En nuestro itinerario de sietes días seguimos básicamente las recomendaciones del blog Mochileando por el mundo y corroboro el acierto de sus propuestas. El viaje lo conseguimos en Atrápalo, en su paquete Islandia al completo, que incluye vuelos, siete noches de alojamientos a lo largo del trayecto y alquiler de coche. Para aclarar algunas dudas básicas, para pagar no debéis preocuparos porque se acepta tarjeta de crédito en cualquier sitio, por recóndito que parezca. Y en cuanto al idioma, lógicamente el islandés se os podrá hacer duro (por supuesto para hablar, pero también para leer dónde estáis y qué queréis ver), pero el inglés es perfecto como lengua universal, y allí la dominan muy bien. Muchos de los sitios de interés cuentan con aparcamientos de pago, aunque estén en medio de la nada, y conviene pagar, bien en las máquinas, bien en la web/app de Parka (seamos cívicos). Y, por encima de todo, hay que estar preparado para unos precios realmente caros en todo lo que compréis: comida, bebida, entradas... Una comida sencilla serán 25 o 35 euros por comensal, una cerveza pequeña 10 o 12 euros... Y así todo. Llevad desde España algunos sobres de embutido, latas. etc. y acudid a supermercados locales siempre que podáis.
Círculo Dorado
Tras pasar una primera noche en Reikyavik, básicamente para cenar y descansar, el primer día completo lo dedicamos al Círculo Dorado, que es el circuito de carreteras más o menos circular a las afueras de Reikiavik que concentra magníficos ejemplos de la belleza de esas tierras y es uno los recorridos más visitados (ojo, nada que ver con la masificación turística de España). Pasamos por el Thingvellir National Park, donde ya se contempla la falla entre las placas tectónicas Euroasiática y Americana, que atraviesan el país y que, muy poco a poco, lo desgajan. Llegamos al área geotérmica de Geysir, de donde viene la palabra que conocemos y que cuenta con varios ejemplos de géiseres, entre ellos el Strokkur, que entra en erupción aproximadamente cada 5-10 minutos, expulsando agua caliente, unas veces con más fuerza que otras. Al fondo del Círculo Dorado se encuentra la cascada Gullfoss, una de las más espectaculares de Islandia (aunque hay unas cuantas por el país), enorme, precipitándose en un cañón en dos tramos. De vuelta optamos por darnos el primer baño de agua termal en el Secret Lagoon (por menos de 30 euros, lo cual es barato, sobre todo comparado con los 100 euros del famoso Blue Lagoon, más al sur de la capital, que evitamos). El caso es que tan ricamente, con un calorcito que se disfruta mucho a pesar de ser pleno agosto (porque, aunque con sol, la temperatura ambiente es de 14-16 grados). Después nos acercamos al bonito cráter Kerið y su laguna interior de agua verde. Y terminamos la jornada visitando la no menos impresionante cascada Urriðafoss. En lugar de regresar a la capital, como hacen muchos, nosotros nos dirigimos al primer alojamiento campestre, una cuca cabaña en el complejo Hellisholar Cottages, en plena naturaleza.El sur
Al día siguiente nos adentramos por completo en la zona sur de la isla, donde contemplamos hermosas cascadas, acantilados y glaciares. Desde el coche (ya por la carretera circular 1 que apenas abandonaremos) avistamos la imponente cascada Sauðafos. Pero nos dirigimos a la de Skógafoss, que puede contemplarse desde arriba por un relativamente corto camino en fuerte pendiente. Y también puede disfrutarse desde abajo acercándose mucho (aconsejable impermeable). Encaramos otro de los platos fuertes del día: los acantilados Dyrhólaey, con su imponente altitud, sus bonitas formaciones rocosas, la playa Reynisfjara de arena negra al fondo... Subimos hasta el faro y desde allí avistamos multitud de aves marinas, entre ellas los ansiados frailecillos (uno de ellos posó para nuestras cámaras como si lo hiciera siempre, ja,ja). Después paramos en el bonito pueblo de Vík í Mýrdal a reponer fuerzas y continuamos... Hacia los glaciares: abrigaos bien. El primero que abordamos es el de Svínafellsjökull, que tiene un corto paseo hasta tenerlo frente a nosotros, imponente. Seguimos rodeando por la carretera 1 y llegamos al glaciar Fjallsárlón, que sorprende más aún porque el recorrido del camino llegas más cerca e impresionan los grandes trozos de hielo que se desprenden y flotan. Y culminamos con el glaciar Jökulsárlón, que se abre a una bahía en la que sí contemplamos enormes moles de hielo bajando hasta el mar, justo hasta la playa Diamond Beach, donde podemos tocar los pedazos y donde también vimos una foca nadando justo delante de nosotros. Hora de descansar en una de las cabañas bien equipadas del Sefdalur Guesthouse, a las afueras de Höfn.Fiordos del este
Desde ahora iniciamos el recorrido por los fiordos del este, una tierra salvaje, ya sin apenas población, dominada por las montañas Vestrahorn, con picos que se alzan sobre el mar deparando un paisaje de contrastes. Seguimos en todo momento la carretera 1 bordeando los fiordos. Son momentos de plena conexión con la naturaleza. Hacemos una primera parada en la negra playa de Stokksnes, siguiendo un camino de gravilla bien conservado hasta el Viking Cafe, donde pagamos la entrada de solo 1.000 coronas (7 euros, lo más barato que puedes tener en Islandia) para ver una réplica de un poblado vikingo, con sus casas de madera, sus murallas de troncos y su barco vikingo. Un poco más arriba paramos para caminar hasta la cascada Skútafoss, donde puedes hacerte unas fotos chulas detrás de la caída de agua. En la ruta se contemplan desde la carretera otras cascadas, y es que si algo no falta en este país es agua. Hacemos un alto para ver la Green Rock frente al pueblo de Djupivogur, una formación de roca verdosa que contrasta ante el mar. Más arriba tomamos un desvío hacia Seyðisfjörður, donde dormiremos esta noche. Para llegar ahí la carretera asciende sinuosamente hasta que nos cubre la niebla y descendemos (aquí se rodó la escena del patinete de la película "La vida secreta de Walter Mitty", de Ben Stiller) hasta, pasando por la cascada Gufufoss, llegar al pueblo a los pies del fiordo. Nuestro alojamiento es el Guesthouse Post-hostel, donde podemos cenar en la cocina común. Frente a nuestra ventana hay aparcado un imponente crucero.El norte
Cruzamos ya el norte de la isla, donde la vida humana se reduce al mínimo. Planicies volcánicas sin límite con montañas al fondo. Un paisaje más extraterrestre que nunca. Y también muy del oeste americano a modo de desierto de Nevada. Por eso no nos sorprende del todo encontrarnos, en medio de la nada, una caseta que es bar-restaurante, alojamiento y gasolinera. Lo necesario para sobrevivir en caso de problemas en un lugar tan desolado y fascinante. Se trata de Beitarhúsið, una curiosidad muy visitable. Más adelante nos desviamos para acceder a la cascada quizá más brutal de las que he podido ver: Dettifoss, donde se grabaron escenas de "Prometheus", de Ridley Scott. Vistas muy propias de otro planeta. Entramos por el lado oeste, cuya carretera está mejor acondicionada. Aunque, si tienes un vehículo mejor preparado, por la parte este se puede llegar justo encima de la caída de agua, lo cual debe de ser increíble. Pero estamos enfrente, y bastante cerca, lo cual es realmente espectacular. Toda esa enorme catarata cayendo tiene mucho de hipnótico y, por mucho que hayamos ya visto muchas, no deja de impactar, remitiendo siempre a la fuerza bruta de la naturaleza. Aunque el mirador más cercano estaba provisionalmente cerrado por peligro de desprendimientos en las últimas semanas, nos atrevimos a pasar y hacernos unas fotos inolvidables. Volvemos a la carretera 1 para avanzar hacia la zona geotérmica de Hverir, llena de fumarolas y pozas de agua hirviendo con colores derivados de los minerales, que se recorre por unas pasarelas y unos caminos dentro de un paisaje alucinante. Cerca también se puede visitar la cueva de Grjótagjá, con una poza abajo y que, aparte de que se rodara una escena de Juego de Tronos, tampoco tiene mucho más interés. Pero enseguida llegamos al punto donde podremos relajarnos y descansar, los baños termales de Myvatn (cerca del lago del mismo nombre), a un precio de 50 euros la entrada. Pero vale mucho la pena. Un recinto amplio con aguas a diversas temperaturas según la zona y la impagable posibilidad de tomar unas cervezas estando dentro. Bueno, pagar hay que pagar, claro ja,ja. Ya mucho mejor llegamos a la preciosa ciudad costera de Akureyri (lo más al norte que vamos a llegar), donde cenamos y nos alojamos en el albergue Akureyri Backpackers, que tiene un concurrido bar-restaurante, aunque las duchas están solamente en la planta baja.Vuelta a Reikiavik
Tenemos una larga vuelta hacia la capital y solo hacemos una parada de interés en el cráter Grábrók para recorrerlo por arriba. Luego intentamos recorrer la península de Snaefellsnes (al oeste de la cual está el volcán Snaefellsjökull, el que usó Julio Verne para su novela "Viaje al centro de la Tierra"). Pero la carretera 54 norte está impracticable para nuestro coche y abortamos la misión. Así que continuamos al sur hacia Reikiavik, no sin antes hacer parada en los bellos pueblos costeros de Borgarnes y Akranes con su faro.
Reikiavik es una ciudad no muy grande para nuestros estándares (aunque su población es un tercio de la del país, y su área metropolitana casi dos tercios) pero concentra toda la actividad urbana del país, resumida a su vez en varias calles céntricas y el puerto. En el centro se puede comer y cenar, realizar todo tipo de compras y disfrutar del ocio nocturno (en verano no se acaba de hacer noche cerrada). Destaquemos, en la vertebral calle Laugavegur, la pizzería Padre Pizza (para no dejarse los ahorros), la cervecería The Old Bookshop, donde hay actuaciones musicales diarias, o el Kaffibarinn, un garito de copas que es copropiedad de Damon Albarn, el cantante de Blur. En cuanto a edificios destacan la iglesia luterana Hallgrímskirkja, con una torre impactante y muy reconocible en el escaso skyline de la ciudad, la austera catedral luterana Dómkirkjan y la más elaborada catedral católica de Cristo Rey. También en los alrededores del Ayuntamiento y el Parlamento se llega hasta el bonito lago Tjörnin. A su orilla es recomendable la cafetería Iðnó y su terraza. El puerto también es un estupendo lugar para pasear, comer algo o beber en una terraza bajo el muy agradable y suave sol de agosto islandés. Nuestros alojamientos en la capital fueron el 100 Iceland Hotel la primera noche y el mejor Fosshotel Baron las dos últimas, ambos muy céntricos.