Hacía tiempo que me rondaba la cabeza y por fin tengo una semana para visitar Suiza. Lo sé, es poco tiempo, pero tendré que ajustarlo al máximo para intentar disfrutar de todas las bellezas de este país, que las tiene, y muchas. Comenzamos llegando a Ginebra...
30 de julio de 2013
Aterrizamos en Ginebra ya tarde, sobre las 22:15 horas, así que sólo nos va a dar tiempo a llegar al alojamiento y dar una pequeña vuelta. Es importante saber que los turistas recién llegados o los que se alojan en la ciudad tienen derecho a transporte público gratuito. En concreto, al llegar a la zona del aeropuerto donde se recogen las maletas hay una máquina donde puedes obtener gratuitamente un ticket válido por 80 minutos para utilizar el eficiente transporte público de la ciudad, sea tranvía, autobús... Al llegar al alojamiento, el Geneva City Hostel, nos encontramos con que también nos dan una tarjeta de transporte para todo el día siguiente. El alojamiento, por cierto, es bastante limpio, cómodo y céntrico. Y, sobre todo, barato (87 CHF o 71 EUR), un concepto difícil de hallar en el país helvético. Esa noche nos da tiempo a dar una vuelta por el centro, la plaza de Neuve, los juegos de ajedrez del parque de Bastions, la calle de Marché, la plaza de Molard, los puentes... Al día siguiente, todo se aprecia con una nueva luz (nunca mejor dicho) y disfrutamos del paseo por la orilla del lago Lemán, del famoso chorro de agua Jet d'eau, la bonita isla de Rousseau... No está mal pero está mucho mejor lo que viene después.
31 de julio de 2013
Alquilamos un coche pequeño, un Fiat Panda, por 231 CHF la semana entera y dejamos atrás Ginebra para ir bordeando el gran lago Lemán hacia el norte y el este. Así llegamos a Nyon, un precioso pueblecito asentado en la ladera con vistas al lago, de donde parte un barco hacia la localidad francesa de Yvoire, al otro lado del Lemán. La travesía son 26 CHF ida y vuelta, y se tardan unos 20 minutos. La población es muy cuca y muy volcada en el turismo. Es agradable estar unas horas. De vuelta a Nyon, proseguimos por Suiza bordeando el lago y hacemos parada en Montreaux, que tiene un casco antiguo interesante en todo lo alto del monte, desde donde hay unas vistas impresionantes del lago y toda la zona. Lástima no haber podido llegar a tiempo de tomar el tren cremallera de Rochers de Naye, que te sube bastante más alto, a 1.600 metros. Se nos hace tarde y este día sólo nos da tiempo de contemplar por fuera el imponente castillo de Chillon. Después tenemos que dirigirnos a nuestro próximo alojamiento, el Chalet Martin, que está ubicado en Gryon, en lo alto de las montañas. La carretera de curvas que asciente hasta el pueblo no es aconsejable tomarla de noche, pero así lo hacemos, aunque conseguimos finalmente llegar sin muchos problemas. El Chalet Martin es una casa de montaña muy grande, toda de madera, bien equipada (hasta con libros y guitarras) y con anfitriones muy amables. Pero lo mejor de todo es su situación, de lo que nos damos cuenta al salir al balcón por la mañana.
1 de agosto de 2013
Despertarse en plena montaña y con vistas al valle y a otros montes de gran altura es una experiencia inolvidable, sobre todo para alguien que, como yo, ha conocido casi toda la vida las llanuras castellanas. Tras los momentos de éxtasis nos volvemos a echar a la carretera, esta vez para ir a uno de los puntos claves de la geografía suiza: las estribaciones del Cervino (o Matterhorn en alemán, pues hemos cambiado el área francófona por la germanoparlante), una de las montañas más conocidas de los Alpes, con sus 4.478 metros, debido a su característica forma picuda. Para llegar allí se alcanza en coche el pueblo de Täsch, donde se deja el coche en un macroaparcamiento (13 CHF las aproximadamente 6 horas que lo tuvimos) y se coge un tren a Zermatt (donde está prohibida la entrada de vehículos). Hay trenes constantemente durante todo el día, no hay problema en ese aspecto. Al llegar a Zermatt ya se ve que todo está claramente orientado a hacer las múltiples excursiones posibles en los montes circundantes y con vistas al Cervino. Para ello existen varias líneas de trenes cremallera que nos subirán por distintas laderas. Nosotros tomamos la del Gornergrat, que, por 48 CHF ida y vuelta (precio especial al ir por la tarde, a partir de las 15 horas) sube a un mirador hasta los 3.089 metros. Durante todo el trayecto hay maravillosas vistas del Cervino hasta decir basta. Además, se puede uno bajar las veces que se quiera en las distintas paradas intermedias. Desde el mirador superior la vista es gloriosa, tanto del Cervino como de otras montañas también impresionantes como Cástor y Pólux o el Monte Rosa, ya en la parte italiana. Asimismo, en la penúltima parada, Rotenboden, es aconsejable hacer una pequeña excursión caminando (15 minutos) hasta el lago Riffelsee, famoso porque se ve nítidamente el reflejo del Cervino. Terminamos este excitante día uniéndonos a la fiesta que se celebraba en Zermatt, al ser el 1 de agosto el día nacional de Suiza, con salchicha y cerveza, como no podía ser menos. Volvemos en tren a Täsch, recuperamos el coche y acabamos alojados en Brig, un pueblo con un pequeño pero interesante centro (y un río con agua que baja violentamente).
2 de agosto de 2013
Otro día movido. Dejamos Brig y, al poco, llegamos a Fiesch, donde tomaremos el teleférico (35 CHF) hacia el Aletsch, el glaciar más grande de Europa, con 23 km de largo y 2 km de ancho. El cable hace una primera parada en Fiescheralp, hasta donde ya hay una impresionante vista del valle por encima de bosques de abetos. Se cambia de cabina y otra te acaba subiendo, ahora con un panorama típico de alta montaña, hasta la parada de Eggishorn, situada a 2.869 metros. Arriba se puede hacer una pequeña pero emocionante excursión al propio pico Eggishorn, a 2.927 metros, por camino estrecho pero suficientemente seguro y con vistas maravillosas. Al volver al coche nos adentramos por el valle del Ródano, que contiene una sucesión de gloriosas vistas de valles y montañas verdes y preciosos pequeños pueblos de casas de madera (como Münster). Aunque deberíamos habernos adentrado en los recomendados parajes de Furkapass y Sustenpass, no había tiempo y nos "conformamos" con el camino de Grimselpass (ya sabéis, carretera de montaña, paciencia y a disfrutar), en cuya cumbre hay un espléndido lago y la bajada es una magnífica sucesión de cascadas y lagos hasta el valle. Todo maravilloso. Al final de la jornada pasamos por Meiringer, donde visitamos a pie la muy aconsejable Garganta del Aareschlucht, un paso fluvial estrecho entre enormes rocas que se recorre por pasarela. En verano, de manera especial, los miércoles y viernes se puede disfrutar Aareschlucht de noche, hasta las 22 horas, con una bella iluminación, lo cual hace la experiencia aún más impactante, si cabe. Terminamos la jornada agotados en Iseltwald, en el Lake Lodge, a los pies del lago Brienzersee, donde se respira la tranquilidad que ahora necesitamos.
2 comentarios:
Me alegro mucho de que estés disfrutando del viaje.
Yo me voy el viernes 9 hacia la zona Chamonix-Mont Blanc.
Pues sí, nos lo estamos pasando pipa. Muchas gracias por tus consejos!
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