domingo, 18 de septiembre de 2011

CINE / 59º Festival de San Sebastián (1)

Este año, San Sebastián nos recibe con tiempo gris y sirimiri constante. Sin embargo, las películas vistas hasta ahora nos dan una alegría, ya que ofrecen un tono medio-alto al certamen, tanto en sección oficial como en no a concurso y en secciones paralelas... Salvo la lamentable y bochornosa excepción de Kim Ki-duk.

"Intruders" (2011), de Juan Carlos Fresnadillo (Sección Oficial fuera de competición)
El canario Fresnadillo ("Intacto" -2001-, "28 semanas después" -2007-) regresa con una propuesta potente, visualmente atractiva y narrativamente solvente, alejada de los tópicos del género fantástico. En "Intruders" mezcla con sumo acierto los fantasmas infantiles reales con los imaginarios y aterradores, aunque para ello el espectador tenga que asumir una especie de extraña enfermedad psicosomática de los protagonistas. Pero, por encima de todo, Fresnadillo fascina y genera suspense del bueno, no terror ni sustos gratuitos, gracias a su habilidad técnica y a un guión medido y carente de giros innecesarios o poco creíbles. Todo lo contrario, "Intruders" se hace creíble porque, mediante una interpretación fantasiosa, tiene los pies en los miedos reales. El compacto trío actoral formado por Clive Owen, Pilar López de Ayala y la niña Ella Purnell ayudan a convertir la película en una propuesta sólida del nuevo fantástico español (aun con coproducción de Estados Unidos y Reino Unido).

"No habrá paz para los malvados" (2011), de Enrique Urbizu (Sección Oficial)
Este thriller ofrece un papel a la medida de José Coronado, que borda uno de los personajes a partir de ya míticos de la historia del cine español: Santos Trinidad, un policía venido a menos, amargado, alcohólico y, finalmente, (anti)héroe. Urbizu vuleve a su género favorito ("Todo por la pasta" -1991-, "La caja 507" -2002-) para seguir las andanzas de este elemento que, primero, trata de limpiar de testigos los asesinatos que ha cometido y, después, se ve implicado en una trama de tomo y lomo. El filme funciona bien, aunque se hechan en falta bien más diálogos dignos de la gloria del personaje creado bien más escenas de acción que subrayen lo oscuro de la trama. Aun así se ve bien, entretiene e, incluso, emociona y no nos acaba cayendo tan mal ese tremendo hijo de puta que es Santos Trinidad. En el debe de la película hay que mencionar que quizá la galería de secundarios no es la más acertada, especialmente unos planos Helena Miquel y Juanjo Artero.

"Little Odessa" (1994), de James Gray (Ciclo American Way Of Death)
Tenía ganas de ver la primera película del interesante James Gray ("La noche es nuestra" -2007-, "Two Lovers" -2008-). En "Little Odessa" crea una especie de "Crimen y Castigo" de mafiosos rusos en Nueva York, con un Tim Roth en estado de gracia y una mezcla de escenas truculentas y líricas. Sin embargo, adolece de caer en ciertos lugares comunes, especialmente con el tema de la madre enferma, de la culpa del hijo descarriado y la relación con el estricto padre y su inocente hermano... No obstante, buen cine negro, digno del ciclo que le dedica el Festival de San Sebastián de 2011 a las obras recientes estadounidenses de dicho género.

"Amén" (2011), de Kim Ki-duk (Sección Oficial)
De vergüenza ajena, como poco, se puede calificar la última película de Kim Ki-duk. Nunca he sido especial seguidor de su cine, pero esto es puramente una estafa. Sin apenas diálogos, rodada con cámara de vídeo a la mano y dejando que se filtren todos los sonidos de la calle (el viento, el tráfico, etc.), seguimos las andanzas de una chica coreana que llega a Europa (Francia e Italia) en busca de un supuesto antiguo amor que la ha abandonado. Se nos ofrecen permanentes primeros planos de la protagonista, que apenas acierta a poner una constante cara de besugo, la vemos ser robada y acosada por alguien con máscara de gas, moviéndose en tren de una ciudad a otra sin encontrar a su examante, gritando el nombre de éste en medio de zooms setenteros... Y luego se nos dirá que todo ello es la metáfora de no sé qué amor perdido. ¡Tomaduras de pelo, las justas, señor Kim Ki-duk!

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