lunes, 13 de agosto de 2012

VIAJES / Rusia (1): San Petersburgo, la ciudad planeada al detalle

La llegada a San Petersburgo supone un fuerte impacto por su desbordante monumentalidad, su belleza y buen gusto en todos los detalles, desde los edificios, palacios e iglesias a los canales y parques que la pueblan. No en vano fue creada por el zar ruso Pedro el Grande en 1703 con plena conciencia de lo que quería: de forma genérica, una salida al mar de su país para acercarse a la Europa Occidental y, de manera más concreta, inspirándose principalmente en el arte francés (aunque edificada por siervos alemanes), soñaba con la construcción de la ciudad perfectamente planificada sobre unos terrenos inicialmente pantanosos, con rectilíneas y amplias avenidas, edificios majestuosos de estilo neoclásico y con alturas limitadas para no entorpeceder las vistas, más de 300 puentes sobre sus numerosos canales... Mientras el propio Pedro el Grande prefería vivir austeramente en una modesta casita. Y lo consiguió, aunque sus deseos originales contemplaran más canales aún de los que existen. La arteria principal de la ciudad es la Avenida Nevski, una de las mayores del mundo con sus 4 kilómetros de longitud, que une la Plaza de los Decembristas, entre el Almirantazgo y el Palacio de Invierno del Museo del Hermitage, con la Fortaleza de Alejandro. Está repleta de cafés, restaurantes, tiendas, gente... Vida. Su recorrido a pie es altamente recomendable, aunque el magnífico transporte público de la ciudad (metro, autobuses y trolebuses) permite una ayuda cuando el cansancio llega. A lo largo de la avenida podemos contemplar puntos de interés como el Palacio Rastrelliesque Stroganov, la neoclásisa catedral Kazán, media docena de iglesias y un enorme centro comercial del siglo XVIII, un monumento a Catalina la Grande, la Biblioteca Nacional Rusa, el puente Anichkov con sus estatuas de caballos o el café-librería Singer.

Son formidables las iglesias, especialmente las ortodoxas con su creativa estética, como es el caso de la catedral de San Isaac, San Nicolás y Vladimir. Pero especialmente destaca la iglesia del Salvador de la Sangre Derramada o iglesia de la Resurrección, construida sobre el lugar donde el zar Alejandro II fue asesinado, víctima de un atentado el 13 de marzo de 1881, aunque ideada con un estilo arquitectónico propio del arte puramente ruso del siglo XVIII, colorista y brillantemente recargado. Una maravilla. También San Petersburgo cuenta con amplios y bien diseñados parques, especialmente el Jardín de Verano, uno de los más antiguos y en los que se nota claramente la inspiración francesa, con sus paseos bien definidos y sus múltiples fuentes. La Fortaleza de Pedro y Pablo es otro de los puntos claves de interés, además del buque de guerra Aurora, que sigue anclado como testigo del inicio de la Revolución Rusa de 1917. La visita al metro no sólo es recomendable como mera ayuda para conocer bien todos los rincones de la ciudad, sino para poder comprobar lo perfecto de su funcionamiento. Pulcritud por todos lados, puntualidad incontestable (frecuencias de 95 segundos en horas punta y de 3-4 minutos el resto) y precio supereconómico: 27 rublos el viaje sencillo (unos 67 céntimos de euro, que aprenda Esperanza Aguirre en Madrid). Aunque no luce tanta belleza como el de Moscú, el metro de San Petersburgo cuenta con algunas estaciones (las más antiguas) decoradas a conciencia. Pero, sobre todo, lo destacable es el enorme trabajo de ingeniería en su construcción, dado que al encontrarse -como toda la ciudad- en tierras pantanosas, sus túneles debieron excavarse a una media de 60 metros de profundidad, lo que lleva a escaleras mecánicas con bajadas de vértigo (claro que siempre hay entre una y dos escaleras mecánicas adicionales paradas y preparadas para casos de avería de alguna de las dos que siempre funcionan, además de estar todas ellas vigiladas permanentemente por personas a través de cámaras de seguridad). Sin embargo, uno de los momentos mágicos (aún más) que ofrece San Petersburgo es el levantamiento nocturno de los principales puentes (para permitir el paso de embarcaciones de gran tamaño) que se realiza diariamente a partir de las 1:25 horas. En perfecta coordinación, uno a uno, se van abriendo en un espectáculo realzado por las luces de la noche.

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