Debemos todos felicitarnos por haber conseguido este particular récord: nunca en la historia de España disfrutamos de tantos años de democracia, en los que poder demostrar que es posible la convivencia pacífica y tolerante. Y eso aun a pesar de nuestro infame historial de golpes de estado, dictaduras, caciquismo, retraso social, saqueos financieros, etc. Por fin lo hemos logrado. No sólo vivimos una época de relativa prosperidad económica (a pesar de la actual crisis), sino de eminente estabilidad política (enconadas peleas electorales aparte) y, sobre todo, social. Y todo ello es en buena parte a causa de un régimen que se articula en base a la Constitución de 1978: la de más vigencia de nuestra historia. Y una de las pocas, en realidad, la segunda realmente democrática tras la de la II República de 1931. Porque ninguna de las anteriores logró ir tan lejos en los avances sociales: ni la primera de 1812, ni las de 1837, 1845, 1869 o 1876.
Lo cual no obsta para que la actual sea mejorable, que lo es. Algunos de los temas que considero pendientes de resolver mejor son la mejor articulación del Estado, para dotarlo de mayor estabilidad; la reforma del sistema electoral, para que sea más proporcional e incorpore el voto de los residentes (inmigrantes incluidos); limar posibles privilegios y desigualdades interregionales; lo mismo en el plano de igualdad entre hombres y mujeres; y, en general, mayores avances sociales que abarquen también los ámbitos económico y judicial. Lo del sistema político (la monarquía) vamos a aplazarlo, de momento... En El País se avanzan algunas propuestas interesantes a cargo de juristas especializados. Pero, desde luego, que haya consenso y que esto nos dure mucho, mucho...
2 comentarios:
Yo voté la aprobación de la Constitución. Con esto desvelo dos cosas: mi edad y mi apoyo al sistema político que nos hemos dotado gracias a la Constitución.
Enhorabuena por tu decisión, J.J. Otros no pueden decir lo mismo... je,je
Publicar un comentario