viernes, 14 de enero de 2011
SOCIEDAD / A propósito de la ley antitabaco
Hemos inaugurado 2011 con la ley antitabaco y, pasadas ya un par de semanas, se puede hacer un balance algo más sereno. Ante todo, debo confesar mi sorpresa por la gran aceptación que ha tenido la norma. Ciertamente pensaba que el arraigo de fumar en bares y locales de copas era tan profundo que habría dificultades en cumplir la ley. Pero no. Salvo, claro, algún descerebrado de turno (que siempre lo tiene que haber y que no es representativo de nada), o los que manipulan cualquier cosa (sí, incluso este asunto) para arremeter contra el Gobierno de Zapatero, como si no se pudieran hacer leyes aun estando en crisis o habiendo cometivo errores políticos, que los ha cometido.
Pero no es éste el caso. Esta ley antitabaco es una cuestión de salud pública y, sobre todo, de civismo. De todos son conocidos los efectos nocivos del tabaco. Hasta ahí, vale. Ahora, si cada cual quiere jugar con su salud, por mí ningún problema. La cuestión es que los no fumadores estaban sufriendo las consecuencias sin quererlo, de hecho, durante muchos años el no fumador fue ignorado, cuando no despreciado, por un sentir general que otorgaba al fumeteo no sé qué rango de superioridad moral. Insisto, que fume el que lo desee, pero no echando el humo a quien no lo quiere. Y aquí llega la cuestión del civismo, donde uno tiene que saber que convive con más gente a la que tiene que respetar mínimamente. Desde luego, lo que no me vale es el argumento de la hipocresía del Estado, dado que gana dinero con la venta del tabaco y permite la contaminación en las ciudades (y otros sitios en general). Precisamente, imponer altas tasas al tabaco debería hacer que se comprara menos (como se hace con el alcohol), otra cosa es que a la gente le pueda el vicio. Tampoco seamos ciegos. Drogas se consumen, se han consumido y se consumirán en todas las sociedades. Me parece prácticamente propio de la naturaleza humana, por diversas razones, de evasión, inspiración, placer en general... Pero, ojo, que el disfrute se quede dentro de uno. Y sobre la contaminación de coches, industrias, etc. éste es el gran caballo de batalla y hay que reducir los niveles porque va en ello el futuro del planeta. ¡Pero una cosa no quita la otra!
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