El Parque Natural de Arribes del Duero (o Parque Natural do Douro Internacional, en la parte lusa) es una preciosa zona que se extiende a lo largo del río Duero en su paso fronterizo entre España y Portugal, formando una cuenca escarpada llena de magníficos miradores desde los que contemplar un paisaje de belleza singular. Empezamos el recorrido (siempre en coche) en Miranda do Douro, en el lado portugués justo pasada la frontera. Se trata de un pueblo que en sí mismo ya es un mirador, debido a su situación en un alto, justo encima del Duero. La ventaja de alojarse aquí son los precios más económicos, tanto en el hotel (estuvimos en el Hotel Turismo, muy recomendable, con una habitación que parecía una suite y desayuno buffet incluido, todo por 35 euros/día) como en las tiendas y restaurantes. Además, Miranda de Douro es uno de los dos lugares (junto con Aldeadávila de la Ribera -Salamanca-) desde donde tomar un crucero para disfrutar de otra visión de estos parajes y conocer mejor su riqueza medioambiental. El recorrido cuesta 18 euros (aunque en nuestro hotel nos dieron un descuendo del 10%) y dura cerca de una hora ida y vuelta, después de lo cual hay una exhibición de aves autóctonas y degustación de delicioso vino de Oporto.
Iniciamos la ruta de los miradores hacia el sur de Miranda do Douro, tomando la carretera N-221. El destino es el Mirador de Picote, que se localiza en la pequeña villa de Picote y siguiendo un camino de tierra hacia la Casa de l Puio. Un poco más allá se llega hasta una vista espléndida del espectacular meandro que ha horadado con el tiempo el río. De vuelta a la N-221 continuamos hacia Sendim, desde donde seguimos las indicaciones de Cais Fluvial de Pisões por otra pista de tierra. Comienza un descenso desde donde se puede ir parando donde se quiera para disfrutar de la vista. Ahora damos un importante avance por la IC-5 y, nuevamente, por la N-221 hasta Lagoaça, donde está bien señalizado el mirador. Se trata de un punto que queda justo enfrente de la localidad salmantina de Aldeávila de la Ribera, con un paisaje abrupto. Y concluimos esta primera jornada en el famoso Mirador Penedo Durão (ver foto), sin duda, uno de los más impactantes. Se trata de ascender en coche hacia un alto que es el techo de toda la comarca. Imaginaos las vistas. Sencillamente espectacular el atardecer que se puede ver desde allí. Atravesamos la presa de Salto de Saucelle y pasamos la noche ya en territorio español, en el bonito pueblo de Saucelle (Salamanca).
Precisamente desde esta localidad salmantina se hace un corto recorrido conduciendo hacia el Mirador de las Janas. Merece la pena por su estupenda panorámica. A un lado se puede ver el río Huebra, afluente que se ve desmbocando en el mismo Duero, y al otro, al fondo el Penedo Durão. También es fácil avistar rapaces como el águila real, el buitre leonado o el alimoche. Continuamos hacia el norte por la carreteras SA-330 y SA-314 hasta Aldeadávila de la Ribera, desde donde nos dirigimos hacia el Mirador Picón de Felipe. Se deja el coche en el parking (atmbién hay una estupenda área de descanso) y se caminan apenas un par de kilómetros. Las vistas son buenísimas. Y siguiendo por la carretera enseguida se alcanza el Mirador del Fraile, desde el que se contempla con vértigo una de las caídas más abruptas. Sin duda, uno de los puntos más importantes del recorrido. Rumbo noreste llegamos hasta la impresionante Presa de Almendra, formada, en este caso, en el río Tormes, antes de su desembocadura en el Duero. Toda una proeza de la ingeniería. Ahora hacia el oeste, en Fermoselle, ya en la provincia de Zamora, subimos en coche hasta el castillo, otra de las buenas vistas de la zona. Algo más al norte está el pueblo de Fariza, desde donde sale una pequeña carretera hasta la Ermita de Nuestra Señora del Castillo, también con una panorama fantástico. Después de todas las emociones de este día regresamos a Miranda do Douro.
La tercera y última jornada parte de Miranda (no sin antes pasear por su bonito caso antiguo y tomar un rico bacalao) hacia el norte, por pequeños pueblecitos portugueses, hasta Aldeia Nova, donde se acaba llegando al Mirador São João das Arribas, una zona muy abrupta que depara fantásticas vistas. Y volvemos a tierras españolas, en este caso zamoranas, hasta Pino del Oro (que recibió su nombre por la minería aurífera en tiempos del Imperio Romano). A poco más de 3 kilómetros, la carretera se retuerce hasta dar a parar al Puente de Requejo (ver foto), una construcción de 1914 que salva 90 metros de altura durante unos 120 metros de absoluto vértigo. Tanto de un lado como del otro se puede dejar el coche y contemplar extasiado la obra humana y su integración con el impactante paisaje natural. No podía haber un mejor final.
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