Algunos todavía podrán tener la lógica amargura de no haber podido ganar la final de la Champions (perdida en el descuento y ante el Real Madrid), pero una mirada más amplia a toda la temporada nos hará ver lo cerca que hemos estado del cielo. Cielo que tocamos plenamente con la merecidísima y trabajadísima victoria de la Liga 2013/14, la primera desde el doblete de 1995/96, la décima para nuestras arcas. Pocas competiciones como la Liga demuestran el poderío y regularidad a largo plazo de un equipo durante 38 jornadas. Pues bien, el Atleti, ése con el que nadie contaba al inicio del campeonato por las consabidas diferencias de presupuesto y jugadores con Barça y Real Madrid, lo logró, y con cifras récord. Y todo por mérito no sólo de cada uno de los componentes del equipo, sino de un entrenador como Cholo Simeone, que ha inculcado una estrategia ideal para los mimbres con que partía y una mentalidad ganadora a todos los jugadores (y a todos los seguidores, añadiría). El Atlético se ha vuelto a consolidar entre los grandes. Por eso empezamos la temporada disputando la Supercopa de España al F.C. Barcelona. Y no perdimos. Los culés se la llevaron por el valor doble de los goles a domicilio en caso de empate. De hecho, no hemos perdido en toda la temporada con el Barça. Algún mérito tendrá, digo yo.
Frente a los madridistas, les ganamos en el Bernabéu en la ida (reeditando su pesadilla cuando les arrebatamos la Copa del Rey 2013 en su propio feudo) y logramos un empate en el Calderón, suficiente para tener el gol average a favor. Cierto que nos eliminaron en semifinales de la Copa del Rey. Ahí no pudimos con ellos. Y, peor, nos arrebataron nuestra primera Champions en el tiempo de descuento. Aquí, en cambio, sí que les mantuvimos a raya durante 93 minutos, desarticulamos su juego, apenas llegaron frente a Courtois con peligro, y sólo nuestros límites físicos (por el hecho de que tuviéramos que pelear la Liga hasta el final mientras el Real Madrid descansaba), algún error de estrategia y la fatalidad se aliaron para negarnos un triunfo que estuvo muy, muy cerca. Pero consideremos esto: no seríamos un equipo grande si no estuviéramos en todas las competiciones prácticamente hasta el final. Y eso es lo que hemos hecho esta temporada. Pero, recordemos, no todos los trofeos se pueden ganar siempre, aunque ya dice mucho el hecho de pelear por ellos. Aprendamos, levantémonos y sigamos adelante. Eso sí, cuidado que los directivos no desmantelen el bloque, sino que se refuerce. A por el siguiente reto y siempre con el lema de Luis Aragonés en la cabeza: "ganar, ganar, ganar y volver a ganar".
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