"Hola, ¿qué pasa, troncos?" fueron las primeras palabras -en español- que pronunció Paul McCartney en su concierto del 2 de junio ante un abarrotado estadio Vicente Calderón, de Madrid. Prueba del buen rollo que mostró durante toda la noche, por no hablar de su profesionalidad, su entrega y su conexión especial con el público, lógicamente recíproca, porque la gente estaba totalmente rendida ante tamaña figura histórica de la música mundial. Además, quien esperara a un McCartney blandito, algo de lo que habitualmente se le acusa, saldría sorprendido. Al menos en esta gira, One On One, el artista se rodea de unos magníficos músicos (a destacar el tremendo batería) y de un potente sonido de guitarras Gibson. Por su parte, Paul hace gala de su maestría tocando diversos instrumentos a lo largo del concierto: bajo, guitarras eléctricas y acústicas, ukelele y piano.
El repertorio quedó compuesto por 39 canciones, de las que 23 eran de The Beatles (sí, todos los grandes clásicos que estáis pensando: "A Hard Day's Night", "Can't Buy Me Love", "Let It Be", "Hey Jude", etc., etc.), junto con "In Spite Of All The Danger", una de sus primeras canciones -todavía como The Quarrymen-, aunque también las seis de los Wings aportaron su dosis de energía, además de los temas en solitario, colaboraciones y homenajes a sus compañeros fallecidos, Lennon (emotiva "Here Today", con estribillo de "Give Peace a Chance" incluido) y Harrison (bellísima "Something"). Podéis ver el listado completo aquí. En total, fueron dos horas y media de concierto flipante, subidón garantizado, un viaje para los sentidos, desde lo energético ("Live And Let Die" fue impactante) a lo sensible ("Blackbird" me hizo llorar, con Paul elevándose en una plataforma durante la canción como si quisiera volar). En resumen, una noche mágica, una auténtica gozada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario