Pero los bostonianos The Lemonheads eran para mí el plato fuerte para comprobar su estado musical y, sobre todo, el de Evan Dando. Y lo que vimos fue bastante lamentable: un tipo con tradicional tendencia a la dispersión y el comportamiento errático que no ha hecho más que agravar su situación con el tiempo. Además, su voz deja mucho que desear y apenas se acomoda al tono o lo baja para poder llegar, estropeando el resultado de bastantes de las canciones. Y mira que menos de un año antes le habíamos visto en solitario en un bolo más o menos solvente. Pero era un acústico y ahora era un eléctrico con banda completa. Y, amigo, ahí tienes que ir muy trabajado. Y, desgraciadamente, no dio la talla.
