lunes, 10 de octubre de 2016

CINE / 49º Festival de Cine Fantástico de Sitges (y 2)

"The Wailing" [***½], de Na Hong-Jin (Oficial Fantàstic Competición)
El surcoreano Na Hong-Jin, responsable de una cinta tan interesante como "The Yellow Sea" (2010), regresa seis años después con otra obra que le consolida como un director a seguir. "The Wailing" comienza como un thriller de investigación de unos estraños asesinatos, con un tono de violencia bien dosificada y agradecidas notas de humor a costa de la ineficacia policial. Pero, progresivamente, la cinta se va adentrando en los terrenos más oscuros del terror con similar eficacia y jugando muy bien las bazas de la contención y la duda. Y es precisamente esta apuesta, junto con un excesivo metraje, lo que lleva a introducir la confusión en una trama que podría haber quedado más definida. Aunque, desde luego, se trata de un filme que deja muy buen poso.

"The Autopsy Of Jane Doe" [***], de David Mackenzie (Oficial Fantàstic Competición)
En plena autopsia del cuerpo de una joven en el que no concuerdan los daños internos y lo intacto de la piel, cuando los forenses ya no saben cómo explicar lo que están viendo, se desencadena una tormenta, se va la luz... y algo más se desata. Un planteamiento muy atractivo es bien aprovechado por David Mackenzie para mantener el suspense y el miedo de forma muy equilibrada. Incluso la complicada explicación de los sucesos también se aguanta bien, gracias especialmente a las excelentes actuaciones de Brian Cox y Emile Hirsch, así como a la tensa dirección de André Øvredal.

"Shin Godzilla" [**½], de Hideaki Anno y Shinji Higuchi (Oficial Fantàstic - Sesiones especiales)
Vuelve el monstruo japonés por excelencia, Godzilla. Este reinicio mantiene las ideas básicas de la conocida historia: el origen atómico de la criatura y su devastación de Tokio, como símbolos del miedo nipón a las bombas nucleares y, en general, a la guerra perdida hace ya más de 70 años. Como novedad, se agradece el tono discursivo de la cinta, que hace hincapié en la nefasta burocracia y en la ineficacia política, y acaba resaltando la capacidad organizativa de los japoneses para sobreponerse contrarreloj al desastre. Por contra, no se entiende a estas alturas que el monstruo siga pareciendo de cartón-piedra.

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