"La mujer de la montaña" [****], de Benedikt Erlingsson (Selección EFA)
Firme alegato ecologista, con sorprendentes y agradables dosis de comedia y peculiar musical, que narra las andanzas de una profesora de coro convertida en una brava luchadora a favor del medio ambiente y que llega a poner en jaque a la policía islandesa e incluso a la CIA.. El filme es narrado con notable originalidad tanto en la composición del extraño thriller como en la creación de caracteres (desde la protagonista a su hermana gemela, pasando por el "primo" y el turista hispano que encarna los momentos más cómicamente surrealistas). Un filme, en fin, que apela a los buenos sentimientos y que es construido con elegancia e inteligencia y se sustenta también en una enorme actuación de Halldóra Geirharðsdóttir.
"En guerre" [***½], de Stéphane Brizé (Sección Oficial - Fuera de concurso)
Necesaria denuncia del avance del neoliberalismo a través del conflicto laboral en una fábrica francesa, cuyo dueño (de un grupo alemán en beneficios) quiere cerrar para trasladar la producción a un lugar con empleo más barato (y precario). La cámara está constantemente dentro de la "guerra" que se desata entre los obreros-empleados y los altos directivos y propietarios, de tal manera que el espectador vive entre sorprendido, abrumado y enojado el curso de los acontecimientos. Primero la negociación infructuosa, luego las protestas y la huelga, después la división interna de los trabajadores, más tarde la posibilidad de un acuerdo incierto... Lástima que la película derive al final hacia el plano personal del líder de las protestas y deje sin atar muchos cabos de un problema tan complicado que el propio Gobierno apenas tiene poder para hacer nada, lo cual es muy revelador.
"Donbass" [*½], de Sergei Loznitsa (Sección Oficial)
Sonrojante panfleto anti-ruso a costa de la rebelión separatista sufrida en el este de Ucrania en 2014. Puede que buena parte de la razón la tengan los ucranianos pro-europeos y puede que la actuación rusa sea severamente criticable, pero cuando Loznitsa plantea esta ficción (basada en hechos reales) como una sucesión de escenas poco conexas, erráticas, maniqueas y hasta grotescas (salvemos un par de ellas, algo más acertadas), centradas únicamente en el desprecio a los "malvados" rusos, parece que toma por tontos a los espectadores.
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