Estas tres ciudades de la franja occidental de Galicia son un ejemplo de grandes urbes con historia, situadas en zonas geográficas variadas, muy bien comunicadas y asentadas en una zona con clima veraniego suave (aunque a mí me tocó sufrir los rigores de una ola de calor, pero, vaya, no más de 32 grados). Santiago de Compostela (en el centro-oeste interior de la comunidad) es la capital de Galicia y conocido centro cultural y de peregrinación del Camino de Santiago. El casco antiguo está repleto de palacetes, casas nobles e iglesias que hacen de su paseo una delicia, incluyendo la Plaza del Obradoiro, donde podemos contemplar el Hostal de los Reyes Católicos (hoy Parador) y, por supuesto, la fachada oeste (barroca, del siglo XVIII) de la catedral. No en vano, la villa antigua es Patrimonio de la Humanidad desde 1985.
El viajero se encontrará con docenas de restaurantes en los que degustar las maravillas culinarias de la tierra: ineludible es probar el pulpo a feira, ya que sólo en Galicia se hace bien (nada que ver con cualquier otro sitio) y eso que es algo aparentemente sencillo (cocción, pimentón y aceite por encima y acompañamiento de patas cocidas), sencillo y delicioso. Sin olvidarnos, claro, de los pimientos de padrón, la oreja de cerdo (preparada similar al pulpo), el lacón, las empanadas, los chipirones, etc., etc.
A 65 km. al norte está A Coruña (5,20 euros el trayecto en tren, de media hora de duración), la gran ciudad gallega que conforma una península que se adentra al mar, en plenas Rías Altas. No sólo ofrece todos los equipamientos y atractivos culturales de una importante urbe, sino que también cuenta con amplias playas, las de Riazor y Orzán, en las que poder refrescarse en estas épocas estivales. Pero, visitando el Faro de Hércules -ver foto- (el más antiguo del mundo todavía operativo), encontramos a sus pies una estupenda cala de fina arena y césped arbolado, algo más tranquila, llamada Playa de Lagoa. Muy recomendable. A diferencia de Santiago, el casco antiguo de A Coruña no tiene su vidilla, sino que ésta se encuentra en las calles que discurren y se entrecruzan desde el puerto marítimo hasta la emblemática plaza de María Pita. Y no os olvidéis de la calle del Sol, la zona donde hay bares para tomarse unas copas y escuchar buena música moderna.
Y a 62 km. al sur de Santiago se encuentra Pontevedra (8 euros el trayecto en tren, de poco más de 45 minutos), situada en las Rías Bajas, que conforman la zona vacacional por excelencia de Galicia por su clima cálido. La ciudad tiene una zona vieja pequeña pero muy llamativa, con edificios de piedra, pórticos y plazoletas interesantes. El paso de la ría por su centro hace la villa más vistosa. En nuestra visita coincidió en ella la celebración de un campeonato de triatlón europeo (ya sabéis: nadar, bicicleta y correr), en el que España quedó séptima (de diez participantes) por equipos.
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