Entramos a la Selva Negra, un macizo montañoso con una altura máxima de 1.493 metros (monte Feldberg) y densísimos bosques de abetos (de ahí lo de "negra"), por Baden-Baden. Esta ciudad es principalmente conocida por sus aguas termales, de las que ya disfrutaban los romanos (como el emperador Caracalla, que da nombre a uno de los más famosos y múltiples balnearios de la localidad), así como por sus casinos (hasta el propio Dostoyevski se dejó las perras aquí). Por lo demás, la localidad está muy bien cuidada, limpísima y tranquila. Para mi gusto le falta alma y le sobran carísimas tiendas de alta gama. Pero tiene un parque muy chulo a lo largo del río Oos. El recorrido en coche por la Selva Negra básicamente consiste en recorrer de norte a sur (o viceversa) la carretera 500, desviándose de vez en cuando por otrass carreteras para visitar pueblecitos o miradores para extasiarse de los paisajes de ensueño.
Paradas obligadas también son los lagos repartidos por toda la zona. El que más me gustó fue Mummelsee, que, aunque recibe la abundante visita de turistas, no es para nada agobiante. Hay el esperado hotel, restaurante, tiendas de gastronomía-souvenirs y alquiler de barcas, pero todo está bastante controlado. Además, hay una senda que da la vuelta al lago y es ideal para un paseo entre árboles disfrutando aún más del entorno. Un lago mucho menos visitado, y donde os podreís sentir a solas con la naturaleza es el Wildsee, al que se accede por una pequeña ruta senderista. Más al sur se sitúan, en cabio, los lagos más visitados, sobre todo Titisee, que está a los pies de una localidad plenamente volcada con el turismo, repleta de tiendas, a su vez abarrotadas de gente haciendo múltiples activdades. En cualquier caso, la zona es realmente muy disfrutable. Pero si queréis algo menos de ajetreo, a pocos kilómetros está el mucho mayor lago Schluchsee.
Sobre otros pueblos y ciudades interesantes podemos mencionar Gengenbach, cuyo centro nada tiene que envidiar a esos de cuento vistos en Alsacia. Nos alojamos en Triberg, cuyo mayor atractivo (aparte de tener dos de los mayores relojes de cuco del mundo) son las cascadas del río Gutach (en la imagen). Estas cascadas se descuelgan en varios tramos desde 163 metros de altura y pueden recorrerse a través de una senda bien habilitada que cruza varias veces por encima mediante puentes. Una gozada de paseo. Finalmente llegamos a Friburgo, una ciudad muy animada y de gran vida cultural al tratarse de sede universitaria, considerándose además la capital de la ecología. Nos encontramos con un centro muy bonito, con la catedral gótica, calles comerciales y buena red de tranvías. Ciertamente, fue el único sitio de la Selva Negra donde pudimos quedarnos hasta tarde tomando cervezas en un pub y viviendo las calles animadas hasta altas horas, lo cual también está bien.
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