Quizá no nos ha pìllado del todo por sorpresa la caída de Alta Films, la distribuidora, exhibidora y productora de Enrique González Macho, para más inri, presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. Los que seguimos viendo el cine en las salas ya nos estábamos dando cuenta de la progresiva bajada de espectadores. Ayer, sin ir más lejos, éramos literalmente cuatro viendo en los madrileños cines Acteón (¡en el día del espectador!) "Alacrán enamorado" (una buena película de Santiago Zannou y precisamente producida por González Macho). Pero no por mucho esperado duele menos. El cese de actividades de la mayor distribuidora de cine de autor y dueña de los famosos cines Renoir, entre otros, es más que un fracaso empresarial. Es una pérdida enorme para el cine, para la cultura en nuestro país. "Es por el pirateo de internet, es porque el mercado del DVD está hundido", se alega. Y se trata de problemas de fondo a tener en cuenta. El auge online y el fracaso del formato DVD afectan al cine de forma similar a como el intercambio en la red y el fin del CD han destrozado la industria musical. Pero no olvidemos que en ambos casos estamos hablando tanto de una galopante miopía que ha impedido sacar partido de internet (y en lugar de ello ha supuesto el derrumbe) como del erróneo pensamiento de que el formato digital permitiría un interminable pelotazo (y se lo han comido con patatas).
No, no son estos los problemas principales, sino meras excusas de perdedor, lugares comunes de impacto fácil pero que encaran el problema desde un análisis equivocado.
Abordemos el origen del quebranto del cine en nuestro país. Por un lado está la cuestión cultural. ¿En qué colegio o instituto se estudia el cine como un arte más, como la pintura o la literatura? ¿En qué ambiente cinéfilo hemos crecido (y crecen nuestros hijos) para asumir que da lo mismo ver una película en una sala que en casa o en un indescifrable screener bajado de internet? Y en este caldo de cultivo llega la crisis, una tan tremenda que reduce el consumo al mínimo y, claro, ¿algún distribuidor o exhibidor ha sido realmente consciente de los precios de las sesiones? ¿Ocho, nueve o diez euros es un precio apropiado ante semejante situación económica? El cine fue refugio de muchas personas tras el crash económico estadounidense de 1929, es decir, que el negocio cinematográfico puede sobrevivir a una crisis, pero requiere adaptarse a las condiciones de mercado. Y esto nos lleva al punto más trascendente, el comportamiento del actual Gobierno, que, lejos de apoyar el cine como cultura, le ha dado la puntilla. Primero, con los recortes en TVE, la principal productora de películas de este país. Y después, con la subida del IVA al cine hasta el 21% (frente al 4% de los libros, por ejemplo). Las consecuencias estaban cantadas. En lugar de promover un sector que es cultura, como es evidente, y además es industria, es decir, creador de empleo (¿alguien se ha preguntado cuántas personas trabajan en una película media? Varias decenas, a veces cientos), se ha abandonado el cine a su suerte. Y el primero en caer es el que durante toda su vida ha arriesgado su dinero para traernos lo más selecto de la cinematografía mundial de ese denominado cine de autor, a veces excusa de infumables bodrios, pero la mayor parte de las ocasiones terreno propicio para las obras maestras, joyas de la cultura equiparables a cualquier maravilla en otras artes. González Macho nos ha traído a Woody Allen,
Eric Rohmer,
Roman Polanski, Steven Soderbergh, Michael Moore, Stephen Frears,
Michael Haneke, Nanni Moretti, Arturo Ripstein, Michael Winterbottom, Mike Figgis, Mike Leigh, Danny Boyle y tantos otros... ¿Quién nos traerá ahora a los futuros maestros del cine? ¿Estaremos condenados a ver repetidos en todas las multisalas los blockbuster del momento? Es más, si sigue la tendencia, ¿desaparecerá un arte que apenas estaba empezando a vivir su segundo siglo de existencia? En manos de todos está que no sea así: desde las instituciones públicas hasta cada uno de nosotros. Id al cine a ver buen cine.
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