muchas gracias, Daniel