Hasta el 31 de julio, el madrileño Museo del Prado expone una colección de una treintena de pinturas de los primeros años de José de Ribera, una oportunidad excelente de disfrutar de este notable artista. Ribera, nacido en Játiva (Valencia) en 1591, vivió y desarrolló su obra en Italia, primero en Roma y luego en Nápoles, a partir de 1616. Su pintura se enclava en lo mejor del naturalismo, al principio tenebroso e influenciado por Caravaggio y, posteriormente, más colorista y luminoso, en la línea de Van Dyck. En su etapa inicial, en Roma, destacó por los cuadros apaisados y dedicados a escenas históricas, como "El juicio de Salomón" (ver imagen) y "Apostolado Longhi". Precisamente, estos cuadros fueron atribuidos hasta el año 2002 a un pintor desconocido, denominado simplemente como el Maestro del Juicio de Salomón, hasta que se descubrió la verdadera autoría de Ribera. También destacaría la serie dedicada a los Sentidos humanos, que me ha agradado especialmente. En cambio, en Nápoles opta por pinturas verticales con personajes resaltados lumínicamente y rodeados de otros en la oscuridad, muchas veces con actitudes burlescas. Aquí destacaría las crudas "Preparativos para la crucifixión" y "El martirio de San Bartolomé".
Presentación multimedia de la exposición "El joven Ribera".
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