martes, 17 de julio de 2012

LIBROS / "Un viaje por la economía de nuestro tiempo" (1994), de John Kenneth Galbraith

En estos tiempos de profunda crisis e incertidumbre porque se nos dicen "brillantes" frases como que "el Estado ha gastado lo que no tenía y por eso estamos así", os recomiendo fervientemente la lectura de este estupendo y aleccionador libro del economista canadiense John Kenneth Galbraith, en el que hace un repaso precisamente a la evolución de la economía (básicamente estadounidense y europea) a lo largo del siglo XX. De este viaje muy bien explicado se deduce rápidamente que las grandes crisis que han acontecido en los últimos 100 años han sido generadas por ciertas políticas económicas liberalizadoras y desreguladoras que han producido una burbuja que, a su vez, al estallar se ha llevado por delante el bienestar económico de buena parte de la población (no el de los más ricos, claro). Siempre ha sido así. Da lo mismo que hablemos de "el auge de las propiedades de Florida producido en la década de 1920" o el de los años 80 en Estados Unidos o el de la primera década del siglo XXI en España. El resultado es idéntico: "tras el colapso de dicha especulación, ya que todos los episodios especulativos llevan al colapso, quedaron los restos del naufragio económico: edificios de oficinas vacíos, una industria de la construcción desocupada, bancos repletos de errores colaterales recién descubiertos y una aguda restricción en cuanto a nuevos préstamos bancarios". ¿Os suena de algo?

Es importantísimo conocer la historia para no repetirla, pero... A veces parece que el hombre es el único animal que tropieza dos (o muchas más) veces con la misma piedra. ¿O acaso obedecen esas reiteradas caídas a los perpetuos movimientos de los especuladores por su afán de ganar más y más dinero, con la venia de los políticos correspondientes? ¿Incluso quizá se trata de un fallo sistémico de la economía capitalista que habrá que intentar reparar en beneficio de la mayoría? Un tema a reflexionar. Y, desde luego, que no nos vengan con las milongas de que la culpa la tienen las instituciones públicas. La responsabilidad principal está en el ámbito privado y sólo los políticos cómplices de ideario liberalizador pueden ser acusados de colaboradores necesarios. Pero una (evidentemente sabia y ponderada) intervención pública es necesaria para la estabilidad del sistema económico.

Como keynesiano de pro, J. K. Galbraith, lógicamente ensalzando a su maestro John Maynard Keynes, defiende la necesidad de que el Estado intervenga en la economía precisamente en los tiempos de crisis. Como hizo el Gobierno de Franklin D. Roosevelt (demócrata) en los años 30 para sacar a Estados Unidos de la depresión (y recesión) iniciada en 1929. Recordemos que el por aquel entonces presidente estadounidense, Herbert Hoover (republicano) abogó por la reducción del déficit y la bajada de impuestos como receta típica liberal-conservadora. El resultado: más recesión y más paro, cuya tasa llegó al 30%. Roosevelt y Keynes tuvieron que crear el New Deal, es decir, la intervención económica del Estado, para poder reactivar la economía y ayudar a los desfavorecidos con subsidios de desempleo. Gasto público, sí, que es lo único que puede salvar a un país cuando los bancos no prestan, las empresas no venden y los consumidores no compran. Una intervención necesaria porque, como advierte Galbraith parafraseando a Keynes, "la depresión no es por naturaleza una cosa temporal, no es una manifestación del ciclo comercial que se puede corregir por sí sola", el crecimiento puede no volver si no se aplican las correspondientes medidas. No es gastar lo que no se tiene, es invertir en el país de todos, con la contribución justa y proporcional de los ciudadanos en base a su renta y patrimonio (en los Estados Unidos de los años 50, el tipo marginal máximo para los ricos era del 92%, repito, 92% de sus rentas) para volver a sacar adelante la economía y cuidar de que no nos vuelva a pasar lo mismo.

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