domingo, 30 de agosto de 2015

VIAJES / Norte de Inglaterrra - Escocia (y 4)

Dejamos el Parque Nacional de Cairngorms y nos dirigimos a un lugar tocado por el mito de un monstruo marino que vive en sus profundidades. Loch Ness es el segundo lago por superficie de Escocia (56 km2) pero el de mayor volumen (7,5 km3) debido a su gran profundidad media (132 metros), que alcanza los 227 metros. Normal que no encuentren al monstruo... Lo recorremos de sur a norte por la carretera A82 y, antes de llegar a Drumnadrochit, nos encontramos con las ruinas del castillo de Urquhart [foto 1], que data del siglo XIII, en una situación inmejorable a la orilla del lago. Continuamos nuestra ruta porque nos encontramos a 21 kilómetros de Inverness, considerada la capital de las Highlands.Situada en la desembocadura del río Ness, en el Fiordo de Moray, cuenta con unos 54.000 habitantes, disfruta (?) de un clima subpolar que le hace tener los inviernos más fríos (hasta -18º) pero los días de verano más largos y con temperaturas relativamente altas. Su castillo actual es reciente, de 1836 (por eso está entero), si bien se supone que en ese lugar se erguía en el pasado el castillo del famoso rey gaélico Macbeth que Shakespeare inmortalizó en su obra homónima. Por lo demás, Inverness es un lugar tranquilo y agradable para pasear por sus calles, por el centro y junto al río.

Tomamos el coche para ir hacia el noroeste, en lo más interior de las Highlands. Millas y millas de paisajes con muy escasa presencia humana, mientras algunos ciervos nos observan desde las cercanías de la carretera. Es complicado de decidir, dadas las incontables bellezas de las tierras escocesas, pero posiblemente la A832, la A896 y la A890 conformen el recorrido más hermoso de todos, por la costa oeste para llegar a nuestro siguiente destino de descanso, en Gairloch, y, luego, continuando al día siguiente bordeando el Loch Maree, donde están las bonitas Victoria Falls, y pasando por los majestuosos Attadale Gardens, hasta alcanzar Plockton. Se trata ésta de una pequeña y bonita villa de pescadores, donde decidimos tomar un barco que hace una excursión de una hora para ver focas. Te garantizan la devolución del dinero si no las ves. Pero las vemos, y muchas, encaramadas a las rocas en el exterior del puerto. Unos kilómetros más al sur llegamos hasta mi castillo favorito, el de Eilean Donan [foto 2], situado en una islita (unida con puente) que la marea baja deja al descubierto. En su agitada historia desde su construcción, en el siglo XIII, fue ocupada en 1719 por tropas españolas que apoyaban el levantamiento jacobita contra los ingleses. Sin embargo, la invasión duró apenas dos meses hasta su derrota.

Y, tras Eilean Donan, llegamos a Kyle Of Lochalsn, listos para pasar por puente (gratuito) a la gran isla de Skye. De sur a norte, primero nos encontramos con las imponentes Cuillin Hills y, luego, por el Glen (valle) Varragil, llegamos a la bonita capital, Portree. Tiene un paseo. De ahí seguimos al norte hacia la península de Trotternish, donde se encuentra la gran roca denominada Old Man Of Storr, visible a kilómetros de distancia. Desde el parking, es como una hora de subida por una ladera bien empinada. Más adelante se llega a la espectacular cascada de Kilt Rock [foto 3], que vierte sus aguas directamente al mar. Y, por el norte, se suceden Staffin Bay y más zonas de acantilados. Por el área noroeste de Skye, la península de Waternish está más deshabitada, aunque conserva el sólido castillo de Dunvegan, sede del clan de los MacLeod por más de 700 años. Más carreteras de acantilados, bellos panoramas... En fin, toda una aventura recorrer esta isla.

De vuelta de Skye, nos encaminamos hacia Fort William, zona muy vacacional (cuidado con los autascos en temporada alta) por su cercanía al Ben Nevis, la mayor cumbre británica, con 1.343 metros. Y de aquí a Glen Coe. La joya de la visita la hemos dejado para el final. Se trata de uno de los mejores paisajes del mundo, este valle encajonado entre montañas, cuya entrada por la parte norte de la carretera A82 es impactante. Simplemente dejaos guiar por la belleza del lugar y parad en cualquier parte para hacer pequeñas rutas y disfrutar aún más de este pequeño paraíso natural. Los primeros 10-15 kilómetros desde el pueblo de Glencoe y el centro de interpretación son excelsos por lo abrumador de las formaciones rocosas y, aunque según continuamos hacia el este y el sur desciende la magnitud, seguimos encontrando paisajes fascinantes. Dedicadle todo un día si podéis. Nosotros, por nuestra parte, damos por concluido este inolvidable viaje.

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